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“No damos abasto”: los médicos secundan de forma masiva la huelga de atención primaria frente a los recortes de Ayuso

“Hoy no se atienden las consultas, los médicos están en huelga. Si es una urgencia, apuntaremos su nombre en la lista y será atendido en cuanto se pueda”, respondía este lunes una celadora del centro de salud de Peña Prieta, en Puente de Vallecas, a los pacientes que acudían a las citas con sus médicos de familia. La escena se repitió en todo Madrid, en los centros de salud donde este lunes los médicos y los pediatras empezaron una huelga indefinida para denunciar la sobrecarga de trabajo, las agendas infinitas y la falta de tiempo para atender pacientes. El sindicato Amyts, convocante del paro, calificó de “espectacular y mayoritario” el apoyo durante el primer día, mientras que la Consejería de Sanidad cifró el seguimiento en el 31% de los profesionales. 

Unos 5.000 facultativos (4.240 médicos de familia y 720 pediatras) habían sido convocados a apoyar el segundo paro de los sanitarios en Madrid en poco menos de un mes. El primero, enfocado en la reapertura de las urgencias extrahospitalarias, terminó el pasado jueves después que los sindicatos consiguieran llegar a un acuerdo con la Consejería de Sanidad. Sin embargo, a pesar de estas dos semanas de huelga y de la masiva manifestación que, el pasado 13 de noviembre, reunió a cientos de miles de personas en defensa de la sanidad pública, los médicos han decidido volver a plantarse. 

Esta vez protestan en contra del exceso de trabajo que viven a diario, una situación intolerable que ha llevado al 92% de ellos al colapso emocional, según un estudio del Observatorio de Salud Mental del Colegio de Médicos de Madrid (Icomem). A pesar de las recomendaciones internacionales que fijan la carga diaria de los médicos entre 20 y 25 pacientes, los médicos madrileños atienden a más del doble de esta cifra, y en algunos casos sin poder dedicar más de 10 minutos a cada persona.

Pocas horas antes de iniciarse la huelga, la presidenta regional Isabel Díaz Ayuso pedía que se desconvocara ante el incremento de los casos de gripe: “No podemos saturar los hospitales”, defendió. Después, sin embargo, el consejero de Sanidad, Enrique Ruiz Escudero, mostraba su disposición a sentarse a negociar con los convocantes.

A diferencia del anterior, para este paro la Consejería no fijó los servicios mínimos del 100%, limitándose a pedir que hubiera entre dos y tres médicos por turno en cada centro. Sanidad aseguró que se limitó a replicar “los mismos servicios mínimos que se han establecido en las huelgas de Primaria previas a la pandemia por COVID-19, para que no los declaren mínimos abusivos y acusen a la Administración de impedir el derecho a la huelga”. 

“Para los médicos de Primaria es muy complicado hacer huelga. Son nuestros pacientes de toda la vida y es difícil decirles que no”, explica una doctora del centro de salud Peña Prieta, que prefiere no revelar su nombre por miedo a ser sancionada. Este lunes trabaja junto a otros dos facultativos –de los 13 que normalmente se encuentran en el centro de salud– que al igual que ella son parte de los servicios mínimos exigidos. A pesar de alguna pequeña discusión en la entrada al enterarse de que habían cancelado sus citas, asegura que los pacientes se están mostrando comprensivos y les apoyan en la huelga. “Saben que lo hacemos para ellos, para garantizar la mejor atención posible”, afirma. 

Para evitar el colapso, que se anticipaba sobre todo en los centros de salud más grandes, los médicos han pedido a la ciudadanía acudir a las citas solo en caso de problemas de salud “no demorables”. “Necesitamos por favor que nos ayuden, sean comprensivos y, si es posible, que esperen a pedir cita cuando la huelga se desconvoque”, pidió el pasado viernes la secretaria general de Amyts, Ángela Hernández. 

En el centro de salud Párroco Julio Morate, en Arganzuela, la cola para el triaje llega a la calle. “Le doy una cita, pero no sé hasta cuándo estarán los médicos en huelga. Igual habrá que volver a programarla”, advierten los celadores a los usuarios que acuden al centro para planificar una consulta. Esta mañana solo trabajan tres médicos de familia y una pediatra, de los 13 que están habitualmente. Tanto afuera como en el interior hay decenas de panfletos y avisos que alertan de la huelga indefinida, explicando las razones del malestar de los profesionales sanitarios. “No dan abasto. La situación es complicada todos los días, pero hoy los tiempos de espera se están haciendo mucho más largos”, explica una enfermera del centro que pasa por los pasillos a toda prisa.

Antonia Díaz es una de las dos pediatras que trabajan habitualmente en el centro. Este lunes lleva una pegatina amarilla en la bata que la identifica como “médico en huelga”. Al ser la única en servicio esta mañana, desde que ha empezado su turno no ha parado ni un solo minuto. Normalmente de mañana se ocupa de las revisiones de niños sanos que tiene programadas, pero tuvo que cancelarlas al no ser consideradas urgencias. “En un día normal, empiezas con 30 niños citados y acabas con 50. Y esto que el límite para los pediatras debería ser de 21 pacientes diarios”, explica.

Durante sus 22 años en Atención Primaria, ha pasado por todo tipo de “desfases emocionales”, teniendo incluso que trabajar sola durante tantos días “que sumarían años”. “A pesar de todo, hoy estoy mejor. Pero el año pasado toqué fondo, física y emocionalmente. Un día salí de aquí y empecé a llorar sin parar. Tuve que detenerme durante algunos días, pero al final volví a trabajar, contrariamente a lo que me dijo mi médico de familia. Soy pediatra por vocación, no puedo dejar a mis pacientes”, confiesa cansada. 

Las mismas escenas se repiten en el centro de salud de Numancia, en Vallecas. En la calle, una sábana blanca anuncia que los médicos participan en el paro. En el ingreso, donde una larga cola de pacientes espera para ser atendidos, una pizarra blanca señala en qué salas atienden los sanitarios a los pacientes. De 15 facultativos que trabajan habitualmente, solo cinco tienen una sala asignada: cuatro de ellos forman parte de los servicios mínimos, mientras que el otro ha decidido no sumarse al paro.

“La población está siendo muy razonable. A muchos de ellos les ha pillado por sorpresa porque tenían citas. Pero cuando han venido y han visto cómo estaba la cosa, han preguntado qué estaba pasando y lo han entendido”, asegura Borja Apellaniz, médico en este centro. Aunque se encuentra en servicios mínimos y no está atendiendo a los pacientes citados, no ha tenido un momento de descanso desde que empezó su turno. Junto a la otra compañera que estaba también respaldando la huelga, han atendido a unos 90 pacientes solo durante la mañana. Sin embargo, de los 40 que han pasado por su consulta, solo dos eran de sus pacientes habituales. “Los otros que tenía convocados han preferido volver cuando la huelga se acabe. Es reconfortante ver que nos apoyan”, afirma.