En una concentración de rechazo a la acción municipal que este viernes, sin previo aviso, acabó con el huerto vecinal Gloria Fuertes uno esperaba escuchar gritos en contra del Ayuntamiento, pero no los hubo la mañana de este sábado en la plaza de Lavapiés. Por no haber, ni tan sólo se pronunció una declaración de condena, ni una mala palabra.
Cierto es que por lo bajini se hablaba de “vandalismo institucional” para calificar la destrucción del jardín llevada a cabo el día anterior por operarios públicos pero con lo que se contestó al Consistorio fue con el sonido de la azada cavando los hoyos en los que se colocaron nuevas especies verdes; replantando el arrasado parterre en poco más de una hora.
“Gloria vuelve más Fuerte”, dijo en cierto momento, jugando acertadamente con las palabras, una de las decenas de personas que se acercaron al lugar para arrimar el hombro en la reconstrucción de lo que ayer se destruyó. “Perdona, soy de Somos Lavapiés, ¿te puedo robar la frase para titular el artículo en el que contaré esto que está sucediendo?”, pregunté.
Junto a ella, María José dejaba de trabajar un instante para ofrecer también para este texto el poema que le había escrito al huerto: “Jardín de la ilusión de los vecinos / Escuela para tod@s l@s pequeñ@s / Berenjenas de amor / Tomates con sonrisa / Nutritivo corazón que construía barrio / Arrasado por normativa sinrazón”.
María José no había tenido relación con este espacio de Lavapiés hasta este sábado, pero después de haberse enterado ayer de lo sucedido a través de las redes sociales aseguraba que no había podido hacer otra cosa que acercarse por allí para ayudar. Como ella, Susana, recién llegada de vacaciones, también estaba echando una mano y anunció que piensa volver a participar en acciones sociales que tengan lugar en el barrio. ¿Será el alcalde Almeida el responsable de insuflar sangre nueva y de revitalizar el tejido vecinal de la zona?
Juan, con sombrero de paja y una planta de cúrcuma en la mano, se sumó a la fiesta una vez bien iniciada, pero dispuesto a ponerse manos a la obra. Tras él llegaría otro vecino para entregar dos hermosas plantas: un cactus enorme -de más de 10 años- y un pequeño granado con sus flores y sus frutos.
Poniendo la oreja fue como nos enteramos de que otro de los donantes de plantas confesaba en petit comité ser votante convencido del PP, al tiempo que pedía no hablar de política sino del huerto que, al parecer, no es solo cosa de 'rojos' puesto que otra de las personas mayores más implicadas en su reconstrucción también reconocía haber votado al actual alcalde.
De entre la brigada principal de replantado destacar el nombre de Eli, incansable a golpe de riñón, y los de Carlos y Matteo, principales impulsores de la iniciativa Replantamos plaza Lavapiés. Clara era el de una niña que junto a su madre aportó un pequeño cactus, comprometiéndose a visitarlo con frecuencia y a traer hasta el jardín a sus compañeros de colegio.
En esta mañana de sábado, hubo muchos más nombres, más vecinos y más niñas aportando su granito de arena a la recuperación del huerto Gloria Fuertes. De entre todos ellos queremos destacar el de Elena, una vecina de cierta edad que se convirtió ayer en ejemplo de la resistencia popular ante la decisión, difícil de entender, de Cibeles. Esta mujer fue una de las primeras vecinas en empezar a replantar el parterre pocas horas después de su destrucción y un par de fotografías suyas en el tajo, tomadas por Juanjo Mellado, se hicieron virales a través de las redes sociales.
Toda lucha precisa de un símbolo y la potencia de la imagen del pelo blanco de Elena blandiendo azada bien podría ser, muy a su pesar, el de los vecinos de Lavapiés que se han rebelado contra una administración que les ha querido quitar su jardín.
Vista la respuesta vecinal, falta saber quién es el valiente que sale ahora a la palestra a reivindicar el haber sido la persona de la que partió la orden de acabar con el huerto Gloria Fuertes. Ayer, desde el departamento de prensa del Ayuntamiento se guardaron muy mucho de identificarla. Oficialmente, no supieron decir de quién era ese muerto, si bien está claro que el dueño estará entre estos tres posibles: el alcalde -Martínez Almeida-, el delegado de Medio Ambiente y Movilidad -Borja Carabante- y el concejal de Centro -José Fernández-.
Si hay paso al frente e, incluso, si hay orden de acabar otra vez con el huerto, se hará nuevamente apelando a su “falta de autorización” y a que se ha “ocupado una zona ajardinada”, que fueron los porqués de la intervención ofrecidos ayer por el Consistorio.
Sin embargo, cabe recordar que esa “zona ajardinada” llevaba más de dos años y medio siendo un erial, abandonada por las autoridades, antes de la intervención de los vecinos para transformarla en un auténtico espacio verde.