Hoy en el número nueve de la calle Béjar, muy cerca del metro de Diego de León, no hay nada relevante pero durante los años setenta hubo un local que resuena recurrentemente en la memoria de los pocos modernos que había en Madrid pre-Movida y que jugó un papel importante en la incipiente escena rockera de la ciudad.
En M&M empezaron a tocar los Burning y allí encontraron hueco pioneros de otras coordenadas como La banda trapera del río o Triana. También fue escenario para estrellas internacionales como Nico, los Faces de Rod Stewart, Rory Gallagher, Gary Glitter o Geordie (la primera banda de Brian Johnson, cantante de AC/DC). Acercándose la década a su desembocadura tocaron en M&M también grupos de la Movida, como Kaka de Luxe o Zombies, entre otros.
La nueva vida de M&M comenzó en 1971. Ese año, Vicente Mariscal Romero, un joven locutor musical de Radio Centro, organizó junto con el disc-jokey Salvador Arevalillo una sesión matinal un domingo con el trío progresivo Blue Bar, donde militaba el luego célebre guitarrista Salvador Domínguez. Contra todo pronóstico, la sala se llenó y los dueños de la discoteca ofrecieron a Romero ocuparse de la programación. Uno de los ingredientes sorpresa del éxito era la publicidad de la radio. Otro lo encontrarían en la colaboración con un contacto en la casa de discos Ariola, que les ayudaría con las contrataciones internacionales.
Vicente Romero ha rememorado en diversas ocasiones la vigilancia a la que les sometía una cercana comisaría, alguna visita inesperada de los grises o las amenazas del comisario por querer programar al cantaor comunista Manolo Gerena. Pero el recuerdo que de verdad saca la mejor sonrisa del veterano locutor es cómo aquellos chicos que llenaban cada semana la sala empezaban a hacer el air-guitar, algo desconocido hasta la fecha en estos lares.
El fallecido Pepe Risi, de Burning lo recordaba así, tal y como recoge Fernando García Poblet en su libro Inoxidable:
“La discoteca M&M era la única que ofrecía conciertos de rock, una música considerada por la opinión pública de maricones, pendencieros, chidos y algunos adjetivos más, así que cuando había algún concierto de rock, no se podía hacer publicidad, lo que solía ocurrirles a los Stones cuando tocaban en el Marquee londinense”.
De la barra se ocupaba Paco Fernández de Paz, que era sobrecargo de Iberia (los trabajadores de esta compañía hicieron mucho por traer a España las últimas novedades musicales y, a menudo, sacaron un buen sobresueldo por ello). Fernández de Paz llevaría luego el café con escenario de los cines Alphaville y convenció a los dueños para producir Laberinto de Pasiones de Pedro Almodovar.
El escaparate musical y de cambio de costumbres de M&M debió ser impactante para aquellos jóvenes educados durante el franquismo. El conocido periodista Antonio San José se encontró siendo un joven aficionado a la música con la inesperada oportunidad de conocer en persona a la supermodelo y cantante Nico, que había compartido el álbum del plátano con la Velvet, durante un concierto en la disco de la calle Béjar.
En 1974, siendo estudiante de primero de periodismo, había acudido con un amigo algo mayor al concierto de la artista alemana. El Mariscal Romero, visiblemente nervioso a quince minutos del concierto les dijo que la artista alemana aún no había llegado porque la persona que se iba a encargar de ir a buscarla al hotel no está disponible y les rogó que por favor fueran a por ella al Hotel Colón, en el barrio de la Estrella. Por supuesto, los jóvenes se tomaron la petición como una misión y condujeron raudos a través de la calle Doctor Esquerdo en busca de Nico. San José preguntó por ella en recepción, Nico bajó y se montó en el asiento trasero del modesto Citroen 2CV de su amigo. “Me tomé esa noche mi primer cubata. Creo que me lo había merecido”, recuerda el periodista en el blog de Adrián Vogel.
Por M&M desfilaba también la generación puente que se encontraría poco después con los jóvenes de la Movida. Un casi adolescente Fabio de Miguel (McNamara) acudía asiduamente con su amigo, el luego productor musical Miguel Ángel Arenas Capi. Cuando no tenían dinero para la entrada el Mariscal se se enrrollaba y le decía al portero que hiciera la vista gorda. El mismo puerta que, seguramente, denegaba el paso por no tener la edad a Edi Clavo antes de ser el batería de Gabinete Caligari; el que tendría un ojo puesto en la pareja formada por el fotógrafo Alberto García-Alix y el pintor Ceesepe, que por aquel entonces empezaban a experimentar con las dexedrinas.
Una noche en M&M, durante un concierto de Ramoncín, los miembros de un incipiente grupo elegían nombre. Eran Kaka de Luxe (aunque primeramente iban a ser Shit de Luxe) y solo cinco días después debutaron en el escenario de un garito de Argüelles.
En 1979 apareció en prensa el anuncio de “se traspasa” de la pequeña sala de Diego de León. Ya existían en Madrid otras salas donde también se programaba rock y los escenarios de la escena nuevaolera se multiplicaban. El tiempo de M&M había terminado.