La calle Corredera de San Pablo está experimentando un cambio comercial vertiginoso en los últimos meses: comercios de toda la vida están desapareciendo rápidamente para dar paso a nuevas tiendas y algunas de estas, en muy cortos periodos de tiempo, cierran para dar paso a otras nuevas.
En lo que va de año han desaparecido tres bares clásicos de la calle: primero fue el Bar Prado, que se vendió por una cifra cercana a los 800.000 euros, luego finalizó el arrendamiento del Dominó, el local que ponía los cafés más tempranos del barrio, y ahora le ha tocado el turno a la Farmacia de Guardia, un comercio regentado por Enrique en la barra y que tenía como clientela habitual a vecinos de la zona.
El local, de unos 90 metros cuadrados y ubicado en el número 49 de la Corredera Baja, cerró en el mes de mayo y se desconoce si sus propietarios, los hermanos Palleiro, lo han puesto a la venta o se va a reformar para albergar otro negocio de hostelería. Las licencias de bar-cafetería son muy cotizadas en esta zona, debido a que la calle está bajo el régimen especial de Zona de Protección Acústica Espacial, que impide la concesión de nuevos permisos para la hostelería.
La Farmacia de Guardia no es el único local sobre el que se avecinan cambios. También cerró hace poco, en la misma acera, el herbolario Los Girasoles. Con esta clausura se pierden no solo los productos de esta tienda, sino también los consejos que Manoli, su responsable, ofrecía a sus clientes.
Los comercios antiguos no son los únicos que corren peligro de desaparición en la Corredera. En muy poco tiempo dos de sus nuevas tiendas de la parte alta se han visto obligadas al cierre o a la reforma: Wasabi -una concept shop- y Selva, dedicada a ropa y complementos. La segunda liquidó su stock en mayo y ya está reformándose. Y en la primera se ha añadido una heladería, negocio que ya empieza a ser multitud en esta calle que atraviesa Malasaña de norte a sur.
Los cambios acelerados coinciden en el tiempo con una turistificación evidente de la calle, en la que están abriendo muchos tipos de negocio principalmente orientados a dar servicio al visitante ocasional. En esta vía se están abriendo también viviendas turísticas en antiguas casas de vecinos, como ocurrió en el edificio situado en el número 33, que fue recientemente inspeccionado por el Ayuntamiento de Madrid.