Álvaro Fernández Heredia es una de las personas que mejor conoce cómo se mueven coches, peatones y viajeros del transporte público por Madrid. Fue nombrado hace cuatro años gerente de la Empresa Municipal de Transportes (EMT), desde donde ha gestionado este servicio municipal ampliando sus funciones y alcance, además de asesorar al Ayuntamiento a la hora de tomar decisiones importantes de movilidad. Como la de la puesta en marcha de Madrid Central.
Ante el fin de las multas en esta zona de bajas emisiones (por el momento provisional, hasta el 30 de septiembre), Somos Malasaña ha hablado con él sobre cómo puede afectar un posible desmantelamiento de la medida. El gerente de la empresa que gestiona la movilidad en Madrid se muestra especialmente preocupado ante la posibilidad de que Gran Vía se pueda volver a abrir de nuevo al tráfico, sin restricciones.
“Gran Vía es la clave de Madrid Central”, explica Fernández Heredia a Somos Malasaña. “El tráfico residencial se distribuye por ella y si se deja de libre circulación, no va a funcionar y puede haber un efecto rebote en toda la ciudad, se puede colapsar todo el entorno”, explica sobre los planes declarados por el nuevo alcalde, Martínez-Almeida, de permitir la libre circulación por algunas calles del centro, como Gran Vía o San Bernardo.
La Gran Vía es el eje sobre el que pivota toda la configuración del área de bajas emisiones de Madrid. Su reforma se ejecutó pensando en favorecer la movilidad y hacer descender el tráfico de paso. Fue una decisión que se tomó en las navidades de 2016-2017, cuando se comprobaron los efectos positivos sobre la contaminación que tenía alejar la circulación de esa zona y se decidió la configuración de dos carriles por sentido (uno para coches y el otro carril-bus), la óptima en estas circunstancias. Una nueva disposición que, en principio, no se revertirá pese a que Madrid Central quede suspendida de facto a partir del 1 de julio.
“Puede ser muy peligroso que se lance el mensaje de que ya no hay multas”, lamenta el gerente municipal y recuerda cuando se permitió el tráfico libre en Gran Vía con su nueva configuración, justo antes de la entrada en vigor de Madrid Central. “Esa experiencia ya la hemos tenido y el resultado para las líneas de la EMT fue nefasto”, detalla al recordar las invasiones constantes del carril bus por parte de vehículos privados. “Cuesta mucho subir a alguien al autobús, pero es muy fácil que se baje y que no vuelva”, alerta.
Durante el diseño del área de bajas emisiones, la EMT ayudó al Ayuntamiento a trabajar con diferente modelos de circulación para perfilar esta zona que se llamó después Madrid Central. “La medida estaba superestudiada en términos de tráfico. En 15 años de carrera profesional no conozco ninguna medida de movilidad en otras partes del mundo que se haya estudiado tanto como esta”, explica para negar la improvisación, uno de los bulos que hizo correr la oposición cuando entró en funcionamiento. “Todo lo que predijimos que iba a pasar en cuanto a movilidad ha pasado”, defiende.
Madrid Central ahorra a la EMT 4 millones de euros
A la vista de los datos, Álvaro F. Heredia reconoce que algunos efectos de Madrid Central fueron incluso más positivos de lo calculado: “Nos sorprendió que las medidas tuvieron mejor resultado de lo esperado. No se dio ninguno de los efectos negativos y se incrementaron los positivos”, recalca. Como que el mes de mayo fuera el mejor de la serie histórica en términos de contaminación, pese a que solo llovió un día.
Bajó el tráfico en las calles del distrito Centro, pero también en el perímetro e incluso en la M-30. “El famoso efecto frontera no se produjo”, señala el gerente de la EMT. Los buenos datos también llegaron a los autobuses, que mejoraron en ocupaciones y frecuencias: su uso se incrementó el 6,5% en día laborable y hasta el 11,7% los festivos. “Se esperaba que pasara en las líneas que rodeaban Madrid Central, pero los beneficios se extendieron a todas las líneas de la ciudad” detalla el gerente y cita ejemplos como el bus 34, que llegaba mejor a Carabanchel y Latina gracias a que desaparecieron los atascos que sufría en el Paseo del Prado. “Los conductores de autobuses te dicen que desde que está Madrid Central va todo como la seda”.
“Hemos llegado a tener una mejora de puntualidad entre 2 y 3 puntos en toda la red, lo que era difícil ya que estábamos por encima del 90%”, detalla Fernández Heredia mientras explica que previamente habían hecho un cálculo de cuánto podría costar haber alcanzado ese nivel de servicio poniendo más autobuses en funcionamiento: el resultado fue 4 millones de euros. Cifra que se ahorró con el comienzo de Madrid Central.
Ahora, a dos días de que se retiren las multas, el gerente de la EMT duda que el nuevo gobierno municipal pueda eliminar Madrid Central: “Me cuesta creerlo. Desde el punto de vista técnico, no hay ninguna sola motivación para revertirlo. Todos los índices han mejorado”.
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