El adiós de uno de los restaurantes chinos pioneros en Madrid, el del subterráneo bajo Plaza España no ha acabado, ni de lejos, con la oferta gastronómica del gigante asiático en la capital. Más bien al contrario. En paralelo a su cierre han abierto decenas -sí, decenas- de establecimientos que tienen como clientela principal a la propia comunidad asiática pero en los que cada vez más se aventuran los madrileños ansiosos de probar sabores diferentes.
La Pequeña China de Madrid está justo detrás de Plaza España, en callejuelas del viejo Madrid que han sido tomadas por comercios asiáticos, primero de forma gradual y en los últimos cinco años de un modo más intenso. Primero fue Leganitos, después San Bernardino pero ahora han llegado a las calles Reyes, Álamo, Antonio Grilo... la concentración es sorprendente y en algunas manzanas casi supera a la de Usera, el distrito con más población china de la ciudad.
Gracias tantas aperturas la variedad es abundante y en muy poco espacio es posible recorrer muchos locales típicos de China y propuestas gastronómicas muy distintas. Una de las últimas en llegar ha sido la del malatang malatang(麻辣ç«), un tipo de comida originaria de Sichuan -y extendida hasta Beijing- en la que el comensal escoge sus propios ingredientes entre decenas de bandejas autoservicio y luego elige cómo se prepara (en sopa o a la plancha) y el grado de picor (desde la nada al humo por las orejas). Se paga al peso y es un plato bastante contundente. En la Pequeña China de Madrid se sirve en el Juventud (C/ Reyes 8) y, saliéndose un poco de zona, en el Nan Nan (Costanilla de los Ángeles 18).
Una versión alternativa a este concepto son los pinchos, que tienen poco que ver con los típicos de tabernas vascas a los que estamos acostumbrados en Madrid. Se trata de comida preparada a la barbacoa (ç§ç¤), ensartada en palos y cocinada con especias y picante al gusto. Existen varios locales que los preparan con acierto como el Wang Wang (C/ San Bernardino 6), aunque quizás uno de los más auténticos sea el pequeño Barbacoa (C/ Antonio Grilo) donde cuentan con decenas de opciones y tu propia plancha adherida a la mesa para prepararte los pinchos in situ.
Y llegamos al picante (è¾£). Porque buena parte de la comida china tradicional suele llevar mucho de esto. Y aunque la fama en España se la lleva Sichuan (y su pimienta), la región del país que carda la lana en el tema es Guizhou. Para probarla lo mejor es pasarse por el Kung Fu (C/ Luna 12) y, bajo la atenta mirada del mural de Bruce Lee, pedir varios de sus platos llenos de chiles como su lubina especial o cualquiera de sus entrantes fríos. Los de la región de Hunan tampoco le van a la zaga y cerca de la Pequeña China hay uno con el mismo nombre (C/ Ballesta 4) para echar fuego por la boca.
Mitad de picante y mitad de olla caliente es el siguiente grupo de restaurantes, los que sirven Huo Guo (ç«é ) o Hot Pot, una comida perfecta para el invierno que consiste en una gran olla con caldo (a veces picante, a veces no o mitad y mitad) a la que se le van echando todo tipo de alimentos, desde verduras, empanadillas, bolas de carne y pescado... hasta tiras de ternera congeladas. Esta entretenida comida la sirven en muchos lugares como el lujoso Casa Lafu (C/ Flor Baja 1), el más asequible Buenaventura (C/ Silva 25) o el cercano Ni Hao (C/ Silva 20), el picantísimo The Hero (C/ Álamo 7) y sobre todo en el Hot Pot (Plaza de los Mostenses 1), donde ofrecen una especie de bufé libre de cosas que echarle a la olla. Eso sí, la carta -como en algunos restaurantes de la lista- está en perfecto chino mandarín.
Estos son algunos de los más destacados entre la treintena de chinos de chinos que han surgido en el centro de Madrid. También merece ser citado uno de los más antiguos, el Rey de Tallarines (C/ San Bernardino 7), con su buenísima pasta hecha a mano y su pasado de visitas de la realeza, que se ha cambiado de local recientemente en la misma calle. Y uno de los que más está de moda, el Xiongzai (C/ San Leonardo 3), también conocido como el Chini the Pooh, por el conocido personaje animado que adorna este concurrido espacio con empanadillas y baos a precios muy asequibles.
La gastronomía del país asiático no está solo presente en los restaurantes. Los amantes de su cocina también pueden intentar reproducirla en casa comprando los ingredientes en sus tiendas y supermercados, donde el tofu no cuesta un ojo de la cara y las variedades de tallarines ocupan pasillos enteros. En la Pequeña China hay varias dentro del Mercado de los Mostenses, que además ofrecen verduras frescas básicas en cualquier plato como el pak choi o la berenjena china.
Fuera, destacan los supermercados de Antonio Grilo y Leganitos, donde se puede comprar comida preparada como los imprescindibles zongzi (ç²½å), pirámides de arroz glutinoso rellenas que eran uno de los platos estrella del extinto y citado Chino de Plaza España. Para el que no sea muy cocinillas, la sección de empanadillas congeladas le puede volver loco. Como le pasará cuando descubra las arroceras automáticas (también venden electrodomésticos), un invento chino con el que conseguir un arroz cocido perfecto -sin que se pase ni se queme- y que nunca falta en sus restaurantes.