‘La invasión de los Carrefour Market, Express y BIO’ suena a título de película de terror de serie B y, sin embargo, es una descripción concisa y elocuente de lo que está sucediendo en el barrio de Universidad. Con la nueva superficie comercial vinculada a la cadena de supermercados francesa que acaba de abrir en la calle San Joaquín, son ya 12 los Carrefour de proximidad que hay en el barrio.
Aunque con distintos apellidos y, en su mayoría, distintos propietarios -los hay que repiten-, la mancha de aceite Carrefour se extiende como franquicia por Malasaña de forma agresiva y a ritmos nunca antes vistos (Espíritu Santo 4, San Bernardo 18, Pez 24, Fuencarral 96, San Bernardo 76, Desengaño 12, San Bernardino 4 y San Bernardino 20, Velarde 1, Hortaleza 65, Carranza 18 y San Joaquín 8). En 2014, año en el que despegó el despliegue, había 4 Carrefour frente a 5 supermercados DIA. Hoy, doblan ya el número de tiendas DIA -su más directo competidor- que hay en la zona (Santa Cruz de Marcenado 11, San Bernardo 83 y San Bernardo 35, San Andrés 12, Barceló 2 y Corredera Baja 39).
El fenómeno de los ‘súper’ de proximidad Carrefour amenaza con arrasar con toda competencia habida y por haber y ni las tiendas de alimentación regentadas por ciudadanos de origen chino le aguantan el pulso: se hallan en clara retirada, cuando no se han unido al enemigo -los propietarios de una nueva tienda situada en la plaza del Ángel, cerca de Antón Martín, son asiáticos-.
Que no pertenezcan ni a Carrefour ni a DIA, en Malasaña sólo podemos encontrar como supermercados los Nuevos Rotterdam de San Bernardo 63 (establecimiento independiente, aunque venda productos Covirán), un Eroski en el número 25 de la calle Valverde, el Super Internacional (Espíritu Santo 32) y el Bazar-Supermercado (plaza Soledad Torres Acosta, 2), estos dos últimos propiedad de ciudadanos chinos.
Pero, ¿cuál es la clave del éxito de este formato? Y, sobre todo, ¿por qué han tardado tantos años las grandes cadenas de distribución en apostar por invadir Malasaña? Aunque las razones son múltiples, hay, al menos, dos factores determinantes: la ley de 2012 de liberalización de horarios comerciales en la Comunidad de Madrid -aprobada siendo Esperanza Aguirre presidenta- y, por encima de todo, los avances en la logística y en los sistemas informáticos de las grandes cadenas.
La liberalización horaria permite que cualquier establecimiento pueda abrir 24 horas los 365 días del año. Los Carrefour son los únicos supermercados del barrio que abren incluso domingos y festivos y también los que más tarde cierran a diario.
Por otra parte, hace unos años era fundamentalmente el reducido tamaño de las superficies comerciales disponibles en los barrios céntricos de las ciudades, como Malasaña, lo que mantenía a raya a las grandes cadenas, que no veían posible la sostenibilidad de espacios de menos de 600 metros cuadrados. Sin embargo, hoy se puede abrir un Carrefour Express con un mínimo de 60 metros cuadrados, diez veces menos que antaño.
La logística es la clave
La logística es la clave
Los cambios en la logística del grupo y las mejoras tecnológicas han contribuido a romper esa antigua barrera de protección que marcaba el tamaño de las tiendas. Ahora se tiene controlado automáticamente lo que se vende y todos los días llegan al barrio camiones que reponen mercancía desde los centros de distribución de la cadena situados en las afueras de la ciudad. Los supermercados no necesitan disponer de un espacio de almacenaje y las referencias expuestas en sus lineales se ajustan al máximo al gusto del consumidor gracias a la informática.
Carrefour cuenta en España con 440.000 m2 de red logística para surtir y servir a sus franquiciados. Pertenecer a un gran grupo como el francés permite a cada supermercado beneficiarse de los precios de compra al por mayor de productos que negocia la central y de la actividad de los centros de corte y envasado de alimentos frescos que posee, o de los que se provee. Todo llega a las tiendas envasado y empaquetado y éstas no necesitan contar con personal especializado. Los pequeños ‘súper’ Carrefour de barrio funcionan con reponedores-cajeros, a razón de un salario medio de unos 880 euros mensuales por 42 horas a la semana de trabajo, según datos de primera mano recogidos por este periódico.
Sin muros horarios ni tecnológicos, la empresa matriz Carrefour se ha lanzado a la conquista del usuario que vive en el centro de las grandes urbes y que no era cliente habitual del formato hipermercado, el cual por otra parte presenta síntomas de agotamiento. La sombra amenazante de los gigantes de la distribución por internet, tipo Amazon, en clara progresión, es otro de los motivos que ha empujado a Carrefour a apostar por los 'súper' de proximidad, lo mismo que el querer aprovechar el creciente nicho de los productos ecológicos o el del cliente 'gourmet'. Para su expansión, tal y como hemos indicado anteriormente, la principal opción elegida por la empresa es la de la franquicia (el 90% de los establecimientos Express funciona así), una fórmula cómoda que traslada el riesgo de una nueva apertura a un tercero, el franquiciado.
El caso de una franquiciada de Carrefour
El caso de una franquiciada de Carrefour
Ascensión Córcoles es una de esas franquiciadas, la última en llegar al barrio como propietaria del recién abierto Carrefour de la calle San Joaquín. No es novata en estas lides, ya que este supermercado es el tercero que posee, después de abrir en 2014 uno en la zona de Antón Martín y luego otro en el barrio de Salamanca. Confiesa que no fue ella quien eligió en primera instancia apostar por abrir otro 'súper' en Malasaña, sino que aquí fue donde apareció un local óptimo y fue la misma red comercial que posee Carrefour la que le habló de esta oportunidad. A partir de ese chivatazo, el riesgo de emprender lo asume por completo ella como particular, si bien a mayor volumen de compras que realiza, mejores precios obtiene de Carrefour, por lo que -si las ventas funcionan- siempre será mejor tener dos supermercados que uno solo.
Ascensión se reinvindica como tendera de proximidad, independientemente de que esté asociada a una gran cadena. Preguntada sobre por qué decidió unirse a Carrefour y no a otra gran firma, confiesa que venía de trabajar durante 23 años como una empleada más de la francesa, tenía ganas de abrir su propio negocio y Carrefour la animó a hacerlo. Córcoles no contempló otra opción, pero es algo que no les sucede a otros muchos franquiciados.
¿Por qué entonces un Carrefour y no un DIA? Sin una respuesta clara, es de suponer que la apuesta firme de la matriz por incentivar este modelo de negocio será la que esté inclinando la balanza a su favor. “Yo estoy contenta con ellos y supongo que a otros muchos que están en mi misma situación les sucederá igual”, concluye Ascensión.
La resistencia de los viejos ultramarinos
La resistencia de los viejos ultramarinos
Pese a todo, en Malasaña hay vida comercial más allá de los supermercados y si a lo largo de la historia toda invasión, sea del tipo que sea, ha tenido su correspondiente movimiento de resistencia, ésta de los Carrefour también ha generado el suyo propio.
Algunas tiendas de alimentación de las de toda la vida se han hecho fuertes de forma heroica, tal y como confiesan sus responsables, aunque sea a costa de asumir importantes descensos en sus porcentajes de ventas. Se pueden contar con los dedos de una mano, pero existir existen. Son los Alimentación Nieto (Corredera Alta de San Pablo 47), Alimentación R. García (Corredera Alta de San Pablo 7), Alimentación Manolo (Corredera Baja de San Pablo 25), Mercado de la Corredera (Corredera Baja de San Pablo esquina con Puebla) y el UDACO de Noviciado con Amaniel; antiguos ultramarinos que tuvieron que reconvertirse en supermercados de barrio, que luego vadearon como pudieron el impacto de la llegada de las tiendas de alimentación chinas, que más tarde se especializaron ante la irrupción de los primeros DIA y Carrefour y que ahora afrontan un incierto futuro con una cada vez menor posibilidad de escapatoria.
Entre estos resistentes los hay quienes ven la cosa más negra y otros que, sin ser del todo optimistas, tienen claro que plantearán batalla hasta su jubilación. El panorama para ellos resulta también radicalmente distinto dependiendo de si el local del negocio es suyo en propiedad o si están de alquiler.
“Esperanza Aguirre nos la metió doblada en 2012”
José Ramón García, de Alimentación R. García (abierta desde 1960), recuerda que hace 25 años se vivía bien de su tienda de ultramarinos, compartida con su padre durante algunos años. Con el paso del tiempo y la caída de facturación se ha visto obligado a reinventarse en supermercado especializado en charcutería, panadería y carnicería. Ha tenido distintas ofertas de compra por el local (propiedad de su familia), pero afirma que aún le quedan al menos 10 años por resistir. Considera que, entre otras muchas razones, el éxito de los supermercados de las grandes cadenas que han entrado en el barrio tiene mucho que ver con la liberalización de horarios de apertura (“Nos la metió doblada Esperanza Aguirre en 2012”) y también con un cambio cultural en la sociedad: “La gente de 35 años o menos no sabe pedir lo que quiere comprar. Están acostumbrados a coger un paquete envasado en un lineal y listo. Se sienten incómodos y cada vez les gusta menos hablar con el dependiente. El consejo, el trato personal y el producto fresco de calidad que nos caracteriza necesita de cultura de compra por parte del cliente”. José Ramón indica también que su modelo de negocio necesita de clientela de barrio. “Cada vez hay menos vecinos de verdad, constata. Los que vienen a apartamentos turísticos no son nuestro público. Buscan comida de batalla”.
“Compran huevos de corral y se conforman luego con fiambre de plástico”
“Compran huevos de corral y se conforman luego con fiambre de plástico”
Salvador Nieto, de Alimentación Nieto, (abierta desde 1940) lleva toda su vida en el negocio familiar que era de su tío y que ahora comparte con sus hermanos. En total, cinco trabajadores de la misma familia. “Si el local no fuera nuestro ya habríamos echado el cierre y siendo nuestro nos tientan las ofertas de compra y de alquiler que nos llegan, pero me lo paso bien en mi trabajo, me jodería tener que cerrar. Desde hace un par de años las ventas han caído mucho”, comenta Salvador. La tienda se ha especializado en fiambres de calidad que compran directamente en fábrica y “en vinos buenos y a buen precio”.
Enganchados a esas banderas, reivindican sus recomendaciones y consejos como algo imposible de replicar en supermercados de grandes cadenas. Nieto coincide con José Ramón en el cambio cultural que se ha producido en los compradores más jóvenes e ironiza sobre cierto tipo de cliente moderno que pulula por el barrio con una frase demoledora: “Compran huevos de corral y se conforman luego con fiambre de plástico”. Sabe Salvador que, dada la excelente ubicación de su local, la transformación del mismo en un sitio que combinara producto de calidad con zona de degustación podría ser una estupenda alternativa para contrarrestar una facturación decreciente, sin embargo no es algo que le apetezca emprender. Lo suyo son 77 años de ultramarinos.
“Los pequeños no podemos competir en amplitud horaria”
“Los pequeños no podemos competir en amplitud horaria”
El Mercado de la Corredera es un negocio heredero del histórico Supermercados Hermanos Gila. Mismo concepto, sólo que distintos dueños desde 2014. José Vicente de Castro y Raúl Hernández están ahora al frente de este comercio, con el que arrancaron justo cuando se estaba gestando en el barrio la explosión de los supermercados de proximidad de las grandes cadenas. La especialización es lo que les mantiene con vida: carnes, embutidos, vinos selectos y productos gourmet, con una fuerte apuesta por la gama ecológica y bio. Sin embargo, De Castro indica con preocupación que su viabilidad a medio plazo está comprometida.
“Desde hace año y medio es cuando estamos sufriendo de verdad la proliferación de supermercados de grandes cadenas en la zona. Un ejemplo: antes los lunes eran un día fuerte de ventas para nosotros, que cerramos los domingos, pero ahora ya la gente no espera a que abramos ese día. Van al supermercado de turno y hacen la compra. Los pequeños no podemos competir en amplitud horaria con ellos. Necesitaríamos un cambio en la regulación por parte de la administración en este sentido. Otro tema es el de los sueldos y el personal con el que funcionamos. Nosotros tenemos aquí 12 trabajadores con contratos indefinidos y sueldos decentes con los que pueden vivir. Uno de estos 'súper' de gran cadena, por ejemplo, en los mismos metros cuadrados que nosotros funciona con menos de la mitad de personal que, además, no necesita especialización alguna”.
Al poco optimismo que respira De Castro lo remata un hecho concreto: la apertura del Carrefour BIO en la esquina de Velarde con Corredera Alta. “Si la especialización es lo único que nos quedaba a los pequeños, ahora ni eso nos va a salvar. Esta gente no sólo compite sin igualdad de condiciones, sino que copia descaradamente lo que otros hacemos y ven que funciona”. Quizá De Castro no vaya desencaminado, Carrefour ya ha declarado su intención de ser una “empresa omnicanal”; esto es, ir cubriendo cualquier necesidad detectada en los clientes, con nuevos servicios en cualquiera de sus formatos. “¿Se ve cerrando, entonces?” -preguntamos-. “Toca resistir y pelear. No nos queda otra” -contesta-.
“Cada vez me quedan menos clientes de los de toda la vida”
“Cada vez me quedan menos clientes de los de toda la vida”
Muy cerca del Mercado de la Corredera está Alimentación Manolo. Manuel Pérez estuvo 30 años siendo parte de Hermanos Gila y poco antes de que éste fuera vendido a De Castro y a Hernández cruzó la calle y se independizó. En su establecimiento conserva una fiel clientela a la que lleva décadas proveyendo, sobre todo, de fruta y verdura, su especialidad. Afirma que “subsiste”, sin más. “Cada vez me quedan menos clientes de los de toda la vida, se van muriendo, y la renovación de los fijos resulta complicada ante tanta cadena que ha entrado en el barrio”.
Apunta a que la fidelidad a un tendero es cosa del pasado. “La gente ve un letrero que dice 'Carrefour' en un nuevo establecimiento y entra sin pensarlo y entrar a una tienda como la mía les cuesta más”. Aún así, Manuel es optimista: le quedan cinco años para jubilarse y espera poder aguantar como sea hasta esa fecha. Seguramente, con él también se irá su negocio.
“Vamos a seguir con el negocio”
“Vamos a seguir con el negocio”
En la esquina de las calles Noviciado y Amaniel hay un supermercado familiar desde hace 60 años. En la actualidad está asociado a UDACO, Grupo Unide, y hasta hace unos días era Clemente Resa quien se hallaba al frente del negocio, en el que trabajaba desde hace casi 40 años. Lamentablemente, Clemente falleció hace unos días. Ahora son su mujer -hija del fundador del establecimiento- y su hermana María quienes sobreponiéndose al dolor han tomado las riendas, junto con Marcos Aranda, un empleado de antiguo.
A escasos metros de su establecimiento, en San Bernardino, les han abierto dos Carrefour, un buen estoque para sus cuentas, aunque sin puntilla. Cuenta María Resa que sobreviven gracias a las personas mayores de la zona, clientes fijos que valoran ante todo el trato y la atención que reciben a la hora de hacer la compra. Los pedidos que realizan las oficinas de la zona es otro de sus grandes sustentos. Tienen claro que van a seguir con el negocio.
José Ramón, Salvador, José Vicente, Raúl, Manuel y María se saben representantes de un comercio en peligro de extinción y se preguntan por qué la administración no los protege. Muchos de ellos ponen de ejemplo la limitación que existe en el barrio a la hora de abrir nuevos negocios de hostelería. “Si ahí se mete mano al libre mercado para que no acaben todos los locales comerciales del barrio convertidos en bares, no veo por qué no se debería limitar la apertura de supermercados de grandes cadenas”, comenta Nieto.
“Calidad y servicio, esa debe ser nuestra fórmula”
“Calidad y servicio, esa debe ser nuestra fórmula”
En este grupo de pequeños supermercados de barrio resistentes también debemos incluir a los comercios instalados en los mercados municipales de los Mostenses y de Barceló. El gerente de este último, Juan Andrés Heras, cree que no va a ser posible desde el exterior frenar las aperturas de supermercados de proximidad de grandes cadenas que se están produciendo en la zona, sino que será la propia saturación de este tipo de tiendas la que determine cuántas caben.
A su entender, serán los mismos Carrefour o DIA los que impidan que abran otros Carrefour u otros DIA. “Mandan las reglas del libre mercado y nada podemos hacer. Ni por amplitud horaria, ni por precios se puede competir contra ellos, pero donde sí que son batibles son en calidad y en servicio. Sobre este particular, en el Mercado de Barceló, que agrupa a algo más de 100 comercios, además de que cada vendedor es experto en sus productos, sabe aconsejar al comprador y responde en persona por la calidad de lo que ofrece, nos estamos moviendo en el sentido de ofrecer aún más servicio.
Un ejemplo de esto es el servicio común de reparto a domicilio que tenemos y el de venta online, desde una web, algo en lo que estamos trabajando. La gente hoy sale tarde de trabajar y muchas veces lo único que se encuentra abierto son estos supermercados. A muchos de nuestros asociados, que se levantan a las 3 de la mañana para comprar en Mercamadrid, no se les puede pedir que abran al público más allá de las 20 horas. Calidad y servicio, esa debe ser nuestra fórmula, y luego ya que el cliente decida qué quiere comprar y a qué tipo de comercio quiere ayudar“.
Por último, al hablar de comercio de proximidad con multiproducto, que no sea supermercado, es obligatorio mencionar a las llamadas tiendas de alimentación chinas. Invasoras en su día, e invadidas en la actualidad, están sufriendo como los que más una importante selección natural, con abundantes cierres. Su hermetismo a la hora de hablar sobre cómo les afecta la llegada masiva de las franquicias de grandes cadenas es total, tanto como lo obvio del hecho. Ni tan sólo en la tienda de Pez donde este redactor acude desde hace años a paliar olvidos y urgencias a deshoras sueltan la lengua. Son del tipo de comercio que va muriendo mudo.