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Madrid, ciudad sin ley para las terrazas

El escándalo de la proliferación de terrazas ilegales en el centro de Madrid  subió este verano un peldaño más después de la muerte de un joven en un lugar de este tipo el pasado mes de agosto. El problema no fue de que la terraza no tuviera licencia, pues si no se hubiera desprendido la cornisa del edificio no hubiera habido suceso alguno. Lo que llamó la atención de este caso es que el lugar hubiera sido sancionado en una ocasión y multado otras dos veces por mantener esta terraza sin permiso y aún así siguiera abierta.

Los hechos son consecuencia de una dejación municipal pasmosa y una legislación insuficiente, que deja en manos del propietario del local su cumplimiento, prácticamente a buena fe. El pasado verano el Ayuntamiento aprobó una normativa tremendamente permisiva para la instalación de terrazas. La consecuencia directa fue la proliferación en todo el distrito Centro de estas instalaciones, saltándose una normativa que, entre otras cosas, obliga a todos los comercios a colocar un plano de la licencia de su terraza en un lugar visible desde el exterior.

A finales del año pasado y para contrarrestar la polémica por la normativa y la proliferación de terrazas, funcionarios municipales pintaron las aceras del centro con marcas que señalaban el espacio habilitado por el Ayuntamiento para cada terraza. A día de hoy esas marcas se han borrado -por el tiempo o por los propios comerciantes, para poder rebasarlas- y algunas calles se han convertido en una auténtica gymkana para los viandantes que intentan pasar por ellas.

Después del suceso de la cornisa, conocimos que en lo que va de año se han abierto 35 expedientes en el distrito Centro por la apertura de terrazas ilegales.

La cifra es ridícula, si se tiene en cuenta que prácticamente el 100% de los cientos de terrazas existentes incumplen la normativa. Suponemos que estas 35 multas son los casos más flagrantes, pero incluso en el caso de que al final llegue la multa, al hostelero le suele compensar pagarla y seguir manteniendo abierta su terraza, donde recauda una cifra muy por encima de la multa municipal.

Y, como en muchos ámbitos de esta ciudad, en este terreno también detectamos mayor permisividad de los poderes públicos con determinados establecimientos. El último caso más evidente fue el de la terraza de la plaza Luna perteneciente a un local propiedad del Ayuntamiento y alquilado a un tercero. Hace unas semanas plantó sus 16 mesas y 64 sillas en medio de la explanada, sobre la fuente de la plaza. Allí permaneció varias semanas pese a las denuncias vecinales y a tener una comisaría de policía justo a su vera. Ahora que la fuente vuelve a funcionar se ha trasladado, pero sigue siendo ilegal y ningún funcionario municipal ha ordenado su levantamiento.

Necesitamos una actuación municipal más justa y una ley más severa en sus sanciones, para que los hosteleros que hacen trampas todos los días y molestan a los paseantes no se impongan a los propietarios de comercios que cumplen las reglas y juegan en inferioridad de condiciones. Cuando alguien monta una terraza ilegal, tiene que ser sancionado duramente, incluso con el cierre completo de su local. Tomar el espacio público de todos no puede salir gratis. Aquí no caben medias tintas porque la laxitud a la hora de aplicar la ley ha derivado en que Madrid, hoy, sea una ciudad sin ley para las terrazas.