Ha hecho falta que Madrid haya vivido uno de sus peores episodios de polución en los últimos años para que Ana Botella, al final ya de su mandato, decida poner freno a los episodios de contaminación provocados por la abundante circulación que soporta cada día el centro de Madrid.
En un plan presentado este jueves, el Ayuntamiento prevé endurece las medidas que se han de tomar para paliar la concentración de dióxido de nitrógenos, cuyos picos se asocian al exceso de tráfico. Varias de estas acciones afectarían a los distritos centrales regulados por parquímetros, como es el de Malasaña.
El consistorio establece tres nuevas definiciones para los niveles de aviso y alerta. Son las siguientes:
En el último episodio de contaminación, el del pasado mes de enero que coincidió con más de 30 días sin lluvia, se superaron varias veces estos niveles. El día 4 de enero, por ejemplo, la estación de Plaza de España llegó al nivel de preaviso, según datos de la página de calidad del aire del propio Ayuntamiento de Madrid. Los niveles de aviso, sin embargo, son más difíciles de cumplir en el sistema actual, así como los de alerta, debido a que las estaciones fueron recolocadas con Gallardón en mitad de parques o plazas sin coches, lo más lejos posible de las vías de tráfico que deberían medir, con la intención de falsear datos reales que el consistorio está obligado a recoger por normativa europea.
En cualquier caso, si la situación vuelve a suceder, los mandatarios de la ciudad ya tienen una lista de actuaciones, que se resumen en las siguientes medidas:
Además de estas medidas, está pendiente la peatonalización y el cierre a no residentes de todo el distrito centro de la capital, un plan que estaba previsto comenzara este 1 de enero y que el actual equipo de Gobierno ha pospuesto para después de las elecciones.