Tesoro, con la suerte en el nombre

Hace unos años, en una estancia en Madrid, al conocido actor Danny deVito le preguntaron sus impresiones sobre la ciudad. Éste, ni corto ni perezoso, respondió que era una ciudad muy bonita pero que esperaba que en su próxima visita hubiéramos encontrado ya el tesoro. La anécdota se refería a las continuas obras de la capital. Lo que no sabía el director de La guerra de los Roses es que existe en el barrio una calle que lleva en el nombre y en su leyenda el popular tesoro madrileño, la calle que une Pozas con Espíritu Santo (desemboca en la Plaza de Juan Pujol) y en su camino se encuentra también con las calles Minas y Santa Lucía.

Un nombre de leyendas

La mayoría de los cronistas de la ciudad atribuyen el nombre a una vieja historia según la cual en el siglo XVII, reinando Felipe IV, allí se encontró un tesoro en un pozo. Cuando se fueron a levantar unas casas, aparecieron enterradas unas vasijas de barro llenas de monedas de oro de tiempos de Juan I. Los nombres anteriores de Buena Viña y Buena Vista podrían también venir de la asociación entre el oro y la buena dicha.

El autor desconocido de Etimologías de las calles de Madrid (1863) también cuenta que “En la cueva de la casa num. 6 se encontraron varias ollas con escudos antiguos” – y añade una segunda leyenda como posible origen del nombre “… y como la dueña de la casa era muy virtuosa, el marido exclamó ¡tengo un tesoro!”

Ninguna de estas leyendas parece ser cierta, al menos no en el momento en las que se las sitúa, porque ya en 1590 se conocía así a la calle, según la toponimia madrileña de Luis Miguel Aparisi. En cualquier caso se trata de historias pintorescas que podrían haber sido verdad.

Existió hasta el XIX otra calle del Tesoro en Madrid, junto al alcázar. Ésta se llamaba así porque allí estuvo la Casa del Tesoro. Mientras existió, a nuestra calle del Tesoro se le llamó del Tesoro Alto.

La calle hoy

La calle del Tesoro evoluciona ante la vista con diminutas aceras a los lados y edificios rehabilitados, cada uno de su padre y de su madre, como es costumbre en Madrid; conviven el ladrillo y la piedra, lo vetusto y lo nuevo, las molduras de escayola y los muros huérfanos…

Existen en la calle algunos locales cerrados -algo bastante habitual en la barriada, como ya vimos cuando hablamos de la calle de las Minas-, una casa de comidas a la que hasta cerrada se le adivina la solera – Casa Ángel –, entre otros.

Damián, que nos cuenta que ha vuelto al barrio después de vivir en media Europa, explica que “muchos de los edificios que recordaba de cuando niño han sido arreglados y muchos balcones vuelven a tener jardineras y enredaderas. Así da gusto”.

Testigo de tiempos pasados quedan un par de viejas puertas de madera atacadas por la carcoma, de esas macizas que se abren en dos partes, como las de los pueblos. Es frecuente verlas en el barrio pintadas de colores o manchadas con pintadas. En Tesoro hay un par, una rosa en el Christian Center Vida Nueva y otra ya cerca de Espíritu Santo, en un estudio de cerámica.

En la calle del Tesoro uno puede además arreglar su moto, cenar comida griega y escuchar música electrónica.

Como dice Damián, “Tesoro es una callecita de paso, entre Malasaña y San Bernardo, al lado de Espíritu Santo y a un paso de la calle del Pez, pero nadie sabe de su existencia, es un buen sitio para vivir”.