Una saga de cómicos que no cabe en una placa

Al pasar por el número 48-50 de la calle de Valverde leemos en la placa de su fachada:

Madre mía, ¡qué de gente! La definición de saga de cómicos, que además podría crecer porque en esta casa, que era en realidad la de su abuela, nació el director de cine Juan Antonio Bardem, hijo de Rafael y Guadalupe. Es bien sabido que la saga seguirá ramificándose hasta llegar hasta la actualidad: su hermana Pilar Bardem es una conocida actriz y es madre de Carlos y Javier Bardem, ganador de un Oscar. Su hijo, Miguel Bardem, también se gana la vida como guionista y director de cine.

Por el lado de Guadalupe, también continuó la vena actoral: una de sus hijas con Manuel Soto fue la actriz de cine y teatro Luchy Soto, que a su vez se casó con el actor Luís Peña. Mercedes Muñoz Sampedro también tuvo descendencia en el mundo de la interpretación, la actriz Carmen Lozano, que trabajó con algunos de los mejores directores españoles de la segunda mitad del siglo XX, como Forqué, Fernán Gómez o el propio Bardem.

La primera de la saga había sido, en realidad Mercedes Sampedro, hermana de la madre de las tres hermanas Muñoz Sampedro, también actriz. Pero vamos a limitar el detalle del quién es quién a los que figuran en la placa de la que fue casa familiar hasta, más o menos, después de la guerra. Catalina Sampedro y Miguel Muñoz tenían una tienda de antigüedades en la calle del Prado. Cuando el negoció tuvo que cerrar, tres de las cuatro hijas del matrimonio siguieron los pasos de su tía Mercedes en las tablas, iniciándose en el Coliseo Imperial, un teatro por horas que había albergado el primer cinematógrafo y que estaba en la calle Concepción Jerónima.

Las hermanas debutaron siendo niñas y pasaron por diferentes compañías teatrales de la época como las de Rosario Pino, Enrique Borrás, Carmen Díaz o Lola Membrives.

En los años cuarenta comienzan a alternar sus carreras teatrales con los platós de cine. Guadalupe, conocida en la profesión como Doña Guadita, debuta con La Dolores (1940), de Florián Rey. En su haber, hay películas importantes de nuestro cine como Historias de la radio (1955), Los jueves, milagro (1957) o El último cuplé (1957). Durante los últimos años de su vida frecuentó las producciones ligeras de Vicente Escribá, como Lo verde empieza en los Pirineos (1973). Algunos de sus papeles más aclamados en el cine fueron el de Eloisa está debajo de un almendro (1941), que ya había hecho en teatro, o el de Maribel y la extraña familia (1960).

Aunque Mercedes fue menos prolífica que Guadalupe en la gran pantalla, la hemos visto en títulos importantes como El inquilino (1957). Matilde, por su parte, no se queda atrás en su currículum, trabajando en algunos de los mejores títulos de su hijo, Juan Antonio Bardem: Esa pareja feliz (1951), Cómicos (1953), Muerte de un ciclista (1955) o Calle Mayor (1956).

En la nómina de los consortes que habitan en la placa de la calle Valverde también hay muchos títulos importantes. Guadalupue se había casado en 1913 con el actor Manuel Soto Vives en la iglesia de Santa Bárbara. Se trataba de uno de los rostros más populares del teatro madrileño del primer tercio del siglo XX, que destacó sobre todo en la compañía de Lola Membrives. Como curiosidad, cabe contar que una de las pocas películas en las que sale es Raza (1942), con guión de Francisco Franco. Al menos en 1958, cuando murió, vivía con su mujer en Corredera Baja de San Pablo 39.

Rafael Bardem, que vivía en la casa junto a su mujer Matilde, con la que se casó en 1918, fue también un habitual de las compañías teatrales de la época, como la de María Guerrero. En los años cuarenta formó su propia compañía. Entre sus interpretaciones cinematográficas destacan Nada (1947), con Edgar Neville; El Clavo (1944), de Rafael Gil, o Esa pareja feliz (1951), de su hijo José Antonio junto con Luis García Berlanga.

Es posible que, como quien esto escribe, te hayas perdido en tan impresionante árbol genealógico, cuyas ramas surcan una de las sagas actorales más importantes del siglo XX en nuestro país. Cabe consolarse pensando que sus rostros, envejeciendo junto con el siglo pasado, han quedado registrados en numerosas películas, a través de las cuales podemos rescatar la historia de los cómicos que vivieron en la calle de Valverde.