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Opinión - Cada día un Vietnam. Por Esther Palomera

La Plaza de las Descalzas se hace más dura: menos indigentes alrededor del nuevo hotel de lujo llegado a Madrid

Si uno pasa estos días por la Plaza de las Descalzas y la contigua de San Martín, se encontrará con operarios trabajando en sus zonas verdes, algunas aún valladas. Frente a la fachada del nuevo hotel de lujo de la capital, The Madrid Edition Hotel, se abre la explanada pétrea que ha de dar la bienvenida en lo sucesivo a los adictos a las tendencias, que revolotearán alrededor del establecimiento que más está dando que hablar en Madrid.

La fachada del hotel de la marca Ian Schrager, el creador del mítico Studio 54 que opera bajo el paraguas financiero del grupo Marriott, no es otra que la portada barroca de Pedro de Ribera para el antiguo Monte de Piedad, cuya Fundación vendió parte del inmueble donde ahora se estrena el hotel de cinco estrellas.  Allí también ultiman detalles distintos operarios, observados por las viejas estatuas de Francisco Piquer y Joaquín Vizcaíno, marqués de Pontejos, fundadores del primer monte de piedad y la original caja de ahorros.

En las últimas semanas algunos usuarios de redes sociales se echaron las manos a la cabeza al ver cómo se cementaba la tierra de los parterres de la Plaza de las Descalzas. La imagen gris del cemento alrededor de arbolitos donde antes había espacios ajardinados con tierra –en mal estado– remitía a la ya larga moda de las plazas duras en el centro de Madrid.

Ahora mismo, las zonas ajardinadas selladas han sido cubiertas con grava coloreada y corteza, dibujando volúmenes que presentan una intención en el diseño, aunque no amortiguan su dureza.

Una dureza que, de paso, dificultará que los indigentes que con frecuencia dormían al cobijo precario de dichas zonas ajardinadas vuelvan tras las obras a lo que ahora es ya el entorno de un hotel de lujo.

Pocas plazas de tanto fuste e historia cargan con la eterna sensación de estar faltas de una buena reforma en Madrid. Cada mañana se forman largas colas a las puertas del Monasterio de las Descalzas Reales, con líneas apretadas en la acera para acceder al museo gestionado por Patrimonio, que reabrió a finales de 2019 tras unas largas obras de acondicionamiento.

La plaza es, en realidad, una con la plaza de San Martín, que deja recuerdo en el callejero madrileño del antiguo arrabal del mismo nombre durante los primeros siglos de existencia de la ciudad. Hoy en día cuesta imaginar que un lugar tan céntrico haya estado alguna vez fuera de la villa (la calle Postigo de San Martín también recuerda el postigo que estaba más o menos en la actual plaza de Callao y servía de entrada a San Martín). En el siglo XVI compartían el protagonismo del espacio el convento de San Martín, que ocupaba el solar de la actual Casa de las Alhajas, y el monasterio de las Descalzas.

Completan el espacio el mencionado Palacio de las Alhajas, magnífico ejemplo de arquitectura decimonónica, y la fachada barroca de la antigua capilla del Monte de Piedad. Sin embargo, este lugar tan turístico tiene un problema estructural que difícilmente se arreglará con arreglos en el mobiliario o las zonas verdes: el déficit fundamental de las Descalzas es el tráfico rodado y el acceso al aparcamiento, que parte la plaza y ocupa gran parte de su espacio.