“Cada malformación física de la ciudad lleva detrás una malformación social, política y cultural. El urbanismo es saber leer la ciudad”. Pronunciado por Eduardo Mangada, concejal de Urbanismo con Tierno Galván, este encendido discurso fue lo último que pudo escucharse el pasado miércoles 29 de junio durante la presentación del mapa de los horrores urbanísticos de Madrid, en el Ateneo La Maliciosa. Y son, quizá, las frases que mejor resumen el valor de la iniciativa.
La idea parte de la Plataforma Por el Derecho a la Ciudad, integrada por colectivos vecinales, ecologistas, de defensa del patrimonio cultural y de urbanistas que en 2014 decidieron plantarse contra el Avance del Plan General que tramitaba el Ayuntamiento de Madrid, entonces presidido por Ana Botella. Eran tantos los atropellos urbanísticos que se estaban planteando que se decidió reflejarlos en un mapa interactivo y colectivo.
Aunque el nuevo Plan General se paralizó, desde la agrupación creen que la situación de la ciudad no ha hecho más que empeorar: “Mientras se aprueban macroprocesos inmobiliarios como la Operación Chamartín, el acceso a la vivienda se vuelve una quimera. Para desgracia e incomodidad de los vecinos (que ven como sus barrios son cada vez más caros, ajenos e inhabitables), proliferan los pisos turísticos, las terrazas o las cocinas fantasma”. Este mapa 2.0 pretende servir de guía y recopilación sobre los espacios públicos que están siendo transformados o directamente arrebatados a la ciudadanía.
El acto estuvo conducido por María Ángeles Nieto Nines y Luis Suárez, de Ecologistas en Acción. Este último explicó que todavía se encuentra en su primera fase y se trata de un proyecto “abierto” y en actualización. De hecho, cualquier persona puede proponer nuevas adiciones a través de este formulario. El objetivo es servir de “entrada a una base de datos más amplia”. Es decir, el mapa aglutina de forma sintética casos que ilustran un modelo de ciudad “donde se expulsa a la gente”.
Después de la presentación de la herramienta, representantes de varias asociaciones expusieron la situación urbanística de distintas zonas de Madrid. Fue una forma de ampliar y retratar a través de ejemplos concretos, de historias horrorosas pero también honrosas, algunas de las incontables tropelías que pueden consultarse en el mapa. Tomaron la palabra Félix Arias (Plataforma Zona Norte), Mercedes Arce Chiqui (Parque Sí en Chamberí), Paloma Gómez (Stop Espacio Delicias) o Alberto Tellería (Madrid Ciudadanía y Patrimonio), además de otros vecinos y vecinas que expusieron diversas problemáticas de la ciudad.
La fábrica de Clesa como caso paradigmático
Entre los horrores denunciados se encuentran casos como el proyecto de “rehabilitación” de la fábrica de Clesa, en el distrito de Fuencarral-El Pardo. Después de su cierre en 2011, el edificio fue abandonado a su suerte. Aunque hubo algunos tanteos para rehabilitarlo y darle una nueva vida (se llegó a hablar de un “Matadero del norte”), la realidad ha sido muy distinta.
Según cuenta el periodista Peio H. Riaño, la prioridad de uso cultural que se establecía en los objetivos del concurso público fue finalmente ignorada. El proyecto ganador de la rehabilitación solo destinaba a ello un 4% del total de los metros cuadrados del edificio industrial, parcialmente protegido desde 2015, aunque la multinacional holandesa Kadans asegura que elevó este porcentaje al 20% en una revisión posterior. La mayoría del espacio, ideado por Alejandro de la Sota entre 1958 y 1960, se dedicará al alquiler de espacios para pymes vinculadas a la investigación científica. De ello se beneficiará los próximos 75 años Kadans, su principal inversor.
Por si fuera poco, el proceso no estuvo exento de opacidades. Kadans contactó para concursar como proveedor de servicios con la empresa Metrovacesa, propietaria del suelo. Esta compañía cedió la fábrica al Ayuntamiento de Madrid a cambio de beneficiarse de una modificación de su uso para promover en él la construcción de dos torres de 25 pisos. Una cesión muy conveniente, según Alberto Tellería, ya que el nuevo edificio que ocupará la lechera “estará al servicio de los rascacielos”.
Así, pese a que la convocatoria del propio consistorio demandaba del proyecto ganador que auspiciara actividades sociales, culturales o educativas para los residentes del entorno, su resolución aleja esta posibilidad. Las actividades de encuentro ciudadano han sido reemplazadas por los alquileres de la práctica totalidad de los espacios que saldrán de la rehabilitación. “Lo que estamos viendo es un continuo proceso de privatización. La ciudad se ha convertido en un tablero económico donde las administraciones están para dar negocio a las empresas”, lamentó Tellería durante la presentación del mapa de los horrores.
El vocal técnico de Madrid Ciudadanía y Patrimonio cree que la lechera reúne tres características por las cuales el consistorio no se preocupa de su protección: “Es arquitectura industrial, es arquitectura moderna y es patrimonio de la memoria del trabajo y de los obreros”. Tellería criticó que el Ayuntamiento se implique constantemente en “negocios extraños de los que los ciudadanos no obtenemos nada mientras los particulares consiguen grandes negocios”.
Carpas temporales que ni son carpas ni son temporales
En Arganzuela, entre el Museo del Ferrocarril y el Parque Tierno Galván, hay dos fincas públicas de 58.000 metros cuadrados que permanecieron prácticamente inutilizadas los últimos 30 años. Son resultado del llamado Pasillo Verde Ferroviario, el gran proyecto que en los noventa sacó el recorrido del tren del entorno urbano e integró el sur del barrio en la ciudad. Los vecinos llevan años reclamando espacios públicos, y el plan de urbanismo reservaba los terrenos para esa finalidad. Sin embargo, en lugar de un instituto o una biblioteca, una de las parcelas ha sido tomada por la empresa privada y el ocio más invasivo, como detalló Víctor Honorato.
Lo que estamos viendo es un continuo proceso de privatización. La ciudad se ha convertido en un tablero económico donde las administraciones están para dar negocio a las empresas
Con tres carpas para representaciones teatrales y música en directo, además de un jardín central con puestos de comida al aire libre, el denominado Espacio Ibercaja promete cabaret y espectáculos hasta medianoche para 1.800 personas. A cargo de la compañía Let’s go, dirigida por el productor Iñaki Fernández, la instalación es provisional, en principio. No obstante su licencia, que caducaba en abril, ya ha sido renovada.
“Este complejo de ocio se inauguró en septiembre, con lo cual nuestras esperanzas de que esos terrenos se nos concedieran como dotaciones púbicas están un poco mermadas”, reconoció Paloma Gómez (de Stop Espacio Delicias) en su intervención durante la presentación del mapa de los horrores. Y añade: “El Ayuntamiento les renueva las licencias reiteradamente, pese a que la instalación atenta contra la calidad de vida de nuestro barrio, puesto que genera múltiples molestias”.
Según Gómez, el consistorio se escuda en que se trata de una construcción temporal: “Esto no es así, aunque desde el exterior parezca una carpa gigantesca. Es una estructura duradera fijada con cimientos de hormigón y con acometidas para el suministro y el saneamiento”. Criticó además que los trabajos en esta parcela han supuesto además un vertido de “toneladas de arena y tierra” en la finca que todavía permanece sin edificar.
Desde Stop Espacio Delicias arremeten contra otra de las razones con las cuales el Ayuntamiento justifica este permiso: su condición de acto de especial proyección cultural, oficial y religiosa. “Con esto se abre la puerta a superar ampliamente los niveles de ruido sin que se tome ninguna medida”, dijo Gómez, que expuso también las consecuencias que están sufriendo los vecinos: “Todo esto nos ha traído al barrio una serie de molestias: afluencia masiva de gente, tráfico, contaminación acústica y lumínica y en definitiva falta de tranquilidad. Nos ha mermado la calidad de vida”.
Quiso puntualizar que en la plataforma no están en contra de este tipo de actividades económicas, pero entienden que deben realizarse “en los sitios adecuados para ellos, no rodeadas de viviendas o de una escuela infantil” y nunca a costa de “aplazar sine die la concesión de unos espacios públicos que el distrito necesita más que ciertos eventos lúdico-festivos”.
Cartografía de una ciudad horrorizada
Clesa o el Espacio Ibercaja son solo dos ejemplos de la manera de entender y tratar Madrid desde la desmemoria, desde el puro interés económico y privado. Hay muchos más: el último alargamiento de las Torres de Colón, pese a su protección urbanística y la oposición de numerosas voces de la arquitectura; el desmantelamiento de las cocheras de Cuatro Caminos; la reconversión de la sede de UGT en Hortaleza en un hotel de lujo o el derribo del Taller de Precisión de Artillería de Madrid.
Unas actuaciones que el mapa de los horrores intenta aglutinar y denunciar. Un vecino de Legazpi que acudió a la presentación explicó perfectamente la utilidad de una herramienta así: “Que se recalifiquen los edificios no lo percibes. Sin embargo, hay unas agresiones que son muy visibles: la conversión de tiendas en viviendas turísticas o la invasión de las terrazas están dando pie a una irritación social. Hay que visibilizar esto, que la gente entienda que sus luchas particulares forman parte de un modelo de ciudad que expulsa a los ciudadanos”.