La Universidad Complutense de Madrid (UCM), el mayor centro de estudios presencial de España, no tiene intención de esclarecer los incidentes acaecidos durante la reelección de su máximo dirigente. Joaquín Goyache revalidó su cargo el pasado 29 de marzo después de imponerse a la decana de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología, Esther del Campo. Fue el fin de una campaña plagada de controversias y acusaciones, que culminaron en unas votaciones donde se repartieron sobres con papeletas del rector o se pegaron carteles contra Del Campo en plena jornada electoral, acciones completamente prohibidas una vez las urnas están abiertas. Ahora, el propio Goyache descarta cualquier investigación interna porque estas personas “fueron identificadas por la policía, y en eso están”.
Así respondió a la interpelación del profesor de Matemáticas y exvicerrector de de Planificación y Evaluación Institucional, Juan Tejada, durante el claustro universitario celebrado el pasado 25 de mayo (el momento puede consultarse aquí, a partir del 5:11:40). Tejada recriminó a Goyache “la importancia de estos incidentes, ante los cuales no podemos pasar de largo porque afectan a la dignidad, la democracia y la imagen de esta Universidad, que se han visto seriamente deterioradas”. En su opinión, “deberían haberse abierto expedientes informativos con las correspondientes sanciones, expulsiones, inhabilitaciones o comunicaciones a la Fiscalía”.
La intervención de Tejada se centró en dos hechos. En primer lugar, la utilización del correo institucional por parte de profesores y decanos para instar al alumnado a votar por Goyache. Somos Madrid tuvo acceso a mails enviados desde cuentas profesionales de la Facultad de Comercio y Turismo pocas horas antes de las votaciones. En ellos se pedía el voto al actual dirigente con este mensaje: “En la candidatura de Esther del Campo hay una candidata de aquel equipo [el rectorado liderado por Carlos Andradas entre 2015 y 2019] que nos quiso cerrar y tiene en mente modificar el statu quo de este edificio, partiéndonos y repartiendo los estudios por varias facultades de la UCM”.
Sin embargo, las demandas de Tejada se volcaron muy especialmente en aclarar lo sucedido durante la jornada electoral. Habló de “un alumno de esta Universidad repartiendo votos el día de las elecciones, nada menos”. Se refiere a Ignacio Dancausa, líder de las Nuevas Generaciones del PP y estudiante de Derecho y Ciencias Políticas en la Complutense. Lo cierto es que no fue el único implicado en el reparto de sobres con papeletas de Goyache: lideraba un grupo en el que se encontraban otros estudiantes de la UCM, así como jóvenes sin vinculación con la institución.
Este comando de la cantera conservadora se dedicó además a entregar y repartir panfletos en los que se asociaba a Del Campo con Podemos, un mensaje repetido en “más de 25 carteles que pegaron hasta en el Metro de Ciudad Universitaria y los baños”, según varias personas que presenciaron los hechos. Ninguna de estas acciones está permitida con la campaña finalizada y menos una vez abiertas las urnas, de acuerdo a la ley electoral. Por ello, un grupo de estudiantes lo puso en conocimiento de la Policía Nacional. Varios agentes interceptaron e identificaron a los jóvenes de Nuevas Generaciones y de la asociación universitaria derechista Libertad Sin Ira. En la mochila de uno de ellos encontraron “más de 50 votos”, según relataron varios testigos a este medio.
Deberían haberse abierto expedientes informativos con las correspondientes sanciones, expulsiones, inhabilitaciones o comunicaciones a la Fiscalía
Dancausa, la figura más reconocible, llegó a increpar a uno de los alumnos que informó a los agentes de lo sucedido. Según la persona que sufrió estos ataques, le llamó “hijo de puta”, le dijo “ya te tengo fichado” y le amenazó con darle una paliza. Para Tejada, estos acontecimientos solo pueden acarrear “la inmediata expulsión de la comunidad universitaria”. Por contra, Goyache eludió responsabilidades precisamente por esa intervención policial, e incluso quitó hierro al asunto: “No han alterado las elecciones, no les pillaron con un camión con papeletas”.
“Lo repruebo y lo rechazo”, matizó el rector, para asegurar después que “no va a expulsar a una persona cuando el asunto está en manos judiciales, en manos de una Policía Nacional que habrá hecho las gestiones pertinentes”. Cree que estos incidentes no son suficientes para “enmendar un resultado” y que “lo importante es que estos actos no salían de mi candidatura”. Además, Goyache reivindicó “una Junta Electoral que ha funcionado bien y ha actuado siguiendo la normativa”.
“No puedo arremeter o hacer que la Junta Electoral arremeta contra nadie si solo he recibido llamadas informativas, pero ninguna denuncia”, aseguró por su parte la ya exsecretaria general de la UCM, Araceli Manjón-Cabeza. Se amparó en que “ningún acta de las 80 mesas electorales refleja ninguna incidencia” y en su falta de capacidad para interceder de oficio “una vez lo ha hecho la policía”.
Ante estas justificaciones (que no negaciones, ya que desde rectorado no desmienten que esas injerencias se produjeran), Tejada respondió que “si la justicia tiene sus tiempos la Universidad también los suyos” y recriminó al rector que “la cantidad de papeletas que llevara es irrelevante” una vez se intercede en el correcto devenir del proceso democrático.
No fue la única intervención del claustro a colación de los controvertidos comicios. Lucila Finkel, profesora del Departamento de Sociología, aseguró que un interventor de la candidatura rival envió “un correo electrónico a la secretaria general indicando que había jóvenes repartiendo papeletas, y que lo comunicaba vía mail ya que no funcionaba el registro”. Manjón-Cabeza llegó a contestar dicho mail, indicando que “tomamos nota de los datos que nos proporciona y de la intervención policial”. Finkel sugirió “cambiar el reglamento electoral para que la Universidad pueda intervenir en lo que pasa en el campus durante unas elecciones más allá de las mesas”, una propuesta que no fue atendida por el equipo de gobierno.
Año turbulento en la Complutense
Ignacio Dancausa ya fue protagonista en la concesión del título de alumna ilustre por parte de la Complutense a Isabel Díaz Ayuso. Ese día la Facultad de Ciencias de la Información se blindó para que solo accediesen estudiantes y docentes adscritos a ella. Pero Dancausa y otros compañeros de Nuevas Generaciones entraron escoltados por la policía poco antes de la llegada de la presidenta madrileña, a quien recibieron con vítores y gritos de “libertad” para acallar las protestas de estudiantes contrarios al nombramiento, el primero de este tipo que la UCM concede a una política en activo y una decisión que partió directamente de rectorado (las otras figuras fueron reconocidas a petición de la Junta de Facultad). Fue el inicio de la ola de polémicas que han sacudido la Universidad estos últimos meses, que Goyache hace frente con equilibrios cada vez más comprometidos.
Además de la entrega de sobres o los mails desde cuentas corporativas, el entorno de Esther del Campo denunció una campaña de difamación contra su candidata. Primero a través de redes sociales y medios de comunicación afines a la derecha o la extrema derecha, en los que se llegó a publicar que planeaba suprimir el vicerrectorado de Estudiantes o incluir a Juan Carlos Mondedero en su equipo de gobierno. Pero también a través de grupos de mensajería de estudiantes, donde se infiltró un exasesor de José Luis Martínez-Almeida para esparcir el bulo de un supuesto cierre del campus de Somosaguas en la jornada de votaciones debido a una avería, con objeto de desmovilizar al alumnado más cercano a Del Campo.
El último fuego en torno a Goyache tiene que ver con uno de los nuevos nombramientos de la que será su segunda y última etapa al frente de la UCM, que con la extensión de los mandatos por la nueva Ley de Universidades se alargará hasta 2029: el de Julio Banacloche como nuevo vicerrector de Ordenación Académica y Profesorado. Este catedrático de Derecho Procesal tiene en su historial frases como “un católico debe desobedecer leyes contrarias a la ley natural” o “que una ley haya sido aprobada mayoritariamente por un parlamento no dice nada de la justicia de esa norma”.
Durante los últimos meses, Banacloche se ha manifestado con vehemencia contra la mayoría de políticas del Gobierno de Pedro Sánchez en medios conservadores o ultracatólicos, donde tacha algunas de estas medidas de “ingeniería social” que “nos acerca peligrosamente al totalitarismo”. El correcto funcionamiento de la democracia interna en su Universidad, sin embargo, no parece despertarle tantas suspicacias.