Es un hecho poco conocido que la primera escuela para mujeres adultas estuvo en el número 1 de la calle de los Artistas, en el barrio de Cuatro Caminos. Al parecer, durante el transcurso de una fiesta escolar de la escuela de niñas que había allí, algunas madres de alumnas comentaron lo interesante que sería para una barriada obrera como era aquella, una escuela para mujeres adultas. Matilde García del Real (Oviedo, 15 de marzo de 1856-Madrid, 25 de abril de 1932), Inspectora de Escuelas Públicas de Madrid, tomó nota y se abrió un aula para adultas allí como proyecto piloto, el 29 de abril de 1901.
Empezaron diez mujeres, que se quedaban a la salida de clase de las niñas, y debió tener muy buena acogida porque pronto fuero 40 alumnas las que acudían a las clases. El proyecto piloto duro dos meses y medio y entonces sus promotoras se decidieron a pedir a la Junta de Primera Enseñanza su establecimiento definitivo, lo que se consiguió. Las maestras del centro daban clases a las mujeres adultas cada día de cinco a siete de la tarde y, sobre la experiencia en el centro, García del Real, que impartió clases también durante los primeros meses, dejó dicho que:
“Es la primera, que a todas las enseñanzas y explicaciones prefirieron siempre las de lectura y escritura. Tanto es así que muchas abandonaban el local, con pretexto de quehaceres domésticos en cuanto leían y se les corregía su escrito. En cambio las labores, para las cuales llevaba yo algunas muestras fáciles (marcas, crochet, etc.), han sido unánimemente despreciadas: ninguna quiso gastar tiempo en ellas”.
La experiencia de la escuela para adultas estaba pensada para ser replicada en otras barriadas de Madrid, y así sucedió en los sucesivos cursos académicos.
Matilde García del Real fue Inspectora de las escuelas públicas de Madrid y una de las impulsoras de la Asociación de Caridad escolar. Proveniente de una familia de literatos de Oviedo trasladada a Madrid, García del Real desde pronto tuvo vocación de maestra, ilusión que pudo alcanzar gracias a Concepción Arenal, a quien consideraba su maestra, y a la Escuela para la enseñanza de la Mujer, fundada por Fernando de Castro, quien había despertado su vocación, por cierto, en unas conferencias dominicales sobre educación para la mujer en la Universidad, tras la revolución de 1868.
Sus primeros años profesionales trabajó en el ámbito de los Jardines de Infancia, creados según el avanzado método pedagógico de Froebel. Sacó su plaza por oposición en 1978 en la pionera escuela de la calle Daoiz y Velarde, donde trabajó, ejerciendo incluso de directora en las ausencias del titular, hasta que en 1891 fuera nombrada Inspectora de las Escuelas de Madrid.
"La educación de la mujer debe ser enteramente Igual a la del hombre pues la
inteligencia, luz de la vida, es tan necesaria al uno como al otro”
Publicó, además, diversos libros, como el exitoso Los animales trabajadores, y varios trabajos sobre pedagogía. En el ámbito de la Asociación de Caridad escolar, de cuya fundación participó, Matilde participará también de la inauguración de la primera cantina escolar en la calle Cristobal Bordiú (entonces también perteneciente al barrio de Cuatro Caminos). En realidad, las cantinas escolares fueron el mayor avance de la Asociación.
La Asociación de Caridad escolar había nacido tras una asamblea de la sociedad llamada de Amigos de la enseñanza celebrada en 1901, en la que se acuerdó socorrer con ropas y alimentos a los alumnos más desfavorecidos de las escuelas públicas, se funda la Asociación, con el impulso inicial de Carmen Rojo, Directora de la Escuela Normal Central de Maestras, Crescencia Alcañiz y Luciana Casilda Monreal (maestras de las escuelas públicas de la capital), y la propia Matilde García del Real.
A la muerte de la pedagoga, un nuevo grupo escolar en la Plaza de Puerta Cerrada tomó su nombre a iniciativa de un grupo de concejales socialistas pero después de la guerra, el franquismo cambió la denominación de la escuela, que se había trasladado a la Carrera de San Francisco, por el de Argentina.