Cómo visitar el histórico viaje de agua de Amaniel y atravesar sus túneles

Uno de los espacios menos conocidos sobre la historia de Madrid acaba de ponerse guapo para recibir visitas. Se trata del viaje de agua de Amaniel, un lugar situado entre los distritos de Tetuán y Moncloa, por el que fluía el agua que abastecía la ciudad en el siglo XVII.

Su nombre proviene del viaje procede de la antigua Dehesa de Amaniel, actual Dehesa de la Villa, que es donde se captaba el agua del nivel freático. Y fue ordenado construir en el por Felipe II para que el líquido elemento llegara hasta el Alcázar de Madrid, por lo que pertenecía a la Casa Real.

El Ayuntamiento, actual propietario de las instalaciones, acaba de terminar la rehabilitación de un tramo de unos 50 metros para garantizar su conservación como patrimonio histórico de Madrid y acondicionarlo para realizar visitas de carácter divulgativo. Este tramo del viaje conocido también como Viaje de Palacio, tiene tres galerías de captación revestidas de ladrillo, que disponen de pozos de ventilación y de acceso, así como de hornacinas en las paredes para colocar luminarias.

El viaje se encuentra en el parque de Juan XXIII y las visitas guiadas, de carácter gratuito y solo para mayores de edad, son organizadas a través del departamento de Educación Ambiental del Área de Urbanismo, Medio Ambiente y Movilidad. Se pueden solicitar en el correo infodehesa@madrid.es o en el teléfono 914802141 desde un mes antes de la fecha de visita. La próxima es el domingo 8 de septiembre, pero para más información, se recomienda visitar este enlace.

Una historia de colapsos y derrumbes

El Viaje del Agua de Amaniel, cuyo nombre se debe a su origen en la Dehesa de Amaniel, actual Dehesa de la Villa, fue ordenado construir por Felipe III en 1613 para abastecer de agua el Alcázar de Madrid y, posteriormente, al Palacio Real. A diferencia de otros viajes de agua de titularidad municipal, éste pertenecía a la Casa Real, permitiendo a la Corona la concesión de agua a conventos y nobles. La Villa de Madrid era abastecida de agua potable mediante unas galerías subterráneas o viajes de agua, hasta que en 1858 se inaugura el Canal de Isabel II que trae las aguas del río Lozoya.

Las obras comenzaron en 1613 bajo la dirección de Tomás de Angulo y Fray Alberto de la Madre de Dios, y hacia 1621 ya estaba en funcionamiento. Sin embargo, el viaje enfrentó problemas constantes de colapsos y derrumbes, además de la sobreexplotación por concesiones, lo que impedía satisfacer completamente las necesidades del Alcázar.

Tras el incendio de éste y la posterior construcción del nuevo Palacio Real, se elaboró un proyecto de recuperación del viaje de Amaniel a cargo del arquitecto Juan Batuista Saqueti entre 1750 y 1751, que apenas se materializó en reformas puntuales. El proyecto fue retomado por Francisco Sabatini en el siglo XVIII, pero nunca se completó totalmente.

Actualmente se están llevando a cabo dos itinerarios:

Desde Dehesa de la Villa (o Dehesa de Amaniel) hasta el Arca Vieja de Amaniel (o Caño Gordo), donde se encuentra el tramo visitable del Viaje de agua de Amaniel. Este itinerario muestra las galerías de captación de agua, desde las fuentes de suministro en la Dehesa con sus característicos capirotes, hasta el arca cambija, donde se reunía y decantaba el agua para ser canalizada hacia la ciudad.

El segundo de los trayectos visitables transcurre en superficie, desde el Arca Vieja de Amaniel o Caño Gordo hasta el Museo de los Caños del Peral en la estación del Metro de Ópera (Plaza de Isabel II), en donde se puede contemplar parte del acueducto del viaje de agua de Amaniel que se construyó para salvar el barranco del arroyo del Arenal y llevar el agua hasta el Palacio Real.