Los confinamientos selectivos en las zonas más golpeadas por el virus del sur de Madrid han quedado en el aire tras una mañana de anuncios y contradicciones en el Gobierno de Isabel Díaz Ayuso. Sin embargo, el temor al desbordamiento de marzo se asoma a los hospitales que atienden a la población especialmente afectada. Constatado el elevado número de contagios (son uno de cada tres de los que se diagnostican en España), la presión al sistema sanitario se ha desbordado en los centros de salud y ahora enfila las Unidades de Cuidados Intensivos. Es el siguiente indicador, junto con las hospitalizaciones, para medir la evolución de la segunda ola. A fecha 16 de septiembre, 371 personas están ingresadas en estado crítico.
La Consejería de Sanidad sitúa la ocupación en menos de un 40% sin aportar desgloses por hospitales. Pero los datos aportados por los delegados sindicales de varios hospitales del cinturón sur, como Parla o distritos como Vallecas o Carabanchel, elevan el porcentaje hasta el 100% de las camas ordinarias en algunos casos. Es decir, las que estaban disponibles antes de la pandemia. En algunos centros se han instalado de forma permanente nuevos puestos. En otros, las gerencias ya empiezan a tirar de espacios extra como la Reanimación (REA) o la Unidad de Reanimación Post-Anestésica (URPA), donde se quedan los pacientes que acaban de salir de una cirugía dentro de los llamados “planes de elasticidad”. Esto es posible porque en hospitales como el Doce de Octubre, el Gregorio Marañón o el Infanta Leonor se han suspendido todas las operaciones programadas.
Comisiones Obreras cifra el porcentaje de ocupación en el 85% de las “camas estructurales”. El sindicato explica que la Consejería incluye para calcular la proporción camas ocupadas UCI todas las disponibles en estas unidades auxiliares que suelen estar llenas cuando las cirugías funcionan a pleno rendimiento. “Si no se dedicaran a pacientes con Covid-19 las otras unidades de cuidados críticos quirúrgicos y traumatológicos donde, antes de la pandemia, se atendía a pacientes de cirugía, politraumas, quemados o cirugías ambulatorias, prácticamente el sistema estaría al límite de su capacidad en cuanto a UCI”, asegura la organización sindical en una nota de prensa.
Los sanitarios de varios hospitales del sur de Madrid con los que ha hablado elDiario.es coinciden en que ahora el problema no es el espacio –reformado en la mayoría de centros–, sino la falta de profesionales. Una parte aún no ha regresado de las vacaciones y las bolsas de empleo están agotadas, según los sindicatos. Lo que vuelve a poner a los profesionales en situación de estrés y alerta. La presidenta madrileña aludió a estas dificultades para contratar en sede parlamentaria el martes. Aunque Sanidad responde que el Gobierno ha reforzado durante la epidemia con 10.000 profesionales sus servicios sanitarios y asegura que “prácticamente la mayoría se mantiene”. A pie de hospital los profesionales notan que no están todos los que estaban y hay muchos problemas para contratar a nuevos.
“No se puede ampliar la UCI porque no tenemos enfermeras”, asegura Araceli Rojo, delegada de UGT en el Hospital Doce de Octubre. En la última reunión mantenida con la gerencia, celebrada este miércoles, la dirección les ha trasladado que la bolsa de contratación está “agotada”. “Si tenemos más ingresos en UCI va a ser un problemón”, avanza Rojo. El centro tiene ocupados los 38 puestos disponibles en las dos UCI que existen. El 100% son enfermos de coronavirus. El centro ha cancelado todas las cirugías programadas. Solo se están operando los casos urgentes. Este es un síntoma de que las cosas no van bien. Las cirugías se suspenden, normalmente, cuando se calcula que no hay camas suficientes para atender en los postoperatorios a personas con complicaciones. De manera que el centro tiene más o menos liberadas esas camas, pero no dispone de profesionales especializados en UCI para dar atención a los críticos.
“Empezamos a estar llenos y falta gestión para que en el sur no concentremos todo”
“El problema es que el pico de la pandemia se está focalizando en el sur, empezamos a estar llenos y falta liderazgo, una gestión a nivel regional para que aquí no concentremos todo y nos desbordemos”, lamenta Ana Giménez, médica de urgencias y delegada del sindicato AMYTS. En el centro, cuenta, los sanitarios han organizado una recogida de firmas para enviar una carta a Sanidad que pide una suerte de “corredor COVID-19 para distribuir a los pacientes” por varios hospitales. “No puede ser que los hospitales del sur se queden paralizados otra vez”, asegura. Aquí, dice Giménez, “lograr un traslado cuesta sangre, sudor y lágrimas”. La UCI, de siete puestos, está llena desde el 4 de septiembre. Hoy hay nueve personas críticas ingresadas, dos de ellas en la URPA.
La situación devuelve a los profesionales al recuerdo de la primera ola, cuando todos los hospitales se volcaron en el COVID-19 y el resto quedó en un segundo plano. Entonces, sanitarios de especialidades variopintas, como otorrinos o cirujanos, se conviertieron en intensivistas. O enfermeras de planta tuvieron que asumir las tareas especializadas de una profesional de cuidados intensivos. Aún no se ha llegado de forma masiva a este punto, salvo de forma puntual. En el Hospital Infanta Cristina de Parla, por ejemplo, “algunas enfermeras de la Rea ya han sido llamadas a bajar a la UCI en los turnos de tarde y noche”, una profesional del centro. La percepción de esta enfermera, que prefiere no dar su nombre, es que “por urgencias entran ahora más pacientes con neumonía que antes, cuando eran más leves”. El hospital tiene habitaciones individuales que se han convertido en dobles. Hay 50 pacientes ingresados con coronavirus, uno de cada cinco. Todo el centro suma 247 camas.
“La diferencia es la pendiente de la curva: lo que pasó antes en una semana, ahora ha pasado en un mes”, resume Giménez, que subraya que los profesionales han adquirido más “criterio, experiencia y conocimiento” en estos meses. Lo que no ha cambiado para muchos de ellos son los cuadros de ansiedad. “Estamos cansados y angustiados. Hay más contagios entre compañeros y estamos a punto de que los sanitarios no formados expresamente para ello tengan que ser refuerzo COVID-19 en UCI”, relata la enfermera del Infanta Cristina de Parla. Este municipio del sur de Madrid concentra el mayor número de casos diagnosticados, 992, por cada 100.000 habitantes de todos los municipios de España en los últimos 14 días.
La Consejería de Sanidad considera que la situación epidemiológica es de “crecimiento sostenido” en la región pero ha abierto la puerta a adoptar confinamientos selectivos en las áreas de salud más afectadas a primera hora de la mañana. También a reducir más el máximo de personas en las reuniones. Sin embargo, el entorno de la presidenta, Isabel Díaz Ayuso, ha desmentido esta posibilidad casi en paralelo a la rueda de prensa protagonizada por el viceconsejero de Salud Pública, Antonio Zapatero. Zapatero ha admitido que el endurecimiento de las medidas tiene que ver con “aspectos de repercusión de la pandemia en la Atención Primaria y los hospitales”. En Madrid, el 21% de las camas de los hospitales están ocupadas por pacientes con coronavirus. Es más del doble de la media de las comunidades de España: 8,5%. Según los últimos datos de Sanidad, 2.761 personas están ingresadas en planta y 371 en UCI.
El Gobierno ha reconocido este miércoles su “preocupación” con la evolución de la pandemia en la Comunidad de Madrid y el ministro de Sanidad, Salvador Illa, ha instado a la presidenta regional a tomar “medidas adicionales” frente al virus aunque no ha valorado la sucesión de anuncios y desmentidos de esta mañana relacionados con los confinamientos de los barrios y municipios más afectados. Habrá que esperar al viernes para conocer qué decide finalmente el Gobierno regional.