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PERFIL

Yolanda Fuentes: una técnica curtida en injerencias políticas que dijo no a la desescalada de Díaz Ayuso

Yolanda Fuentes, junto al exconsejero de Sanidad, Jesús Sánchez Martos, en su anterior etapa en Salud Pública.

Sofía Pérez Mendoza

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La doctora Fuentes se curtió con el ébola. Eso le enseñó, cuentan los que pasaron la crisis cerca de ella en la cúpula del hospital Carlos III, cómo afrontar desde el criterio médico una crisis sanitaria plagada de injerencias políticas. Seis años después, Yolanda Fuentes (Santa Cruz de Tenerife, 1974), especialista en Medicina Preventiva y Salud Pública, ha preferido dar un paso atrás cuando, de nuevo, ha advertido interferencias externas a su criterio científico. 

Fuentes ahora no estaba en el equipo directivo de un hospital, como aquella vez, sino en la Dirección General de Salud Pública de la región más golpeada por el coronavirus. En los últimos años había sido subdirectora médica de La Paz, uno de los grandes hospitales de Madrid, y directora del Carlos III. De formación profusa (tres másters y un programa de Alta Dirección de Instituciones Sanitarias por la IESE), esta profesional respetada en el gremio médico tenía en sus manos avalar el informe para solicitar el relajamiento del confinamiento al Ministerio de Sanidad, un paso que no estaba dispuesta a dar, según fuentes del Gobierno regional. El desacuerdo ha derivado en su segunda dimisión en un lustro.

La doctora Fuentes no era nueva en esta dirección general. Ya había pasado por ella en la época de Cristina Cifuentes, cuando tuvo que asumir otra crisis generada por un violento virus: el crimea-congo, transmitido por una garrapata. El asunto acabó mal porque salió “tarifando”, explican los que la conocen, con el estridente consejero de Sanidad Jesús Sánchez-Martos, cesado después por la expresidenta. Fuentes fue destituida en enero de 2017 y volvió a su plaza en el hospital Clínico San Carlos, donde previsiblemente aterrizará de nuevo.

“La lucha entre la ambición y su ética y su saber profesional le ha jugado por segunda vez una mala pasada”, dice una de las compañeras con las que trabajó codo con codo cuando la enfermera Teresa Romero se debatía entre la vida y la muerte. En esa época era habitual ver a Fuentes a las puertas del hospital Carlos III dando el parte sobre su estado de salud. Dentro, peleaba contra un virus devastador como parte del Comité Especial para la Gestión del Ébola y padeció las primeras negligencias en la gestión de la Comunidad de Madrid. Fue crítica con el Gobierno regional en esos momentos iniciales, cuentan personas de su entorno laboral de aquel momento. “A Fernando Simón -que fue su compañero en el comité- siempre lo respetó y también aplaudió que Soraya Sáenz de Santamaría tomara las riendas políticas”, recuerdan.

Esta vez el desacuerdo la ha enfrentado directamente con la presidenta de la Comunidad de Madrid por una decisión que no compartía y, sin embargo, debía haber respaldado con su firma: el paso de la región a la fase 1 del plan de desescalada. Fuentes ha dimitido, según ha avanzado la Cadena SER, y en el Ministerio de Sanidad no tenían noticias del informe que la consejería madrileña debía haber presentado este jueves para optar al avance. En su carta de dimisión, adelantada por Servimedia, afirmaba que no está de acuerdo con la petición al Ministerio porque no está basada en “criterios de salud”. El Gobierno regional ha presentado la documentación a última hora del día, alegando el descenso del 84% en hospitalizados mientras pide “máxima prudencia” a los ciudadanos.

Con ella cae la punta de lanza en la gestión de la crisis en un momento crucial. La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, la ha despedido sin darle las gracias, visiblemente molesta por su marcha. “Quiero poner a los mejores, yo agradezco a todo el mundo”, ha resuelto Ayuso en una entrevista en Cuatro. Con los mejores se refería al sustituto de Fuentes, el director médico de hospital de campaña que el Ejecutivo regional montó en el recinto ferial de IFEMA, Antonio Zapatero. “Una de las personas que más saben de COVID en España”, según la presidenta. Zapatero asume un nuevo cargo de viceconsejero que tiene bajo su paraguas la Dirección General de Salud Pública que Fuentes ha dejado vacante.

“Es una persona respetada. De las pocas con perfil técnico para el cargo que ocupaba. Una servidora pública con ética y coraje para decir lo que tenía que decir, pese al riesgo de perder su puesto”, resume José Manuel Freire, médico y portavoz de Sanidad del PSOE en la Asamblea de Madrid.

El diputado glosa así la importancia de su puesto en una crisis como la actual: “cuando la salud de la ciudadanía está en peligro, el director de Salud Pública le habla cara a cara al presidente en los países decentes”. Su colega de profesión, el jefe de Enfermedades Infecciosas del hospital La Paz-Carlos III, la ha descrito en Twitter como “coherente hasta el final” y “ejemplo de servidora pública”. 

Los sindicatos no cuestionan su perfil, pero sí su capacidad de diálogo durante la crisis. “En la primera quincena de marzo nos reunimos con ella y nos aseguró que quería trabajar con los servicios de prevención codo con codo. Después no ha habido más diálogo. Ni participación, ni consulta ni información. Ha sido frustrante, si tuviera que definirlo con una palabra”, apuntan desde Comisiones Obreras. Al sindicato le molestó que en los estudios de seroprevalencia realizados con los sanitarios se preguntara si el contagio había podido ser por “un uso inadecuado” de los equipos de protección. “Nos quedamos con ganas de pedirle una explicación por eso, que insinúa que puede ser culpa del trabajador”.

Fuentes firmó un informe, adelantado por El Confidencial, un día antes del cierre de centros educativos en la Comunidad de Madrid (9 de marzo) que ya describía el hospital de Torrejón de Ardoz como el primer receptor de varios infectados por coronavirus. El primero, el pasado 25 de febrero. Otro el 26. Otros dos el 27. Y dos más el 28, cuando por primera vez se trazó el contagio. Era conviviente del primer infectado. En Andalucía, simultáneamente, se detectaba otra persona con síntomas similares que había atendido en la UCI a ese primer caso de Torrejón. Aquellos contagios, dice el informe, ya eran comunitarios. No importados.

En ese informe, Fuentes plasmó un modelo epidemiológico complejo que calculaba que cada día en Madrid habría 25 contactos por caso. Los números que ahí se estamparon se han desbordado. Solo en la región han fallecido 8.504 personas. La conclusión de ese documento era clara: “existe una circulación comunitaria del SARS-COV2, fase en la que se hace necesario poner en marcha medidas de distanciamiento social”.

Cuatro días antes, el 5 de marzo, la exdirectora general ordenó el cierre de los centros de día y restringió las visitas en las residencias de mayores. La Comunidad de Madrid desmintió a los medios de comunicación que esa orden fuera válida y dijo que había llegado a los geriátricos por “error” porque era solo un documento de trabajo. Un día después se clausuraron estos centros. Este primer episodio no mejoró con el avance de la crisis y ha terminado con su dimisión en el peor momento. 

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