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Palizas y dos disparos de bala a tres de los navarros asesinados en el 36 en Salamanca

Ha sido un verano intenso, pero poco productivo. Dos meses de excavaciones en los que se ha logrado hallar los restos de tres hombres, posiblemente pertenecientes al grupo conocido como ‘los navarros’, aquellos trabajadores de Navarra que salieron de la cárcel de Pamplona en agosto de 1936 con dirección a la de Salamanca, pero que nunca llegaron ya que fueron asesinados en el monte de La Orbada. Es el lugar conocido en la provincia salmantina como el fusiladero, por creerse que es donde más fusilamientos se produjeron durante la Guerra Civil y el franquismo.

Los resultados de estos dos meses de excavaciones no han sido como se esperaba. Quizá el estado del terreno. Quizá que durante años se ha removido. Pero la realidad es que, según han asegurado a La Meseta fuentes de la asociación ‘Memorial La Orbada’, impulsora de estas prospecciones, “los resultados han sido escasos” pues “no es nada fácil localizar estos enterramientos porque los asesinos de aquella época tuvieron buen cuidado de ocultar los cadáveres”.

Pero lo que se ha encontrado ha sido esclarecedor. “Se trata de tres hombres jóvenes, muertos como consecuencia de fuertes palizas. Uno de ellos tiene dos disparos de bala en el cráneo. Los asesinos no se ocupaban del enterramiento, sino que ordenaban a los vecinos de La Orbada y otros pueblos que los realizaran. Los vecinos hacían una trinchera poco profunda y tapaban los cadáveres con tierra de las cunetas de los caminos y piedra traída de una cantera cercana”, según han asegurado desde la asociación ‘Memorial La Orbada’.

Durante estos dos meses, han participado en las excavaciones cerca de 80 estudiantes, casi todos de la Universidad Complutense de Madrid y algunos de las universidades de Barcelona y de Illes Balears donde se reconoce esta actividad como créditos académicos, bajo la dirección del equipo Arqueoforense.

“Desde los primeros momentos aparecieron numerosos huesos de las manos y de los pies, así como peines y restos de ropa, monedas e incluso un reloj de pulsera”, reconocen en ‘Memorial La Orbada’. Tras los primeros hallazgos, “se llegó a la conclusión de que es cierta la tradición sostenida por los vecinos de que los estudiantes de Medicina de la Universidad de Salamanca iban al monte de La Orbada para llevarse huesos. Incluso que algunos vecinos de la zona les indicaban dónde encontrar restos humanos”, aseguran las mismas fuentes.

Sin embargo, una de las conclusiones negativas que se han obtenido en esta campaña tiene que ver con el aspecto judicial. El 9 de julio, el secretario de la asociación ‘Memorial La Orbada’ presentó un escrito ante el juzgado de guardia de Salamanca en el que se le instó a tomar las “actuaciones procesales que se consideren convenientes para esclarecer la verdad de los hechos y otorgar la justicia que corresponde a las víctimas”.

A la primera sorpresa judicial que se produjo el día que se presentó este escrito –según fuentes de esta asociación, los funcionarios le indicaron que no podían “tramitarlo ya que no es un asunto judicial, sino arqueológico”- se le ha unido el silencio. Desde el 9 de julio, no se ha recibido respuesta a ese escrito.

Ha sido un verano intenso, pero poco productivo. Dos meses de excavaciones en los que se ha logrado hallar los restos de tres hombres, posiblemente pertenecientes al grupo conocido como ‘los navarros’, aquellos trabajadores de Navarra que salieron de la cárcel de Pamplona en agosto de 1936 con dirección a la de Salamanca, pero que nunca llegaron ya que fueron asesinados en el monte de La Orbada. Es el lugar conocido en la provincia salmantina como el fusiladero, por creerse que es donde más fusilamientos se produjeron durante la Guerra Civil y el franquismo.

Los resultados de estos dos meses de excavaciones no han sido como se esperaba. Quizá el estado del terreno. Quizá que durante años se ha removido. Pero la realidad es que, según han asegurado a La Meseta fuentes de la asociación ‘Memorial La Orbada’, impulsora de estas prospecciones, “los resultados han sido escasos” pues “no es nada fácil localizar estos enterramientos porque los asesinos de aquella época tuvieron buen cuidado de ocultar los cadáveres”.