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Steve Bannon y Trump, a la conquista de Europa con la ultraderecha

La ultraderecha no deja de avanzar políticamente en Europa. En todas las elecciones mejora sus posiciones. En Suecia ha subido este domingo al 17%. Algo menos de lo que le auguraban los sondeos, pero lo suficiente para hacer muy difícil la formación de un gobierno y para obligar a la derecha a endurecer sus posiciones hacia el asilo y la inmigración. En Italia, Matteo Salvini no deja de crecer en las encuestas y continúa aplicando sin pestañear su programa radical, al tiempo que da nuevos pasos para firmar un gran acuerdo político de ambiciones continentales con el primer ministro húngaro Viktor Orban, el líder ideológico de la ultraderecha del Este de Europa.

Es cada vez más difícil negar la gravedad de ese proceso que nada indica que vaya a parar. Y la cosa podría ponerse de verdad negra si la ultraderecha conquistara posiciones de poder en Alemania, el país políticamente más poderoso e influyente de Europa. Hace dos años esa posibilidad habría parecido una locura. En estos momentos ya empieza a dejar de serlo.

La entrada de la ultraderechista Alianza Por Alemania (AfD) en el parlamento de Berlín en 2017 fue el primer gran aldabonazo en esa dirección. Hoy los sondeos dan a la AfD el 20 y hasta el 25% en unas futuras elecciones. Las importantes movilizaciones registradas hace dos semanas en la ciudad sajona de Chemnitz, tras la muerte de un ciudadano alemán a manos de un refugiado, han confirmado, además, que la AfD ha decidido pasar a la acción en la calle, unida a grupos abiertamente neonazis.

Pero la fuerza política creciente de la ultraderecha se nutre también de la situación, casi de ruptura abierta, que vive el centro-derecha, la coalición que preside Angela Merkel y cuyo otro peso pesado es Horst Seehofer, el líder de los democristianos bávaros y ministro del interior en Berlín. La política hacia los refugiados e inmigrantes lleva mucho tiempo dividiéndoles y ese enfrentamiento se ha agravado en los últimos días, a raíz de las muy distintas posturas adoptadas por Merkel y Seehofer ante los hechos de Chemnitz. La canciller los criticó sin paliativos, el ministro del interior mostró no poca comprensión hacia los manifestantes.

Pero la cuerda puede romperse de un momento a otro. Primero, porque una nueva muerte de un ciudadano alemán, de un ataque cardíaco tras una discusión con unos refugiados, acaba de producirse en la ciudad de Köthen, en Sajonia. Segundo, porque el jefe máximo de los servicios de inteligencia, Hans Georg Maassen, ha sido acusado por distintos partidos, incluidos algunos sectores del de Angela Merkel, de inmiscuirse en política y de rebajar sin datos la dimensión de la amenaza que supone el extremismo de ultraderecha.

Pero por si eso no fuera grave, lo es más el hecho de que Seehofer se ha puesto del lado de Maassen, quitándole importancia a sus declaraciones. El Suddeutsche Zeitung opina hoy lo siguiente ante esos hechos:

Lo malo es que una ruptura abierta entre ambos personajes sería el preludio de una crisis política general en Alemania e incluso de la convocatoria de nuevas elecciones, que serían una nueva oportunidad para la ultraderecha, y más con una Angela Merkel cada vez más débil.

Una Alemania en situación de inestabilidad política a solo ocho meses de las elecciones europeas sería una condición ideal para la realización del plan oculto que hoy denuncia Nadia Urbinati en La Repubblica:

La ultraderecha no deja de avanzar políticamente en Europa. En todas las elecciones mejora sus posiciones. En Suecia ha subido este domingo al 17%. Algo menos de lo que le auguraban los sondeos, pero lo suficiente para hacer muy difícil la formación de un gobierno y para obligar a la derecha a endurecer sus posiciones hacia el asilo y la inmigración. En Italia, Matteo Salvini no deja de crecer en las encuestas y continúa aplicando sin pestañear su programa radical, al tiempo que da nuevos pasos para firmar un gran acuerdo político de ambiciones continentales con el primer ministro húngaro Viktor Orban, el líder ideológico de la ultraderecha del Este de Europa.

Es cada vez más difícil negar la gravedad de ese proceso que nada indica que vaya a parar. Y la cosa podría ponerse de verdad negra si la ultraderecha conquistara posiciones de poder en Alemania, el país políticamente más poderoso e influyente de Europa. Hace dos años esa posibilidad habría parecido una locura. En estos momentos ya empieza a dejar de serlo.