Un estudio de Castrol y BP Pulse revela que una abrumadora mayoría (97%) de los directivos del sector del automóvil confía en cumplir los plazos de abandono progresivo de los vehículos con motor de combustión interna aprobado recientemente por la Unión Europea. Pese a ello, no todos cuentan con un plan claro para lograrlo: solo el 40% siente que su empresa está preparada para llevar a cabo la transición de vehículos térmicos a eléctricos, exceptuando por supuesto a aquellos que trabajan en empresas que solo producen modelos de baterías.
El trabajo indica que los fabricantes de automóviles centran sus esfuerzos en superar estos desafíos, ya que dos tercios (66%) de los ejecutivos del sector de todo el mundo afirman que la transición es la prioridad estratégica más importante para sus organizaciones. Esto también se refleja en el gasto en investigación y desarrollo.
En el estudio se desvela que, en 2015, una media de solo el 11% del gasto en I+D se centró en vehículos totalmente eléctricos (VE). Esta cifra prácticamente se ha duplicado, hasta el 21% en la actualidad, y los directivos prevén que llegará al 31% en 2025, lo que casi supone casi triplicarla en 10 años. Si también se incluyen los vehículos híbridos, los encuestados predicen que más del 70% de su gasto en I+D se destinará a los VE e híbridos para 2025.
Los consumidores también están cambiando de mentalidad, ya que un 53% se plantea la adquisición de un VE como su próximo vehículo. Entre los que ya han cambiado a un eléctrico, el 99% asegura que su siguiente coche será también, sin duda, eléctrico.
Los objetivos de abandono progresivo de la combustión se citan como el factor principal que motiva la transición de la industria, según el 63% de los directivos participantes. El objetivo de cero emisiones también supone una razón de peso, ya que el 57% de los directivos afirma que supone una motivación determinante.
En lo referente a los consumidores, el estudio señala que reducir la contaminación del aire en zonas urbanas es el principal motivo para que los actuales conductores de vehículos térmicos e híbridos hagan el cambio (el 74% de ellos lo considera importante).
Tras este factor se sitúan el de un menor coste de funcionamiento (72%) y la facilidad de recarga de un VE, ya que puede hacerse en el propio hogar (importante para el 70%). La preocupación por el precio está disminuyendo, ya que más de la mitad de los consumidores (57%) están convencidos de que el coste global de un eléctrico, si se tienen en cuenta impuestos, combustible, costes de mantenimiento y precio inicial, es menor que el de su equivalente de gasolina o diésel.
Frenos al cambio de modelo
Según el estudio, la barrera que más obstaculiza la transición de la industria hacia la movilidad eléctrica es el elevado coste de las baterías, citado por un 56% de los directivos. La siguientes barreras más importantes son la disponibilidad de infraestructuras de recarga (43%) y la escasez de talento tecnológico (40%).
Asimismo, los consumidores se muestran preocupados por las infraestructuras de recarga. Casi tres cuartos (74%) de los conductores de vehículos no eléctricos creen que la infraestructura de recarga y recarga ultrarrápida aún no está lo suficientemente extendida. La autonomía se erige como el siguiente factor disuasorio, ya que el 71% de los encuestados cree que los VE tienen menor autonomía que los vehículos de combustión, por lo que no son aptos para trayectos largos.
Además, a pesar de que la mayoría cree que el coste de propiedad global de un VE es menor, la percepción de un coste inicial más elevado desalienta a muchos (69%).