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Nuevo Mokka, el primero de los Opel del futuro

La marca alemana Opel acaba de desvelar a la prensa especializada el que será un modelo crucial para su futuro, un nuevo Mokka que nada tiene que ver con el coche del mismo nombre a la venta desde 2012. Más corto que este y con vocación más urbana, exhibe el atractivo diseño que se generalizará en la gama del fabricante germano y, desde el inicio de su comercialización -a finales de marzo del año próximo, si la pandemia no se recrudece-, estará disponible tanto en versiones térmicas como 100% eléctrica.

Opel tiene mucha fe en el éxito de su nuevo SUV del segmento B (mide 4,15 metros de longitud), y los concesionarios parecen haber abierto el camino a esa buena aceptación realizando -a cinco meses vista- más de 1.000 pedidos del coche. Con las promociones en vigor en noviembre, habrá un Mokka de combustión interna desde 18.500 euros y uno puramente eléctrico desde 26.200 euros, descuentos del Plan Moves II incluidos.

El diseño, que se pretende atrevido y atemporal, es un aspecto clave del nuevo modelo, y dentro de él es determinante el Opel Vizor, una especie de antifaz que cubre su rostro, de líneas claramente verticales. La marca busca antecedentes de estos rasgos esculpidos en el CD Concept de 1969, en el popular Opel Manta y, cómo no, en el concept car de 2018 GT X Experimental, del que el nuevo Mokka puede considerarse su versión de producción.

Con el fin de ofrecer las máximas posibilidades de personalización, algo cada vez más demandado, habrá tres colores de techo (negro, blanco y rojo) en contraste con el de la carrocería, además de un capó también opcional en negro que supondrá un coste de 400 euros.

Las llantas, de entre 16 y 18 pulgadas, serán específicas para cada uno de los cuatro acabados que compondrán la gama: Edition, GS Line, Business Elegance y Ultimate, todos ellos combinables tanto con las motorizaciones convencionales como con la eléctrica. El GS Line, de corte más deportivo, se distingue del resto por un Opel Vizor en color negro -logo incluido- y por una larga serie de detalles exteriores e interiores en rojo, como el listón que recorre el contorno de las ventanillas.

Hasta 120 kilos más ligero que el modelo al que sustituye, el Mokka goza ahora de mayor agilidad en su comportamiento, lo que encaja con su nueva vocación eminentemente urbana. La capacidad del maletero alcanza los 350 litros en las variantes de combustión interna y los 310 litros en la de baterías, en la que el espacio de la rueda de repuesto puede usarse para guardar el cable de 7,4 kW que se entrega de serie (el de 11 kW es opcional).

Para el interior se ha buscado una disposición de los elementos limpia y ordenada. En la configuración más lujosa, el Mokka incorpora un Opel Pure Panel que integra dos pantallas de 10 y 12 pulgadas, una para el cuadro de instrumentos y otra para el sistema de infoentretenimiento. Contra la costumbre imperante, se han rescatado aquellos botones con los que se manejan funciones principales del coche, de manera que no haya que buscarlos en menús y submenús mientras se conduce.

Los ingenieros han desarrollado el vehículo con base ya en la plataforma CMP del Grupo PSA, que permite fabricar en la misma línea de producción versiones térmicas y eléctricas indistintamente. En un principio se pondrán a la venta dos variantes de gasolina, una de 100 y otra de 130 caballos -que podrán asociarse a una transmisión automática de ocho velocidades, además de a la manual de seis marchas suministrada por defecto-, y otra diésel de 110 caballos.

La 100% eléctrica emplea el mismo tren de propulsión que el Corsa-e, consistente en un motor eléctrico de 136 CV y 260 Nm de par máximo y una batería de 50 kWh de capacidad que en este caso ofrece 324 kilómetros de autonomía. Como aquel, el Mokka-e opta por la discreción en cuanto a su naturaleza mecánica, solo delatada por las menciones e que encontramos en el pilar central y en la zaga del coche.

La aceleración hasta 50 km/h desde parado la completa en 3,7 segundos, y en 9 alcanza los 100 km/h. La velocidad máxima está limitada electrónicamente a 150 km/h. Su consumo combinado es de 17,4 kWh/100 km, según el ciclo de pruebas WLTP.

Por lo que se refiere a la recarga, la batería puede conectarse a instalaciones de hasta 100 kW, donde recupera el 80% de su capacidad en 30 minutos. En un wallbox de 7,4 kW, la operación se prolonga unas ocho horas.

Entre el equipamiento que pueden embarcar tanto los Mokka de combustión como el Mokka-e destacan los faros matriciales Intellilux Led Matrix, la alerta de colisión frontal, el centrado automático en el carril y el control de velocidad de crucero avanzado. De la dotación de conectividad entresacamos el cargador de móvil inalámbrico, el control por voz y la compatibilidad con Apple CarPlay y Android, Auto, de serie en toda la gama.

Los llamados precios de lista -sin los descuentos mencionados al comienzo- arrancan en 21.000 euros para un Mokka de gasolina 1.2T de 100 CV con cambio manual y acabado Edition y en 35.300 euros para un Mokka-e de 136 CV en el mismo acabado.

Después de observar como el Corsa-e ha superado las expectativas iniciales y supone ya el 10% de todas las unidades fabricadas del Corsa, en la planta española de Figueruelas, Opel espera que la versión eléctrica del Mokka represente al inicio de su comercialización entre el 5% y el 7% de la producción (en este caso, en la francesa de Poissy) y que con el tiempo ese porcentaje pueda incrementarse.

Cuantos más Mokka-e venda, mejores serán los datos de emisiones de CO2 de la marca, que no obstante está satisfecha de los logros obtenidos en los últimos años. Entre el final de 2018 y el de 2019, ha conseguido reducir la huella de carbono de sus vehículos un 20%, ha informado, una tendencia que podría consolidarse y también mejorar cuando saquen al mercado más modelos de nulas o muy bajas emisiones, entre ellos el Astra híbrido enchufable que acaba de confirmar y el propio Mokka eléctrico.