Prueba del Audi Q4 e-tron, un eléctrico para olvidarse de la 'gasolina'

Pedro Urteaga

2 de noviembre de 2021 12:20 h

Desde que la saga e-tron echó a andar en 2019 con la llegada del modelo del mismo nombre, esta familia de eléctricos puros de Audi ha ido sumando miembros hasta quedar conformada actualmente por el e-tron original, su versión Sportback o cupé, el deslumbrante superdeportivo e-tron GT y el SUV compacto Q4 e-tron, que tiene también su variante Sportback y es seguramente el producto más satisfactorio de todos ellos.

Como vamos a ver, la explicación más plausible para este desempeño tan equilibrado es tal vez la más elemental: una cuestión de física, contra la que nada puede esa brillante creación humana llamada tecnología. Dicho más claramente, son las dimensiones contenidas del Q4, que no llega a los 4,6 metros de longitud y supera por poco los 1,6 m de altura, y su peso, elevado -como en todo eléctrico- pero notablemente menor que el de sus hermanos de gama, los que hacen posible un comportamiento del coche admirable y una no menos destacada eficiencia de su sistema de baterías.

Si se añaden a estas características propias del modelo las comunes a la mayoría de los coches eléctricos, como el bajo centro de gravedad que se obtiene al colocar la batería (de 82 kWh en este caso) en la parte inferior del vehículo y la entrega inmediata de potencia -aquí nada menos que 300 CV-, el resultado es un SUV que reacciona como el mejor de los compactos del mercado, tanto en lo que respecta a aceleración como a rapidez de respuesta a las solicitudes del conductor, y muy especialmente a los cambios de dirección.

Para completar el cuadro, debemos mencionar dos hallazgos debidos a la tecnología y el diseño que, de nuevo, están estrechamente ligados a la física. El primero es la tracción a las cuatro ruedas de la versión que acabamos de probar -Q4 50 e-tron quattro Advanced-, que resulta de la presencia de un motor eléctrico en cada eje del vehículo (el trasero entrega 150 kW y el delantero, 80) y cuya consecuencia es una mejor adherencia en toda condición y la siempre grata sensación al volante de estar pegado al suelo.

Del segundo factor que favorece la eficiencia del modelo de Audi son responsables los lápices de sus diseñadores, capaces de conseguir un coeficiente Cx de 0,28 y de bajar incluso a 0,26 en el caso de la carrocería Sportback. Con estas líneas que hienden el aire sin chocar con él se ayuda mucho a la eficiencia de un sistema eléctrico que precisa de menos energía para hacer avanzar al coche.

Bajando al detalle de la conducción, recogimos el Q4 e-tron 50 e-tron con algo más de 350 kilómetros de autonomía en su indicador, si bien ha homologado 487 en el ciclo WLTP. Al cabo de 225 kilómetros recorridos a diferentes ritmos, suave en ciudad y más ligero en carretera, el panel mostraba una reserva de 165 km, lo que hacía un total de 390, así como un consumo medio de unos 19 kWh/100 km, prácticamente los mismos que obtiene esta versión en el protocolo antes mencionado.

Resulta muy efectivo para estirar el alcance de las baterías hacer uso cuando es posible del modo de conducción Efficiency, que a diferencia de lo que sucede en otros coches es aquí lo bastante ágil, y de la posición B (Brake) del selector de velocidades, gracias al cual disponemos siempre de un notable grado de retención, además de recuperación de energía, sin pisar prácticamente el freno salvo cuando hay que detenerse por completo. Además, el conductor puede emular y regular esta función mediante las levas dispuestas al efecto detrás del volante.

Un espacio interior sobresaliente

Pasamos a analizar el interior del Q4 e-tron hablando precisamente de este último, provisto de un aro achatado tanto en la parte superior como en la inferior, así como de mandos capacitivos. Son de serie el cuadro de instrumentos digital de 10,25 pulgadas y la pantalla central de 10,1“, aunque a final de año se ofrecerá como equipamiento opcional una de 11,6”.

Construido sobre la plataforma MEB del Grupo Volkswagen, como el VW ID.4 o el Skoda Enyaq iV, el modelo de Audi tiene uno de sus puntos fuertes en el espacio interior, sobresaliente para un vehículo que mide exactamente 4,588 metros de longitud, 2,764 m de los cuales son de distancia entre ejes. Las plazas traseras, donde brilla por su ausencia el incómodo túnel de transmisión, son las más beneficiadas de esta arquitectura específica para turismos eléctricos, junto con un maletero de 530 litros que alcanza los 1.490 al abatir los respaldos posteriores.

Además de la amplitud, se agradece contar en el habitáculo con casi 25 litros en espacios para guardar objetos, entre ellos los huecos interiores de las puertas con capacidad para alojar botellas de un litro. La consola central, por su parte, luce suspendida en el centro de las plazas delanteras, signo de diseño que no deja de otorgar distinción a un modelo perteneciente a una marca premium.

Visto desde fuera, el Q4 e-tron irradia fuerza merced a un capó especialmente robusto y a unas air curtains en los laterales que cumplen una función tanto estética como aerodinámica. En el lateral sobresalen los cortos voladizos, que explican la extensa batalla y la consiguiente espaciosidad del habitáculo, y unos quattro blisters alargados que confieren armonía a la silueta, además de un singular pilar trasero de forma trapezoidal. 

Es evidente que el nuevo SUV eléctrico de Audi nos ha convencido en casi todos los apartados y que nos ha parecido un producto redondo. Otra cosa es tener la capacidad para adquirir un vehículo cuya versión más asequible (35 e-tron), con un único motor eléctrico de 170 CV y batería de 55 kWh, arranca en 44.460 euros, sin contar los descuentos del Moves a los que tiene derecho.

Existe un modelo intermedio (40 e-tron) que lleva batería de 82 kWh y motor de 204 CV, puede recorrer 519 km (WLTP) entre recargas, cuesta 48.910 euros y podría entrar también en el Moves. El Q4 50 e-tron quattro Advanced, más equipado y potente gracias a sus dos motores eléctricos, sale por 58.160 euros.

Para disponer en casa del necesario punto de carga, Audi ha suscrito un acuerdo con Iberdrola que da acceso a sus clientes a un precio fijo por la instalación de 1.400 euros más IVA, con la única condición de que no se precisen más de 200 metros de cable desde la acometida.