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Prueba del BYD Atto 3, un soplo de aire fresco en el mercado eléctrico

El Atto 3 es seguramente el modelo más atractivo y a la moda de BYD.

Pedro Urteaga

De los cinco modelos que BYD ha puesto a la venta en apenas nueve meses desde su llegada a Europa, seguramente el Atto 3 es el más equilibrado y el que atesora mayor potencial de seducción. Un SUV de tamaño compacto, relativamente asequible y capaz de insuflar una bocanada de aire fresco a un mercado bastante estandarizado debería ser un vehículo bien recibido, o al menos tiene todo para serlo.

El Atto 3 presenta un aspecto exterior desenfadado y atractivo. Con 4,45 metros de longitud y 2,72 m de distancia entre ejes, es lo bastante amplio para acomodar a cuatro -mejor que cinco- personas, como tantos otros coches mucho mayores, y cuenta con maletero acorde, de 440 litros y formas regulares. A diferencia de otros eléctricos, no tiene un espacio de almacenamiento suplementario en el vano delantero.

Antes de entrar en detalles técnicos, se impone aludir al aire novedoso y diferente a todo lo visto hasta ahora que distingue al habitáculo. Ello comprende desde la forma de la palanca de cambios o la de los aireadores y los tiradores de las puertas hasta las líneas generales del salpicadero, inspiradas en las de la naturaleza, que ahora se ha puesto de moda llamar orgánicas.

Qué decir de las cuerdas de guitarra, o de bajo -y afinadas, para más señas-, que los chinos de BYD han dispuesto en los bolsillos de las puertas y que sirven como tope, imperfecto -es verdad-, para los objetos allí depositados. Este es uno de los detalles del coche que a más de uno le resultará chocante o casi estrafalario, pero que al menos aporta algo de novedad ante tanto vehículo casi indistinguible uno de otro.

Por pasar a cuestiones menos subjetivas, el Atto 3 incorpora un motor eléctrico de 204 caballos que nos parece suficiente para afrontar cualquier desplazamiento. La batería, de 60,48 kWh, homologa 420 kilómetros de autonomía en ciclo combinado que se quedan en unos 350-370 km en conducción real.

No son malos registros para una batería que no es grande para los estándares actuales, y ello se debe a un consumo contenido que viene a bordear los 17 kWh/100 km, aunque no podemos asegurarlo con precisión porque el ordenador de viaje solo ofrece datos totales desde que el coche salió de fábrica o bien de los últimos 50 km recorridos.

El modelo chino soporta 11 kW de potencia de recarga en corriente alterna, la habitual, y 88 kW en corriente continua, menos de lo que admiten muchos competidores. Con todo, bastan 44 minutos para recuperar el 80% de la energía, partiendo de cero, en un punto de carga rápida de la referida potencia. A 11 kW, la operación lleva 6,5 horas.

Como decíamos antes, el motor de 204 CV responde con solvencia en general y permite, por ejemplo, acelerar de 0 a 100 km/h en 7,3 segundos y pasar de 80 a 120 km/h en unos 5. Hemos echado en falta un mayor margen de maniobra en la tarea de recuperar energía: el conductor solo puede regular la frenada regenerativa en dos posiciones y no tiene a su disposición las levas tras el volante que son ya muy comunes entre los coches eléctricos.

Equipamiento a precio razonable

El modelo de BYD está a la venta en España en dos únicas versiones: Comfort, que cuesta 40.190 euros, y Design, disponible por 41.690, ambos precios antes de descuentos y posibles incentivos que rebajan bastante la factura final. Cabe hablar de un desembolso razonable para un vehículo eléctrico y equipado, en el caso del Design, con techo panorámico eléctrico, llantas de 18 pulgadas, portón eléctrico, llave manos libres y función de carga bidireccional, además de bomba de calor.

En el interior nos encontramos con asientos tapizados en cuero de origen no animal y con ajuste eléctrico, iluminación ambiental configurable, carga inalámbrica para móviles y, como joya y gadget favorito de muchos, una pantalla multimedia de 15,6 pulgadas provista de rotación eléctrica, acción que podemos realizar desde el volante o desde la propia pantalla.

Aunque no somos especialmente amigos de concentrar todas las funcionalidades del coche en una pantalla, por grande que sea, debemos admitir que ésta presenta un manejo rápido e intuitivo, muy similar al de cualquier dispositivo Android, y además divierte a los colegas con su giro…

Sucede con frecuencia -y en esto BYD no es una excepción- que los fabricantes proporcionen equipos supuestamente muy sofisticados, como esta superpantalla, y al mismo tiempo descuiden las funciones más básicas. Nos referimos en concreto a la elección aquí de una radio digital que en teoría mejora las prestaciones de una de FM y, en la práctica, no solo pierde la emisora que estamos escuchando en cuanto pasamos por un pequeño túnel, sino que además no la recupera a la salida, pues a menudo sintoniza otra diferente.

Como no solo de pantallas vive el hombre, haría bien BYD en mejorar este aspecto, si se quiere, tan trivial. Nos consta que lo ha hecho si tomamos como punto de comparación el modelo Tang, donde la radio digital es sencillamente inutilizable dado el nivel de chasquidos, pitidos y pérdidas de frecuencia, pero parece claro que no en la medida necesaria.

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