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Mazda: cinco nombres para (casi) un siglo de historia

Mazda es una marca que ha conseguido mantener la cabeza alta en casi un siglo de historia fijándose metas muy claras, lideradas y alentadas por una serie de personajes clave: su creador, el ingeniero que comprometió a la marca en el motor rotativo, el artífice del MX-5, el diseñador jefe y el actual presidente.

1. Jujiro Matsuda: el inventor autodidacta que ideó el R360

El seis de agosto de 1945, la bomba que arrasaba Hiroshima cambiaba para siempre la forma de vivir y de pensar en Japón. “El espíritu de Hiroshima” renacía a cinco kilómetros del epicentro de la explosión, en la fábrica donde Jujiro Matsuda llevaba fabricando desde 1931 el primer triciclo motorizado de Japón. La planta se convertía en hospital improvisado y, de alguna forma, la vida se abría paso bajo cinco mil metros cuadrados de techumbre industrial en el complejo Toyo Kogyo sociedad limitada.

Jujiro Matsuda, impulsor del MazdaGo!, medio-moto, medio-remolque, quería ofrecer algo más a un país recién salido de la guerra: un coche. La legislación local para colmo no lo ponía fácil, y a duras penas consiguió poner en la calle el Mazda R360. Un modelo mucho más avanzado que cualquier coche de la incipiente competencia, y que se convirtió ya de la mano de su ahijado, en el más vendido de la nueva categoría de coches pequeños o key car, con un 65% de la cuota de mercado en su primer año completo de vida: 1960.

Su estética de coche completo, aunque diminuto, y su motor de 16 caballos, sencillo y refrigerado por aire, transformaron de forma definitiva a la marca a través del sueño de su creador, que aún vivió lo suficiente para rubricar a la exitosa saga Carol y el deportivo Cosmo con motor rotativo, en 1967.

2. Kenichi Yamamoto: el ingeniero que ganó la batalla del motor rotativo

En 1960, Mazda marca buscaba distinguirse radicalmente de la competencia por la vía de los retos y a Yamanoto le cayó el premio gordo: solucionar y poner en producción un motor rotativo suficientemente potente y suficientemente fiable como para mover al primer coupé internacional de Mazda: el Cosmo. Cincuenta ingenieros dedicados en exclusiva, siete años y cinco mil prototipos destruidos tuvieron como resultado un motor plenamente funcional y sin comparación en el mundo entero, bajo el capó del Cosmo. Algo sucedía en Japón y llevaba el nombre de Mazda. Una marca que, en siete años, pasó de vender un solo coche de 16 caballos, a lanzar el deportivo más sofisticado del mundo.

Kenichi Yamanoto entró en Mazda por subsistencia y llegó a presidencia en 1984, acertando con la decisión de ensamblar coches sin aspiraciones en Estados Unidos para garantizar el mantenimiento de una sofisticada gama en Japón y Europa. Siete años más tarde, se retiraba de la compañía con un recado nacido en su corazón de ingeniero y amante del automóvil: construir un coche ligero, deportivo, usable y agudamente sencillo. El Mazda MX-5 tenía luz verde.

3. Nohibiro Yamamoto: el artífice del MX5 y precursor del Jinba Ittai

En 1984, un joven Nohibiro recibe de forma directa un encargo de la presidencia saliente de la marca: un deportivo auténtico. La esencia estaba definida por Yamamoto: rendir un homenaje a la tradición británica de pequeños coches deportivos descubiertos. Para ello era necesario exigir a los ingenieros un trabajo afinado hasta el punto de ser aplaudido y respetado durante largo tiempo. Y enfundarlo en una carrocería igual de atemporal. Los primeros bocetos y el prototipo nacieron en California en 1985. Y el llamado a ser roadster más popular del mundo se ponía a la venta con un éxito total en abril de 1989.

Siempre ligado al proyecto, Nohibiro Yamamoto ha apadrinado las tres generaciones posteriores, hasta la llegada de la actual y más evolucionada. El banco de pruebas más real para el Jinba Ittai, la conexión directa entre el coche y el conductor, va camino de la treintena más fresco que nunca. Un tiempo que el mismo Yamanoto ha vivido “más como un hobby, que como un trabajo de verdad”. Su misión personal, “ofrecer a los fans de todo el mundo, un coche que mereciera la pena y en el que se sintiera mi sincera gratitud”. Misión cumplida, Nohibiro.

4. Takashi Yamanouchi: 47 años en Hiroshima para Hiroshima

Hombre de fundados principios y liderazgo natural, Yamanouchi se labró durante treinta años una respetable carrera hasta que, en 1996, accedió al consejo de dirección. Dos decisiones salvaron a la marca en uno de sus momentos más duros: apoyar con firmeza el compromiso con la excelencia basada en la tecnología, y terminar con los recurrentes problemas comerciales a consecuencia de la fluctuación de la moneda y de la producción centralizada en Japón.

Para el primer reto, Yamanouchi se comprometió con la tecnología SKYACTIV para motores, chasis y transmisiones. Lo que se conoció popularmente como “la estrategia del gramo”, se encaminó hacia el replanteo de la familia de motores, de menos rozamientos e inercias encaminados hacia un funcionamiento más fino. De las carrocerías, con prevalencia de aluminio y aceros de alta resistencia en piezas clave en busca de menos peso y más firmeza. Y de las transmisiones, con mejores uniones del coche con la carretera, encaminadas en el último término a mejorar la experiencia de conducción con un control más directo.

5. Ikuo Maeda: el impulsor del diseño KODO

Cuando tu padre es el diseñador del RX-7 y a ti te encargan el RX-8, la responsabilidad sobre el diseño alcanza un nivel dinástico. La vida de quien consolidara las líneas del estilo Zoom-Zoom a principios de la década de los años 2000, llegó a la madurez en la misma marca que le ofreció un periodo de prácticas cuando apenas tenía 22 años. Ikuo Maeda evolucionó las prominentes aletas de su obra más importante, el citado RX-8, hacia un diseño inspirado en las formas de materiales como el acero o el bambú cuando se tensionan fuertemente, con la planta de un animal a punto de iniciar la carrera.

El KODO, el alma del movimiento nació con el concept Shinari en 2010, y ha tenido sus últimas iteraciones en los prototipos KAI y Vision Coupé, presentados a finales del año 2017 en el Salón de Tokio. Fuertemente atléticos, tallados desde un bloque, pero con utilidades completamente distintas, el KAI con muy pocos cambios se convertirá en la próxima generación del Mazda 3.