Tras el impasse en blanco de su cuarta generación, el Subaru Impreza vuelve al mercado español como una alternativa diferente a los compactos habituales. Para disgusto de sus incondicionales de antaño, en el nuevo modelo las variantes deportivas que lucían las siglas STi y WRX por bandera son solo eso, un bonito recuerdo que parece que no volverá, y el mítico Impreza parece quedar reducido a una especie de versión descafeinada de sí mismo.
Visto con más desapasionamiento, el coche mantiene algunos rasgos que proclaman su condición de outsider, fundamentalmente el motor bóxer (de cilindros opuestos en horizontal), con su correspondiente centro de gravedad más bajo, y la tracción a las cuatro ruedas de serie. En este caso, se agrega un tamaño bastante superior a la media de una categoría donde reinan los Seat León, Renault Mégane, Ford Focus, Peugeot 308, Opel Astra y otros superventas.
Con 4,46 metros de longitud y 2,67 metros de distancia entre ejes, el nuevo Impreza ofrece un espacio interior amplio para los ocupantes de las plazas traseras. Sin embargo, el maletero, de 385 litros, no se beneficia de esas generosas dimensiones y se sitúa en el promedio del segmento debido a la notable complejidad técnica del tren trasero, motriz a diferencia del de sus competidores.
Otro punto a favor del nuevo modelo de Subaru es que equipa de serie en sus dos acabados, Sport y Executive, el paquete de ayudas a la conducción Eye Sight. En él se incluyen el asistente de cambio y mantenimiento en el carril, frenada de emergencia, aviso de posible colisión, control de crucero activo capaz de detener completamente el coche, en un rango entre 0 y 130 km/h, y un dispositivo que impide acelerar cuando se está muy cerca de una pared o de otro vehículo.
De momento, solo se vende en España con un motor bóxer de gasolina de 1,6 litros y 114 caballos combinado con una transmisión automática de variador continuo (CVT) y seis relaciones prefijadas. Como pasa con muchos cambios de este tipo, el ruido del motor excede con mucho su capacidad de aceleración, que no es en absoluto brillante pues requiere 12,4 segundos para impulsar el coche de 0 a 100 km/h.
Desarrollado sobre la misma plataforma del Subaru XV y de los futuros Forester y Outback, el Impreza da la sensación de contar con una estructura de base que queda a años luz de lo que le exigen el parco motor 1.6 y la molesta transmisión CVT, que no dispone de levas en el volante para cambiar manualmente y solo cabe manipular por medio de una posición de la palanca (Low) que permite acortar unos desarrollos que no son tales.
La versión básica (Sport) del modelo cuesta 20.400 euros y comprende siete airbags, climatizador, freno de mano eléctrico, ayuda para arrancar en pendiente, luces y limpiaparabrisas automáticos y pantalla de 6,5 pulgadas, entre otros elementos. Por 23.200 euros está disponible la versión Executive, que añade llantas de 17 pulgadas, faros led direccionales, aviso de ángulo muerto y tráfico cruzado posterior, cámara de visión trasera, acceso y arranque sin llave, cambio automático de luces cortas a largas y pantalla de 8 pulgadas.
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