Japón está llevando a cabo un ambicioso proyecto para abordar la creciente crisis logística que afecta al país mediante la construcción de una gigantesca cinta transportadora subterránea que conectará Tokio y Osaka. Este innovador sistema, conocido como Autoflow-Road, pretende resolver los problemas derivados de la escasez de conductores de camiones, situación que se reproduce en otros países -entre ellos el nuestro-, y las limitaciones de la infraestructura vial en la actualidad, y ofrece lo que se interpreta como una solución eficiente y ecológica para el transporte de mercancías.
El Autoflow-Road utilizará una red de túneles y carriles elevados para mover pallets automatizados con capacidad de hasta una tonelada, reemplazando el trabajo de aproximadamente 25.000 conductores de camiones diarios. Esta tecnología, completamente automatizada y que operará las 24 horas del día, promete mejorar significativamente la eficiencia logística y reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, de modo que se alinea con los objetivos ambientales que se ha propuesto Japón.
La construcción de este corredor subterráneo de 500 kilómetros, que se espera que esté terminado para 2034, tendrá un coste estimado de alrededor de 26.000 millones de dólares. Esta cifra exorbitante incluye la construcción de túneles, que costarán entre 48 millones y 550 millones de dólares por cada 10 kilómetros, dependiendo de la ubicación y las condiciones del terreno.
El proyecto surge en un contexto de crisis en el sector logístico japonés, exacerbado por la rápida disminución de la población y las nuevas regulaciones laborales que limitan las horas extras que pueden realizar los conductores de camiones. Según un estudio del Instituto de Investigación Nomura, se prevé que la cantidad de conductores disminuirá de los 660.000 que había operativos en 2020 a solo 480.000 en el año 2030, lo que representa una disminución del 36%.
Además de abordar la escasez de conductores, el Autoflow-Road busca reducir la congestión del tráfico y las emisiones de carbono. El sistema se inspira en tecnologías de cintas transportadoras de gran capacidad utilizadas en otras industrias, como la minería. En Kochi, Japón, una cinta de 23 kilómetros transporta piedra caliza, mientras que en el Sáhara Occidental una cinta de 100 kilómetros mueve fosfato a un puerto cercano. Estas tecnologías servirán de modelo para el diseño del sistema japonés.
La infraestructura más ambiciosa
El proyecto también involucra la colaboración del sector privado para su financiación y desarrollo. La propuesta del Ministerio de Tierra, Infraestructura, Transporte y Turismo de Japón busca atraer inversiones privadas, y para ello destaca el potencial transformador del proyecto para la industria logística del país. Durante la presentación del plan, el ministro de Transporte, Tetsuo Saito, enfatizó la importancia de avanzar rápidamente en las discusiones y la puesta en marcha de un proyecto que no dudó en calificar de muy innovador.
Japón no está solo en esta búsqueda de soluciones logísticas de alta tecnología. Otros países como Suiza, China y los Países Bajos también están desarrollando sistemas similares para mejorar la eficiencia del transporte de mercancías y reducir las emisiones de CO2 a la atmósfera. Eso sí, el proyecto japonés es el más ambicioso en escala y complejidad, dadas la alta densidad de población del país y las particularidades geográficas de las ciudades japonesas.
El Autoflow-Road representa una solución innovadora y sostenible a los desafíos logísticos de Japón y cuenta en principio con el potencial para transformar de una manera significativa la manera en que se transportan las mercancías en el país. El proyecto no solo aliviará la carga sobre la infraestructura vial existente y mitigará la escasez de conductores, sino que también contribuirá a lograr los objetivos ambientales nacionales, lo que podría señalar un precedente para futuras iniciativas de transporte logístico en todo el mundo.