El Ayuntamiento de Murcia continúa sin realizar el homenaje a los 85 murcianos víctimas del nazismo a pesar de haberse aprobado por unanimidad en el pleno municipal del 29 de junio de 2017. Esta situación llevó al PSOE a emitir un comunicado en el que señalaba que “no es justo ni racional alargar el olvido”. En este sentido, la edil socialista Begoña García Retegui afirmó en este comunicado emitido a primeros de marzo que “ocho meses es tiempo más que suficiente para que nuestro ayuntamiento homenajee a estos murcianos que sufrieron la deportación y la represión”.
La moción presentada y consensuada por todos los grupos políticos municipales expresaba la “admiración y agradecimiento” a estos 85 murcianos cautivos en campos de exterminio nazis, de los que 53 fueron asesinados, en lugares como Dachau, Buchenwald y principalmente Mauthausen. Además, esta moción reconocía que la deportación española a campos nazis (9.300 españoles y españolas) “estuvo motivada como parte de la represión de la dictadura franquista” y por el hecho de ser “luchadores contra el nazismo en las filas aliadas durante la Segunda Guerra Mundial”.
Por tanto, el pleno municipal aprobó hacer un acto de homenaje basado en colocar un monolito con los nombres y apellidos de estos murcianos en una calle o plaza pública de la ciudad, intentar localizar a sus familiares y rendir homenaje personal al superviviente Francisco Griéguez Pina. Han transcurrido nueve meses y tan sólo esta última parte se ha llevado a cabo, en concreto cuando a finales de 2017 el Ayuntamiento envió a Griéguez una placa conmemorativa a su domicilio situado en el sur de Francia (Gardanne, región de Provenza-Alpes-Costa Azul), país en el que vive desde que fue liberado de Mauthausen en el año 1945.
Franciso Griéguez: “Sueño con Mauthausen”
“Murcia es mi vida y está en mi corazón”. Con esas palabras Francisco Griéguez nos manifestó su alegría al conocer que el ayuntamiento de su ciudad iba a aprobar este reconocimiento hacia él y el resto de sus 84 compañeros murcianos. Griéguez, cercano a los 100 años de edad, es uno de los diez supervivientes españoles del nazismo que siguen con vida.
Otro de estos supervivientes también es de la Región de Murcia, su nombre es Juan Aznar (05-07-1918), nacido en Caravaca, y recibió un homenaje en su ciudad el pasado verano. La cifra total de supervivientes españoles se redujo hace escasos días cuando conocimos el fallecimiento del barcelonés Cristóbal Soriano en Montpellier con 98 años, quien al igual que Griéguez y Aznar, sufrió durante más de cuatro años el infierno de Mauthausen.
Francisco Griéguez nació en Murcia el 25 de octubre de 1918. Durante su juventud trabajó en una fábrica de juguetes en la capital murciana y, con 17 años, decidió alistarse como voluntario para luchar contra Franco nada más producirse el intento de golpe de Estado.
La Batalla del Jarama o la del Ebro fueron enfrentamientos trascendentales en el desarrollo de la guerra en los que Griéguez participó. En 1939, tras la caída de Cataluña a manos de Franco, decide huir a Francia, donde acabaría internado en el campo de Saint-Cyprien. Poco después se alistó en la 27ª Compañía de Trabajadores Españoles, siendo destinado a la defensa de la Línea Maginot. En junio de 1940 fue capturado y enviado a un campo de prisioneros de guerra en Trier (Alemania); de ahí, y como consecuencia de las excelentes relaciones entre la dictadura franquista y el III Reich, sería enviado al campo de Mauthausen. Las torturas, la escasa alimentación o los trabajos forzados hasta la extenuación son episodios que Francisco Griéguez recuerda con nitidez a pesar del paso de los años y que relató en una entrevista filmada al periodista Carlos Hernández en 2015.
Escaso interés del alcalde de Murcia con los 85 deportados de la ciudad
Después de nueve meses de esa moción, el Ayuntamiento apenas ha dado cumplimiento a lo aprobado en el pleno municipal. Si bien es cierto que el consistorio envió una placa conmemorativa al superviviente Francisco Griéguez, ese acto no tuvo visibilidad a través de los medios de difusión que posee el Ayuntamiento, por lo que los ciudadanos no han podido ver tal distinción.
Las comparaciones con otro tipo de actos culturales-históricos en los que participa el Ayuntamiento evidencian el escaso interés del Gobierno municipal en este reconocimiento a sus vecinos que lucharon por la libertad y la democracia.
En este sentido, otro ejemplo de esta circunstancia es que el alcalde de Murcia, José Ballesta, tardó más de un mes en aceptar recibir en mano la carta de Griéguez como muestra de agradecimiento por la placa conmemorativa recibida. “He recibido bien su placa conmemorativa […] la cual me ha causado gran placer y también emoción. Es un gran honor el que me habéis otorgado, pues yo he nacido en Murcia y siempre la tengo en mi corazón. Se lo agradezco mucho. La placa es muy bonita”, reflejaba la carta que escribió, en francés, Juana, esposa de Griéguez, al estar éste aquejado de Parkinson.
Contrasta la actitud pasiva del ejecutivo murciano con la mostrada por otros municipios de la Región. El caso más reciente fue el homenaje que hizo Bullas a sus 6 vecinos deportados a campos nazis, inaugurando un monolito en el denominado “Jardín de la Memoria” y en el que ese ayuntamiento realizó una ardua búsqueda de los familiares de los deportados que los condujo a países como Argentina o Francia. A ese acto celebrado en enero de este año acudieron dirigentes de todas las formaciones políticas a nivel local, regional y nacional.
A día de hoy se desconoce cuándo el Ayuntamiento de Murcia se pondrá a trabajar en este asunto. El PSOE propuso la fecha simbólica del 14 de abril para hacer ese homenaje, aunque no han tenido respuesta alguna desde el consistorio.
La concejal socialista Begoña García Retegui, involucrada desde el principio en este tema, declaró a este periódico que “no han tenido la deferencia de decirme una fecha, ni siquiera para decirme que lo harán después de Semana Santa”. Mientras tanto, tras más de setenta años de olvido, los deportados murcianos continúan sin tener este reconocimiento. Cada día que pase será más difícil localizar a los familiares de los deportados. El paso del tiempo también pone en riesgo que Francisco Griéguez pueda ver por fin cómo él y sus compañeros pasan a ocupar el lugar de la Historia que se merecen.