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Opinión - Cada día un Vietnam. Por Esther Palomera

La ciudad de Murcia aprueba reconocer y homenajear a sus vecinos deportados a los campos nazis

“Estoy muy contento. Pienso mucho en Murcia; es mi ciudad y, por eso, me emociona tanto que se acuerden de mí”. Los ojos de Francisco Griéguez se humedecen cada vez que habla de la localidad que le vio nacer hace ya 98 años. Este viejo luchador ya apenas puede andar, pero tampoco está dispuesto a rendirse en la última batalla que le toca librar contra el tiempo, la enfermedad y la vejez; por eso sigue manteniendo el buen humor, disfruta de cada minuto que pasa al lado de Juana, su eterna compañera, e incluso sigue conduciendo su pequeño coche, con envidiable pericia, por las calles de la villa francesa de Gardanne, en la que vive desde el final de la II Guerra Mundial.

Pese a estar a paso y medio del siglo de vida, Paco, como le llama todo el mundo, puede presumir de tener la cabeza tan lúcida como el día en el que decidió alistarse voluntario para luchar, primero, contra Franco y, más tarde, contra Hitler. Tras hacer frente al fascismo en dos guerras, pasar cuatro años en el campo de concentración nazi de Mauthausen y sufrir más de siete décadas de exilio, por fin su ciudad natal se ha acordado de él. En solo siete días ha recibido el reconocimiento que le había sido negado durante más de 70 años de olvido.

La pasada semana, la asociación memorialista murciana Tenemos Memoria le enviaba una emotiva carta de agradecimiento por su lucha y una placa de reconocimiento: “Siento una alegría inmensa. Murcia es mi vida y está siempre en mi corazón”, decía, secándose las lágrimas, mientras le leían la misiva.

Hoy ha llegado el turno de un homenaje institucional que, a estas alturas, ya no esperaba. El Ayuntamiento de Murcia ha aprobado unánimemente una moción con la que salda, al menos en parte, una deuda que tenía pendiente con los más de 80 vecinos de esa ciudad que, por defender la libertad, acabaron entre las alambradas, los crematorios y las cámaras de gas nazis.

Una moción asumida por todos los grupos

El pleno municipal celebrado este jueves se ha limitado a leer y ratificar el contenido de la moción. No ha sido necesario debatir su contenido puesto que fue consensuada y presentada conjuntamente por todos los grupos políticos. En su exposición de motivos se deja constancia de que la causa de la deportación a los campos nazis de cerca de 10.000 españoles “estuvo motivada como parte de la represión de la dictadura franquista” y también por haber sido “luchadores contra el nazismo en las filas aliadas durante la Segunda Guerra Mundial”. El texto expresa su “admiración y agradecimiento” a los, al menos, 85 vecinos de Murcia que acabaron en los campos de la muerte de Hitler, dos tercios de los cuales perecieron en ellos. Por todas estas razones, el consistorio acuerda “manifestar públicamente el reconocimiento institucional del Ayuntamiento de Murcia hacia los deportados”, se compromete a colocar “un monolito en una calle o plaza pública en memoria de las víctimas” y “rinde homenaje personal a D. Francisco Griéguez Pina y para ello se le hará llegar una placa de reconocimiento”.

El padre intelectual de la iniciativa es el historiador Víctor Peñalver Guirao, que ya ha logrado que otra media docena de municipios de la Región de Murcia aprueben mociones similares. En este caso, fue la concejal socialista Begoña García Retegui quien recogió el guante y negoció con el resto de grupos municipales para llevar a buen puerto la moción: “Agradezco la sensibilidad de todos ellos. Es una noticia muy positiva la unanimidad con que hemos contado”, declaró a eldiario.es la edil del PSOE.

En contraposición con lo ocurrido hoy en la ciudad de Murcia, García Retegui no es capaz de entender cómo el PP se opone a mociones similares en otros ayuntamientos e instituciones: “Una parte de la derecha española, procedente del franquismo, ha negado de forma sistemática la aquiescencia de la dictadura franquista con las prácticas nazis. El olvido de nuestras víctimas y la imposición de una versión falsa de la historia insulta a nuestra memoria. La verdad, aunque para algunos sea incómoda es la que es y ni podemos, ni debemos, ni queremos ignorarla”.

La concejal socialista intervino brevemente en el pleno para leer unas palabras de agradecimiento del promotor de la iniciativa, que no pudo asistir por encontrarse visitando el campo de concentración de Mauthausen. Víctor Peñalver destacó el hecho de que “ayer, el rey Felipe VI calificara el franquismo como dictadura por primera vez. Solo ha tardado 40 años”, ironizó.

También se preguntó “¿por qué en 2017 las víctimas españolas de la represión nazi siguen siendo desconocidas para muchos? Es evidente que el franquismo construyó un relato histórico impulsado por sus instrumentos de propaganda, que se mantiene con fuerza entre la sociedad y en el temario de nuestra educación pública. Por ello el reconocimiento que se ha oficializado hoy tiene una especial trascendencia: se pone la primera piedra para paliar el olvido y el silencio hiriente que han sufrido estos más de 9.000 compatriotas”.

Amenaza neonazi en Murcia

Tanto Peñalver como García Retegui creen que esta iniciativa cobra un significado especial en este momento en el que se están produciendo en la Región de Murcia actos de violencia protagonizados por grupos neonazis. El último de ellos fue la agresión a varias personas que participaban en la marcha del Orgullo LGTB por parte de radicales y cabezas rapadas que se dirigían a una manifestación ultraderechista que había sido autorizada por la Delegación del Gobierno.

La concejal socialista cree que “esta moción tiene que ser un paso más para luchar de manera tajante contra esos movimientos. Aunque el delegado del gobierno no vea peligro en sus manifestaciones, son sin duda muy peligrosos para nuestra convivencia, para nuestra sociedad”.

En esta línea, Peñalver expresa desde Austria a eldiario.es su convencimiento de que “actos como el de hoy sirven de vacuna contra el neofascismo y, por ello, espero que se repitan en el mayor número de instituciones”. El historiador, no obstante, cree que “lo más importante es que hemos conseguido que Francisco Griéguez pueda disfrutar en vida de la muestra de cariño que su ciudad le ha enviado”.

Efectivamente, con una sonrisa en los labios y los ojos vidriosos por la emoción, Paco ya aguarda en Gardanne el momento en que el cartero llame a su puerta para entregarle la placa remitida por su ciudad natal. Afirma que la recibirá en su nombre, pero también en el de todos sus compañeros y compañeras deportados a campos nazis. Él es el único que sigue con vida para disfrutar de este momento; aunque sea desde los 1.000 kilómetros de distancia que le separan de su adorada Murcia.