Entrevista Creadora de LASALA, bailarina, profesora y coreógrafa

Begoña Ruiz Ropero: “Estaría bien introducir la danza en la educación, igual que el teatro”

LASALA es una escuela y un espacio de creación y exhibición de danza contemporánea que nació en Murcia en junio de 2021. Su creadora y directora es la bailarina, profesora y coreógrafa Begoña Ruiz Ropero, y la semana que viene presenta su primera obra larga para LASALA, una pieza coreografiada por ella para más de treinta bailarinas y bailarines y música en directo que se podrá ver en el auditorio de La Alberca el próximo 25 de junio. Hablamos aquí de qué es bailar y enseñar a bailar, de cómo es la pieza que están terminando de preparar, titulada C A M I N A R, y también de cómo se crea y se dirige una escuela de danza contemporánea.

¿De dónde sale LASALA, cómo empieza?

Llevaba unos años dando clases en diferentes lugares fuera de Murcia. Me vine a Murcia y alquilaba sitios para dar clases de forma regular, y un verano, en el 2020, después del covid, me surge en la cabeza unir tres cosas que me interesaban a mí: dar clase, hacer eventos y poder facilitar un espacio para que otras personas pudieran ensayar. Quise aunar esas tres cosas que me interesaban, que son las que he ido trabajando en mi trayectoria profesional. Organizar eventos, dar clase y crear.

Ya habías hecho antes gestión cultural.

Sí, en Murcia hice un festival de mujeres que duró dos ediciones en La Postiza, un proyecto muy chulo pero que se quedó ahí. En Granada estuve muchos años trabajando, dando clases, y hacía gestión de eventos, me gustaba organizar eventos de danza.

Así que en verano de 2020 empiezo a darle vueltas a todo eso y empiezo de una forma muy sencilla: tener un espacio muy pequeño principalmente para dar clases, que iba a ser la base de ingresos. Y en el 2021, al año siguiente, se inaugura, en junio. Estoy todo ese año procesando el concepto: que sea un espacio blanco, la tipografía, el nombre, la imagen corporativa (que es obra de Curlos Guerrero), la línea de trabajo... Tenía claro que quería que fuera un sitio sólo de danza contemporánea, especializado en danza contemporánea. Tenía claro también que quería un buen suelo para poder trabajar. Había cosas que estaban muy claras y otras que fueron llegando. Y se inauguró en junio del 2021; ese verano ya se hicieron eventos con coreógrafas que vinieron a presentar sus trabajos. Ahí ya empecé a dar clase, en verano, y en septiembre empezó el curso oficial.

¿Qué aportas a LASALA como coreógrafa y bailarina, cómo se combinan en LASALA esas dos vertientes de tu trabajo?

Pues creo que se va encontrando. Y creo que ahora me doy cuenta de qué lenguaje se va adquiriendo en LASALA, en cuanto a lenguaje coreográfico. Y en cuanto a mí... Creo que lo que más me identifica a mí con LASALA es la manera de trabajar. Es una forma de trabajar en la que soy muy exigente (dura no, exigente), pero hay un trato muy cercano, con mucho amor. Familiar pero no en el sentido de secta, o de que se confundan los roles. Es muy delicado todo, se cuida mucho el detalle, y se cuida tanto en el trato personal como en el movimiento. Es mi manera de crear y de dar clase. Llevo como diez años dando clase antes de llegar aquí, y creo que desde LASALA se han ido aunando mi manera y mi lenguaje, se van desarrollando cada vez y van llegando a sitios diferentes, pero eso me lo da la experiencia de dar tantas clases.

¿A qué te refieres con el detalle en la forma de bailar?

Creo que la danza implica eso, el detalle. Soy muy analítica a nivel de creación, de partitura, de crear, de dar clase, de corregir..., qué se puede hacer y qué no. Hay un toque ahí que no sé cómo definir, pero hay como una manera, que se va viendo a lo largo del tiempo. Yo la estoy viendo ahora, el poso de estos tres años de trabajo.

Esa combinación se ve cuando sales de la escuela a hablar con las bailarinas y os sentáis en la plaza..., y a la vez tu mirada seria cuando estás corrigiendo.

Creo que es en lo que más me siento cómoda, en esa combinación de exigencia y a la vez desde el amor, la cercanía y el cuidado de cada persona. Con las peques me cuesta; que entiendan, sin ir desde el juego, que se puede trabajar con disciplina y exigencia pero también con amor, no con dureza o maltrato.

¿No hay juego entonces?

Hemos establecido una dinámica de trabajo en el que no hay juego. A veces sí hacemos, porque me apetece introducirlo en alguna sesión; no son clases lúdicas, pero sí nos lo pasamos bien.

¿Puede bailar cualquiera danza contemporánea?

La danza contemporánea tiene muchas técnicas, y tú puedes enfocarla como quieras, pero en este caso en LASALA al ser un trabajo muy de suelo a veces supone una exigencia que necesita que te apetezca un trabajo así, intenso, aunque sea a un nivel bajo. El 80 por ciento del alumnado que se acerca a LASALA son gente que ya ha trabajado su cuerpo, no son sedentarios; si no fuera así, es posible que les costara bastante encontrar una conexión. Pero LASALA está abierta a todo el mundo.

Y en general, ¿nos vendría bien bailar? ¿Crees que hay una conexión entre el bailar y la sociedad, su funcionamiento?

Claro. Todo lo que sea trabajo de cuerpo es un trabajo mental, siempre está ese doble trabajo. Bailar va implícito en la persona. Cuando escuchas música te mueves, por norma general. Se generan unas conexiones, una descarga... Hay unas respuestas químicas que se están estudiando cada vez más por las que te sienta bien bailar. No digo en clase, digo en casa. También te sienta bien por la parte física, como con cualquier deporte. Estaría guay (en otros países ya se hace, y en España en algunas comunidades autónomas) meter la danza en la educación, igual que el teatro. Desde niño y niña se trabajan con el cuerpo cosas de consciencia corporal, de memoria, de disociar partes del cuerpo, de controlar tu cuerpo, si controlas tu cuerpo controlas tu mente... En niños y niñas lo vería obligatorio. Y en adultos pues claro que lo recomiendo.

¿Tú por qué empezaste a bailar?

Empecé de forma muy aleatoria. Fue en mi pueblo, Huércal-Overa, el mejor pueblo del mundo, me llevó mi madre, yo tenía tres años. No recuerdo bien, tengo algunas imágenes, de estar con zapatillas. La profesora se fue del pueblo y mi madre me llevó a Lorca, a otra academia, y ahí ya me enganché. Me llevaba tres tardes a la semana, me encantaba, no podía dejar de bailar. Y hasta ahora. Pero lo decidió mi madre, claro. También me llevó a otros deportes porque era muy activa, pero me quedé con la danza.

¿Te imaginas sin bailar? Me refiero a profesionalmente.

Pues no lo sé, me puedo imaginar también sin bailar. Sí, porque de alguna manera bailaría, entrenaría, mis cosas, mi trabajo de cuerpo. Pero no lo sé, no sé qué contestar a eso.

¿Ahora das más clases o bailas más?

Doy más clases. Pero hay una cosa que estoy experimentando: que doy muchas clases a la semana y tengo un entrenamiento físico diferente, muy exigente, nunca me había encontrado tan en forma, con tanto control de cuerpo y de conciencia. No bailo tanto para mí, lo hago cuando puedo, pero estoy en un momento interesante de control y de conciencia. Cuanto más explicas más entiendes tu cuerpo. Ahora me dedico a explicar a través de mi cuerpo.

Hay mucha autoconciencia de tu cuerpo en la danza entonces.

Sí. Hay también reproducción de patrones. La memoria coreográfica es un trabajo fundamental. Yo lo veo con las alumnas que van entrando. Hace un año para las de iniciación era un imposible aprenderse una frase de ocho movimientos. Ahora hay una cobertura ahí, han abierto un canal en su cerebro. Es como un entrenamiento. A mí por ejemplo me cuesta memorizar textos; si entrenase, mejoraría.

El año pasado fue la celebración de la segunda vuelta al sol de LASALA, en el auditorio de Algezares. Se llenó, había 250 personas. Vamos a hablar de la tercera, que no se va a llamar así, sino que es una pieza coreografiada por ti y que se llama C A M I N A R.

A diferencia de los dos años anteriores, esta vez he preparado una obra de danza. El primer año era el cumple de LASALA, el aniversario, y se le llamó así a la función, “La primera vuelta al sol”. Fue todo rápido, lo pensé en abril y dije: voy a hacer una fiesta por LASALA. Y ésa era la temática: el jaleo, la fiesta, la rave. Eran piezas independientes una de otra, divididas según los grupos de la escuela de ese año, aunque en un momento sí trabajaba con todos a la vez, homogeneizando un poco el trabajo. Fueron 20 o 25 minutos y se preparó de abril a junio. En “La segunda vuelta al sol”, el año pasado, el hilo era el amor y la belleza. La música y el vestuario eran menos independientes, aunque no se puede decir que fuera una pieza. Duró una hora.

Nada más terminar esa muestra, recuerdo perfectamente ese momento, pensé: el año que viene no, el año que viene va a ser una obra de danza. Necesitaba hacer otra cosa, mi cuerpo me pedía hacer otro tipo de trabajo. No tenía la idea ni nada, pero sabía que no quería eso, que lo que quería era una pieza. Y en octubre de este curso empecé yo sola a trabajar en eso, escribiendo qué quería crear, qué quería hacer… En abril empezó el trabajo con las alumnas, con las bailarinas. Todos los fines de semana, con tres grupos de trabajo, hasta junio. Y el 25 la vamos a estrenar. No es una compañía pero es lo más parecido a la dinámica de trabajo de una compañía. Primero se crea, se escribe y luego tres meses de trabajo, que si son cuatro o cinco pues mejor.

¿De qué va C A M I N A R?

Te hago el dibujo. Empiezo generando un universo, un imaginario, que es el siguiente: hay un suceso y pasado un tiempo se genera un poso. En el camino aparecen muchos conceptos: la soledad, la reflexión, el silencio, la decisión, la observación, el bucle... No he trabajado desde una situación concreta, pero sí he invitado a todas las bailarinas a poner ejemplos de su vida: te pasa algo y hasta que no pasa un tiempo y se genera un poso no empiezas a situarlo todo en su lugar. Pero no me importa el poso, sino este camino. De esos conceptos que aparecen en el trayecto son los que yo uso para ir creando las coreografías. A veces son cuadros, otras veces imágenes o, claro, coreografías. Pero no todo es movimiento. Y pueden aparecer los conceptos en diferentes momentos. Es un viaje de una misma, de uno mismo, que creo que es fácil llevártelo a tu vida. Yo en ningún momento dije si era positivo o negativo el proceso, porque puede ser de los dos tipos. He ido poniendo ejemplos, como crear LASALA, o cuando me fui un tiempo a vivir fuera de España sola. Y es un viaje que no acaba, no hay final o una respuesta.

¿Hay cosas de otros trabajos de LASALA en esta pieza?

Sí, hay cosas que a nivel de lenguaje empecé a desarrollar hace tres años, pero de repente aquí aparece de otra forma. Empecé células, como cuando escribes y tienes párrafos que guardas y luego los coges, aparecen más adelante.

¿Y cuáles son las referencias, de qué te has servido?

Supongo que como en la escritura son referencias que vas cogiendo: imágenes, una canción, una persona que te ha inspirado, un momento, un color, frases, textos... Cuando entras en ese proceso, creo que pasa en cualquier arte, has abierto un canal, y cuando ves algo que tiene que ver con eso dices: tiene que ver con Caminar. Y me sigue pasando, hasta que llegue el 25. Ahora estoy más sensible a todo.

¿Los movimientos coreográficos los pruebas sobre ti primero?

Sí. Hay movimientos que he lanzado a las bailarinas, porque me apetecía que ellas probaran algunas cosas desde mis pautas y yo coreografiar desde fuera. Hay algunos momentos muy pequeños en los que ellas han creado sus frases, pero todo pasa por mi cuerpo antes de lanzarlo. Pasa por mi cuerpo, ellas lo hacen y a través de ese hacer yo empiezo a imaginar otras cosas. Me han dado muchas cosas. Es lo que les digo: nos estamos retroalimentando, yo les doy y ellas me dan, porque están muy proactivas a darme lo que tienen.

¿Cuánto cambia la pieza desde que la escribes hasta el final, cómo le afectan los ensayos, cómo están siendo?

Está siendo un proceso súper calmado. Y uno de los factores es la experiencia de estos últimos dos años. Algo complejo de esto es que son muchas bailarinas, son 34 las que dirijo. 24 de ellas están en tres grupos, y luego las peques van aparte.

¿Entonces cómo has conseguido gestionar los ensayos y dividido la obra para poder trabajar con esos tres grupos en horarios distintos?

Si te soy sincera, no sé cómo he llegado hasta aquí… Pero sí lo sé. Ha habido mucho trabajo de organización previo. Hacer muchos cuadrantes, ver cómo hago la dinámica de trabajo, qué hago en cada ensayo... He estado meses con eso. Además, las piezas no están cerradas, cada semana voy construyendo células. Imagina que hay diez escenas. Tengo claro que hay diez pero cada una no tengo claro cómo va a ser. ¿Quién estará en cada escena, cómo divido los ensayos, quién hace qué? ¿Hago lo mismo en cada escena? ¿Cómo sigo componiendo? Pero una vez que empieza una minicélula se empieza a gestionar ella misma, se va creando. Si ha salido al final, si he llegado, creo que es porque hay un trabajo previo de organización y de ver muchas posibilidades.

Los ensayos están siendo muy tranquilos, desde el principio, sin agobios, sin estrés, disfrutando. Son en LASALA, y este mes nos iremos los sábados al Auditorio de Guadalupe, donde me han dado una residencia artística de tres días. Ahí podemos probar todo en el escenario, puedo estar con las luces, con Octavio Vázquez, que es el diseñador y técnico de luces de LASALA, y con Rosa de los Reyes, que lleva la dirección musical. Además en la pieza va a haber música en directo. Y ya está el cartel, que ha hecho Tóbal Sánchez, que es precioso. Ahora empieza todo a conformarse, se empiezan a añadir capas. Este mes es muy bonito.