Cuando terminó la gira de presentación de ópera prima de Cycle, ‘Weak on the Rocks’ (2005), los integrantes de Cycle cultivaron con delectación una faceta, en cierta forma, disidente del mercado musical: habían ganado muchos premios y tocado en los festivales más importantes del momento como el Sónar o el FIB, sin embargo, David Kano y La China Patino, eran conscientes de que para que ese matrimonio musical siguiese funcionando, era necesario que se tomasen un respiro musical, para dedicarse a otros proyectos musicales. Tanto Kano como la propia China son dos personalidades que, pese a tener la noche en común, guardan diferencias en lo que a la concepción creativa se refiere. Kano es un animal de estudio: un músico acostumbrado a trabajar en soledad con sus sintetizadores, pianos digitales y mesas de mezclas. Recuerda mucho al Trent Reznor –líder de Nine Inch Nails– de los años ochenta, cuando intentaba crear su propio mundo trabajando de forma subrepticia, reaccionando contra un mercado musical dominado por el Hard rock, el Heavy metal, la New wave o el Synth-pop. Él es el cerebro de la banda.
La China Patino, por otra parte, es fuego y, a su vez, elegancia. Con una formación artística pulida por las gracias de la escuela de interpretación llevada por la prestigiosa Cristina Rota, la madrileña es siempre una esponja creativa. Desde sus comienzos con la banda hasta la actualidad, el tiempo y la experiencia han refinado su carácter. En su adolescencia y juventud hacía gala de una sicalipsis desvergonzada; hoy sigue jugando con la provocación, pero a diferencia de la procacidad de antaño, la oblicuidad y una picardía mucho más sensual le han hecho no sólo mejor músico, sino también, más artista, en general.
Siendo consciente de que los sueños de juventud muchas veces devienen en ficción, en ella pervive, todavía, ese idealismo que sienta las bases del romanticismo que ayuda a esmaltar nuestra existencia de retos continuos. El éxito le vino pronto con el citado ‘Weak on the Rocks’ y se convirtió, en su momento, en una de las artistas más mediáticas del panorama musical y presentó el programa ‘iPop’. Sin embargo, siendo consciente de que la memoria histórica musical en nuestro país es corta y que la música genera sus propios ídolos y ángeles caídos continuamente, combate estas vicisitudes erigiendo su propio templo consagrado a una visión del arte más pragmática. La pasión es consustancial a su carácter. Pero el tiempo cuartea el carácter y eso la ha hecho más sosegada.
Actuaron el pasado sábado en la sala Garage Beat Club y, desde el primer momento, sedujeron al respetable con las interpretaciones de canciones como ‘Be The One’, ‘ You Talk Too Much’, ‘Grow Some Attitude’ o la célebre ‘Confussion!!!. Tanto Luke Donovan –vocalista de la formación– como La China Patino se repartían los papeles de incitar y provocar al público, mientras que Juanjo Reig y su guitarra nos retrotraía no sólo a los Primal Scream de ‘Vanishing Point’ (1997), a los Killing Joke de ‘Night Time’ a los Depeche Mode de ‘Songs of Faith and Devotion’ (1992), sino que, como si de un Al Jourgensen o Simon Hinkler se tratase, ambientaba el concierto a la perfección, aportándole el toque pesado y penetrante que requería el recital, mientras el propio Kano, perfectamente equipado en su set, hacía maravillas con el scratch, el beat juggling y el back Spin.
Alumnos aventajados de The Mission o The Sisters of Mercy, los madrileños, aparte de con las bases electrónicas, ambientaron a la perfección el concierto jugando con las propias bondades de las bandas anteriormente mencionadas como el misticismo y la oscuridad. La China, desde un primer momento, interpretó a la perfección estos aspectos. Ataviada de cuero y con gafas de sol, su presencia y sus gestos, como si fuese un cruce entre Patricia Morrison y Tura Satana en ‘Faster Pussycat Kill Kill!’ de Russ Meyer, avivó la llama del concierto con su mesurado y sensual registro vocal, así como con el dominio escénico y los recursos teatrales como el uso de máscaras. Se nota perfectamente que, pese a que Luke Donovan es el vocalista principal, es ella la que levanta más expectación. Su formación teatral y su dominio del escenario quedan patentes en cuanto se ve cómo es capaz de sugestionar y jugar con el ánimo del público.
Cycle no es sólo una banda de música electrónica. Sus integrantes no son sólo herederos de esa cultura del Dub, el Acid House o el Techno que con tanta fuerza empezó a emerger en España entre finales de los ochenta y principios de los noventa, sino también una formación que ha sintetizado a la perfección, también, los parámetros del Pop y del Post-punk de Bauhaus, las rítmicas y reiterativas guitarras del Rock gótico ¿El defecto de la banda en directo? Una ejecución muy buena, pero mucha falta de unión entre los integrantes de ésta. Cada uno se limitaba a hacer su papel y los guiños entre ellos y al público fueron escasos. Y ese aspecto, en un concierto, cuya misión es lograr una conexión entre músico y quien asiste a éste, es un detalle que, a juicio de quien suscribe esta crónica, tendrían que trabajar.