A fuerza de golpes, una novela de Antonio Guillamón Insa

Antonio Guillamón Insa (Cartagena, 1958), doctor en Ingeniería y profesor titular de la Universidad Politécnica de Cartagena (UPCT), ex diputado del PSOE en la Asamblea Regional de Murcia en la IX legislatura entre 2015 y 2019, ha decidido rememorar una época gloriosa de nuestro pasado y debuta en el terreno de la novela con su primera obra, 'A fuerza de golpes'. Antonio, quien vivió la Transición en su juventud veinteañera a caballo de Barcelona y Cartagena, pertenece a una familia que fue represaliada en los últimos años del franquismo: yo conozco bien la historia de su padre, que fue despedido de la Bazán en 1972 por secundar una protesta convocada por las Comisiones Obreras, que entonces eran clandestinas, y sus hijos menores de edad expulsados de la escuela de la empresa también por ese motivo. El autor fue uno de ellos y conoce, por tanto y de primera mano, la dureza de la dictadura franquista y eso se nota en la lectura de esta novela.
La acción de esta novela iniciática transcurre entre enero de 1974 y diciembre de 1977: entre los estertores del franquismo y el advenimiento definitivo de la democracia. Es decir, la época histórica de la transición. Los lugares en los que se desarrolla la trama son la ciudad de Barcelona, principalmente, y también algunas escenas, las iniciales y finales, en Cartagena. Un grupo de jóvenes de la Barcelona de 1974 se integra en un partido político clandestino en la vanguardia de la oposición democrática a la dictadura de Franco. Se sumaban así a una lucha global en toda España de otros grupos políticos y sindicales con el mismo objetivo de derribar un estado opresor y sustituirlo por otro democrático. Esta era su aspiración, que combinaban con los sagrados principios de justicia, paz, libertad y solidaridad entre todos los hombres y mujeres de este mundo. Los protagonistas son Víctor y Amanda, con sus compañeros de militancia Ernesto y Lara, Lucas, Andrés, Mariola, Carlota o Pablo.
Antonio indica que no es una autobiografía al uso. Pero es inevitable para el lector asociar la trama de los personajes a las vivencias del propio Antonio y de su entorno. En cualquier caso, se trata de hechos históricos ficcionalizados, donde no todo es real pero todo es verosímil.
Como el marco histórico abarca desde 1974 a 1977, pues aparece la Transición entera, claro, además de muchos acontecimientos sociales y cotidianos de la época. Se empieza con una mili del año 74, muy pocos días después del atentado que liquidó a Carrero Blanco. Hay un viaje iniciático en tren desde Cartagena a Barcelona que desemboca en una militancia en las juventudes del PSUC. Está siempre presente la represión policial de los grises, la policía armada del franquismo, y también de la temida guardia civil. Se describe muy bien la tensión y el miedo que tales actos ocasionaban en los jóvenes protagonistas. También aparecen el festival de Canet de Mar, atentados de la ETA, los movimientos universitarios, los asaltos policiales en la propia universidad de Barcelona, la amenaza de los paramilitares fascistas, la aparición de la Junta Democrática y la Plataforma Democrática que se acabarían uniendo en un artefacto político graciosamente llamado Platajunta, etc. El espíritu de la Transición recorre toda la novela.
En la vida de estos militantes izquierdistas y antifranquistas había de todo: persecuciones, detenciones, interrogatorios, torturas, juicios, palizas. Se mezclaba el miedo con la esperanza: había valentía y también retraimiento; lágrimas y golpes, pero también risas y alegría. En cualquier momento podía suceder cualquier hecho negativo que diera al traste con todo, pero todos tenían en mente que el régimen de Franco hacía aguas por todas partes y eso les ilusionaba. Agonizaban los dos en paralelo: el régimen y el propio dictador.
El suceso más esperado
En el capítulo 12, titulado acertadamente 'El suceso más esperado', se narra cómo vivieron estos militantes medio cartageneros medio catalanes la muerte del dictador Franco a finales del 75. También el convulso año 1976, con una galerna de huelgas y de manifestaciones multitudinarias y mítines en las calles de todo el país, unos meses que se vivieron con mucha tensión en Barcelona.
En el año 77 nuestros protagonistas vivieron la legalización de partidos y sindicatos, la actividad incipiente del movimiento feminista, el regreso de la celebración de la Diada de Catalunya, un repunte del terrorismo tanto de extrema derecha como el de la ETA, y, por fin, la ansiada normalización democrática y la superación final de la dictadura con las primeras elecciones en junio de 1977. Y un apunte de índole íntima: la readmisión del padre despedido en la Bazán de Cartagena, como epítome familiar de lo que supuso la Transición y el regreso de las libertades perdidas para una familia obrera cartagenera que militaba en la izquierda desde los tiempos de la guerra civil.
La novela es un ejemplo total de recuperación de la memoria democrática de este país. El autor me contaba que no podemos dejar pasar la ocasión de recordar a las generaciones actuales y venideras que hay que sentir orgullo y rendir homenaje a las generaciones que lucharon, muchas veces poniendo el propio cuerpo y la vida para ello, para que hoy tengamos democracia.
La democracia a España no la trajo un rey o una clase política: sin duda esos agentes ayudaron, pero la democracia la trajo el pueblo luchando en las calles contra una dictadura que se resistía a desaparecer y quería perpetuarse en el futuro. Gentes como Antonio o Victor y sus amigos, y muchos más, lo impidieron. Debemos estarles agradecidos y libros como este “A fuerza de golpes”, son muy necesarios. Han pasado 50 años ya y es el momento histórico adecuado para escribir sobre todo eso y reivindicarlo todo el tiempo, y máxime en estos tiempos en los que la ultraderecha quiere cambiar los relatos sobre la dictadura franquista blanqueándola falsariamente.
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