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Nueva estrategia de supervivencia festivalera en el SOS 4.8 al otro lado del escenario

Marina Gómez

Murcia —

Siempre he sido una curiosa; mis compañeros de trabajo temen los interrogatorios a los que les someto mientras desayunamos, puedo pasarme horas rastreando datos curiosos en la Wikipedia o encontrando parentescos entre faraones de todas las dinastías. Es por eso que me fastidia ir a un festival de mera espectadora.

Antes, con mi pase de artista, podía ver lo que se cuece por detrás de un escenario mientras un grupo está dando lo suyo. La producción de un concierto grande es una cosa alucinantemente compleja.

No hablo ya sólo de lo técnico, sino de la cantidad de sensaciones que son imperceptibles desde el foso: las miradas de soslayo a técnicos y asistentes, el control del tiempo en el enorme reloj colocado donde los artistas puedan verlo durante toda la actuación o la velocidad del montaje y desmontaje. Es una suerte haber podido disfrutar esta faceta aunque sólo sea una vez en la vida.

El año pasado volví a asistir al SOS 4.8 como espectadora rasa, con mi pulsera, mis tickets de bebida y la app con los horarios a tope. Me lo pasé igual de bien, aunque mi alma curiosa, que no cotilla, me hizo disfrutar casi más de la interacción entre los sosers que de los conciertos en sí. Estoy exagerando, pero sí que pude trazarme una nueva estrategia en cuanto a supervivencia festivalera.

VIERNES Me encantaría ver a Soleá Morente, Los Últimos Bañistas y Mew pero son totalmente incompatibles con mis obligaciones laborales, así que calculo que estaré ya en el recinto para cuando les toque a Manic Street Preachers, uno de los cabezas de cartel y justo a la hora de cenar.

Al final de la explanada del Escenario Estrella Levante se oye todo bastante bien, es el momento perfecto para cenar y las pantallas de los lados del escenario permiten ver el concierto con todo lujo de detalles. Perfecto para las de mi calaña.

Con la barriga llena y entrados en calor, llega la hora de Chvrches, mis favoritos del cartel de este año. Ideal para bailar y encontrarse con los amigos, echar unas cañas –y risas- hasta casi la hora de Eme dj y su trepidante sucesión de open-minded temazos. Después, si no eres una abuelilla precoz, no te pierdas a Addictive TV, ni a The Suicide Of Western Culture. Es una suerte que todo esto pase en casa, casi como en la verbena de tu barrio.

SÁBADO Si no te quedaste hasta el final, o el after te dura hasta el aperitivo, a las 13:15 h. estará Kiko Veneno en el mismo recinto y gratis. Como diría un publicista chungo, ¿te lo vas a perder?

Ya para las cinco y media estarán Nudozurdo, a los que se me hace un poco raro imaginar actuando con gafas de sol, con ese tocar tan de chico oscuro que tienen. A las 20:40 h. mi otro momentazo favorito del festival, el de Blonde Redhead. Hace siglos que tengo ganas de verlos en directo y son de los que me apena mucho no curiosear cómo se lo producen.

Luego, repetimos lo del viernes; Nueva Vulcano para encontrarse con los amigos y durante Amaral, momento perfecto para cenar sentadicos en el suelo, al final de la explanada, mi nueva zona VIP. Y también de hacer pis, antes de que los policlines se pongan imposibles. Esta cuota más para todos los públicos del festival es la que permite que te encuentres con tu profesora de pilates o el veterinario de tu calle y a mí eso me parece bastante guay, le da ese punto de fiestas de pueblo que me gusta tanto del SOS 4.8.

Después de The Libertines viene la súper traca final: Of Montreal, Pional, Triángulo de Amor Bizarro y Los Bengala. Y sobreviviremos.