Año nuevo, vida nueva. También para el deporte español ya que desde el 1 de enero ha entrado en vigor la nueva Ley del Deporte, dejando atrás la que se aprobó en 1990. La mayoría de los grupos parlamentarios consideraban que la anterior se había quedado muy anticuada puesto que en los últimos treinta años España ha cambiado mucho a nivel social, cultural y económico repercutiendo en el deporte, su gobernanza y financiación. Sin embargo, como toda ley ésta también ha tenido sus adeptos y sus detractores. Para algunos “es un avance significativo en los derechos de los deportistas, en la igualdad y en la inclusión, que actualiza el sistema deportivo e introduce nuevos estándares de transparencia”. Otros, la definieron como “la peor ley de la democracia”. Al final, ha sido impulsada por el Ministerio de Cultura y Deporte, a través del Consejo Superior de Deportes (CSD) con las aportaciones de otros ministerios (como el de Igualdad), de las Comunidades Autónomas y de los agentes públicos.
La primera gran novedad de la nueva normativa es que entiende que practicar deporte es un derecho, independientemente de la edad, el género, discapacidad, religión u orientación sexual. “Lo que buscábamos es eliminar todo tipo de desigualdad porque nuestro país hoy en día es muy plural. También vemos necesario incluir dimensiones sociales”, afirma el murciano Juan Luis Soto Buril, diputado socialista en el Congreso y portavoz de Deportes.
En cuestiones administrativas, la nueva ley elimina la obligación de transformación en Sociedad Anónima Deportiva para participar en competiciones profesionales y opta por un modelo libre. Además, a partir de ahora tampoco será necesario depositar un aval bancario que suponga el 15% del presupuesto de gasto de cualquier entidad deportiva, serán los clubes los que establezcan el porcentaje que crean oportuno.
Habrá un colchón tras la retirada o el parón momentáneo
Uno de los grandes problemas que tienen muchos deportistas profesiones una vez terminan sus carreras deportivas –bien sea por la edad o tras una grave lesión- es no saber adaptar su vida a la no competición y a no tener esos ingresos bancarios mensualmente. Algunos caen en la más absoluta depresión, pasan de ser héroes a ser grandes los olvidados, tanto del sistema como de la afición –ambos sectores ansiosos por más éxitos deportivos y por talentos emergentes-. Todos conocemos el caso de Pedro García Aguado (exjugador de la selección española de waterpolo que fue medalla de plata en los Juegos Olímpicos de Barcelona, oro en los de Atlanta y también campeón del mundo), quien ha confesado sus adicciones al alcohol y las drogas cuando era todavía deportista, lo que le llevó a su retirada y caer después en el abismo y ser ingresado en un centro de desintoxicación. “Toqué fondo”, reconoce.
No todos han tenido la suerte de superar sus depresiones. Jesús Rollán (uno de los mejores porteros de la historia del waterpolo), se suicidó en 2006 a los 37 años de edad por no saber llenar el vacío que deja la competición. En ese momento, muchos deportistas se sintieron identificados con esa sensación de soledad cuando ya no hay público o entrenamientos. No ha sido la única muerte trágica del deporte español, desafortunadamente le han seguido más: El atleta Yago Lamela, el ciclista ‘Chava’ Jiménez, el boxeador José Manuel Urtain o la esquiadora Blanca Fernández Ochoa. Después de estos casos, los grupos parlamentarios han visto obligatorio actualizar la Ley de 1990 para ayudar y apoyar a los deportistas y ha fijado que mantengan su estatus de alto rendimiento hasta cuatro años después de haber terminado de competir.
También van a estar más amparadas las mujeres con la nueva ley. Era necesario ya que la presencia femenino en el ámbito deportivo crece año a año. Sin embargo, todavía en 2023 siguen existiendo –aunque redactados de forma encubierta- algunos contratos laborales con cláusulas antiembarazo y algunas pierden sus becas o subvenciones al tener que dejar de competir debido a la gestación, el posparto, la lactancia y la conciliación. Con la nueva ley, las deportistas o cualquier mujer ligada al mundo deportivo mantendrá sus derechos como atletas de alto rendimiento, favorecerá la incorporación al trabajo tras la maternidad y obligará a mantener su voto en Asambleas Generales. Además, todas las entidades públicas o privadas deberán equilibrar la presencia femenina en órganos directivos y se promoverá la igualdad en la visibilidad de eventos, tanto masculinos como femeninos, en los medios de comunicación.
Ha pasado solamente una semana desde que la nueva normativa ha entrado en vigor y es pronto todavía para apreciar cambios. El tiempo dirá si es acertada y se ajusta a las necesidades de los nuevos tiempos.
Año nuevo, vida nueva. También para el deporte español ya que desde el 1 de enero ha entrado en vigor la nueva Ley del Deporte, dejando atrás la que se aprobó en 1990. La mayoría de los grupos parlamentarios consideraban que la anterior se había quedado muy anticuada puesto que en los últimos treinta años España ha cambiado mucho a nivel social, cultural y económico repercutiendo en el deporte, su gobernanza y financiación. Sin embargo, como toda ley ésta también ha tenido sus adeptos y sus detractores. Para algunos “es un avance significativo en los derechos de los deportistas, en la igualdad y en la inclusión, que actualiza el sistema deportivo e introduce nuevos estándares de transparencia”. Otros, la definieron como “la peor ley de la democracia”. Al final, ha sido impulsada por el Ministerio de Cultura y Deporte, a través del Consejo Superior de Deportes (CSD) con las aportaciones de otros ministerios (como el de Igualdad), de las Comunidades Autónomas y de los agentes públicos.
La primera gran novedad de la nueva normativa es que entiende que practicar deporte es un derecho, independientemente de la edad, el género, discapacidad, religión u orientación sexual. “Lo que buscábamos es eliminar todo tipo de desigualdad porque nuestro país hoy en día es muy plural. También vemos necesario incluir dimensiones sociales”, afirma el murciano Juan Luis Soto Buril, diputado socialista en el Congreso y portavoz de Deportes.