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¿Qué hay detrás del mejor maratoniano del planeta?

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¿Es humano Eliud Kipchoge? Eso mismo está preguntándose el planeta entero desde que el pasado fin de semana este keniano pulverizase su propio récord del mundo corriendo una maratón y parase el cronómetro en 2 horas, 1 minuto y 9 segundos. Incluso nos hizo soñar con que podría tardar menos de dos horas en correr los 42’195 kilómetros que comprenden la prueba, un hito sobrenatural (pasó la media maratón en 59 minutos y 51 segundos, lo nunca visto hasta ese momento). Las personas expertas en este tipo de carreras tienen la teoría de que Kipchoge no pudo bajar finalmente de esa barrera histórica porque ni sus propias liebres (las personas encargadas de marcar los tiempos de carrera) le aguantaron el ritmo. Tampoco sus rivales. Le dejaron solo los últimos 17 kilómetros, con sus piernas y su cabeza, que también es complicada de controlar cuando tienes los focos encima.

Es más sorprendente –todavía- si tenemos en cuenta que se trata de un atleta de 37 años, no un chavalín que está en el mejor momento de su carrera deportiva. ¿O sí lo está? ¿El deporte, el atletismo en este caso, tiene edad? Son muchos los aspectos que influyen en los éxitos, en las medallas o en las marcas de un deportista de élite. Es cierto que tienes que estar bien el día de la prueba, que incluso la suerte es importante tenerla de tu lado, pero hay un trabajo diario muy duro detrás que forja a las y a los campeones basado en la alimentación, las rutinas y el descanso. Como el nombre de este blog indica, el entrenamiento invisible es imprescindible para alcanzar la cima.

Según cuenta Marc Roig (el fisioterapeuta español de la estrella del maratón), Kipchoge lleva una vida prácticamente monacal. Vive en Kaptagat, en el suroeste de Kenia, a casi 30 kilómetros de Eldoret, donde están su mujer y sus tres hijos, a los que sólo ve los fines de semana (que no compite). Su residencia, a casi 2.000 metros de altura (mejor para la preparación del cuerpo) y con suelo arcilloso, es muy modesta. Hasta hace muy poco, todos los atletas compartían habitación, tenían horarios para las tareas de limpieza, comían lo que cultivaban en su tierra y descansaban a la sombra de los eucaliptos. Básicamente, su día a día consiste en correr y en dormir. Siempre corre la misma distancia, ni un kilómetro más, ni uno menos. Poco más hacen ahí. Entrenan cuando todavía no se ha puesto el sol y después de la siesta. Nunca se salta un entrenamiento. Por cierto, también es un amante de la literatura. Un lector empedernido que creó un rincón en el centro de entrenamiento donde están instalados, el Sandy Bodecker’s Corner, en el que todo aquel que lo visita debe aportar un libro.

Kipchoge lleva casi dos décadas siendo el mejor atleta del mundo, primero en los 5.000 metros y después, en el maratón. Es el más grande de la historia y atesora dos medallas de oro olímpicas consecutivas. Nadie se ha colgado, todavía, la tercera. Ningún atleta ha sido campeón en maratón en tres Juegos Olímpicos seguidos. Es muy difícil de explicar que en una carrera deportiva de tanta duración todavía pueda mostrar mejoras desde el punto de vista físico y biomecánico. Pero la tecnología también juega y los avances, en este caso aplicados en sus zapatillas, han ayudado a que el keniano bajase medio minuto el hasta ahora récord del mundo en una maratón (marca que él mismo logró en 2018, también en Berlín). Estrenó calzado en los Juegos de Río 2016, con espumas ligeras y placas de carbono que están diseñadas especialmente para carreras de larga distancia. Y le dio un resultado inmejorable puesto que ganó el oro. Básicamente tienen un efecto muelle que te empuja a aterrizar de medio pie y te ayuda a impulsarte más rápido. También beneficia la propulsión y el retorno de energía y ayuda a que las transiciones desde el talón hasta la punta de los dedos sean suaves. Además, el talón dibuja una especie de cuadrado que sobresale de la zapatilla y que ayuda a estabilizar la pisada durante toda la carrera, incluso cuando necesitas hacer algún giro o un cambio de ritmo. Es una zapatilla más ligera que lo que había antes en el mercado, pesa 224 gramos. Todo suma a la hora de batir un récord.

¿Puede una mujer correr tan rápido?

Físicamente, los atletas africanos están un escalón por encima del resto en cuanto a pruebas de resistencia y de larga distancia. Han convertido sus centros de entrenamiento, sus hogares, en la meca del deporte. El Instituto Danés del Deporte realizó un estudio de investigación durante 18 meses en la Kenia natal de Kipchoge y concluyó que los atletas de este país están más preparados genéticamente para correr más rápido. Contribuye notablemente, dicen, el hecho de la altura en la que entrenan, a más de 2.000 metros sobre el nivel del mar, lo que provoca un aumento de los glóbulos rojos en la sangre que beneficia en su rendimiento (rinden más, con menos esfuerzo). Otros estudios posteriores afirman que también la composición del suelo en países como Kenia y Etiopía es mejor que la de otros países, ya que tienen un altísimo porcentaje en magnesio. Todos los alimentos que nacen de esos terrenos tienen una elevada cantidad de este mineral, que ayuda en el trabajo y la relajación de los músculos. Sin magnesio, el músculo no funciona. Por eso en carreras tan largas, con un gran desgaste, es tan determinante.

El director técnico de la Federación Murciana de Atletismo (FAMU), José García Ros, reconoce que las condiciones climatológicas, el tipo de recorrido y la altura influyen notablemente en el rendimiento de los corredores. También el sexo de los atletas. En Berlín, la campeona femenina de la maratón fue la etíope Tigist Assefa, de 28 años, que cruzó la línea de meta después de 2 horas, 15 minutos y 37 segundos, casi un cuarto de hora después de Kipchoge. García Ros afirma que “la principal diferencia entre un hombre y una mujer a la hora de competir la encontramos en la fuerza y en el nivel de hormonas y testosterona. Los hombres suelen tener mayor porcentaje de músculo en sus piernas y eso les ayuda a ser más rápidos. Es muy complicado de igualar marcas por la naturaleza biológica de los atletas. También entra en juego la parcela biomecánica, es decir la largura de la pierna y la longitud de la zancada, donde ahí nuevamente suele ser mejor la masculina. Lo que hizo Assefa también es una bestialidad, que nadie lo infravalore. En otras pruebas como los 100 metros, por ejemplo, las marcas entre hombres y mujeres no están tan lejos”.

Biológicamente, en deporte una mujer tiene muy complicado llegar hasta las cotas que alcanzan los hombres. No es porque entrenen menos o peor, es una cuestión de género. Por eso en muchas disciplinas es absurdo comparar los éxitos o las marcas masculinas con las femeninas. Es absurdo, y tiene una explicación científica, pero sigue sucediendo.

¿Es humano Eliud Kipchoge? Eso mismo está preguntándose el planeta entero desde que el pasado fin de semana este keniano pulverizase su propio récord del mundo corriendo una maratón y parase el cronómetro en 2 horas, 1 minuto y 9 segundos. Incluso nos hizo soñar con que podría tardar menos de dos horas en correr los 42’195 kilómetros que comprenden la prueba, un hito sobrenatural (pasó la media maratón en 59 minutos y 51 segundos, lo nunca visto hasta ese momento). Las personas expertas en este tipo de carreras tienen la teoría de que Kipchoge no pudo bajar finalmente de esa barrera histórica porque ni sus propias liebres (las personas encargadas de marcar los tiempos de carrera) le aguantaron el ritmo. Tampoco sus rivales. Le dejaron solo los últimos 17 kilómetros, con sus piernas y su cabeza, que también es complicada de controlar cuando tienes los focos encima.

Es más sorprendente –todavía- si tenemos en cuenta que se trata de un atleta de 37 años, no un chavalín que está en el mejor momento de su carrera deportiva. ¿O sí lo está? ¿El deporte, el atletismo en este caso, tiene edad? Son muchos los aspectos que influyen en los éxitos, en las medallas o en las marcas de un deportista de élite. Es cierto que tienes que estar bien el día de la prueba, que incluso la suerte es importante tenerla de tu lado, pero hay un trabajo diario muy duro detrás que forja a las y a los campeones basado en la alimentación, las rutinas y el descanso. Como el nombre de este blog indica, el entrenamiento invisible es imprescindible para alcanzar la cima.