“Hay un poder femenino en Murcia”
Ella dice vivir en un continuo desencanto. Pero, lejos de regodearse en la tristeza, ha hecho de su taller, su sueño; del futuro, una promesa. Y en esa continua ósmosis entre lo castizo y lo atípico que es su estudio, nos abre las puertas de Chiribiri, para demostrarnos que éste no entiende de reglas y sí de pasiones.
Estudiaste Derecho. ¿Cómo pasas de ser jurista no ejerciente a diseñadora?
Pues es que no pasé. Directamente lo llevaba en silencio.
¿Por qué en silencio?
Porque una vez empezada la carrera de Derecho, la quise terminar puesto que no me gusta dejar las cosas a medio. Pero nunca dejé de dibujar. Desde pequeña siempre me gustó, sólo que no sabía qué estudiar. Entonces comencé Derecho por estudiar algo.
Familia clásica, intuyo. ¿No hiciste Bellas Artes por eso?
Es una familia moderna, pero para el tema del trabajo lo tienen muy claro. No me obligaron a estudiar Derecho, pero sí me dijeron que no hiciese Bellas Artes porque no servía para nada. Y en realidad es verdad porque tengo muchos amigos que han hecho la carrera y no les ha ayudado en el aspecto laboral. Tampoco me siento mal por no haber hecho la carrera porque, por otro lado, me ha enseñado un montón de cosas.
Entrando en el tema del diseño, tú empezaste pintando muros.
Sí. Yo comencé un poco al revés. Para mí pintar muros siempre ha sido muy emocional. Lo hacía para expresarme y sin pretensiones. Simplemente me gustaba pintar y siempre me ha atraído mucho la idea del arte urbano. Luego fui aprendiendo a dibujar en libretas para finalmente diseñar. Y a día de hoy por fin puedo decir que ya he aprendido a utilizar un ordenador.
¿Por qué elegiste pintar muros? ¿Rebeldía?
Sí. Tiene que ver un poco con mi signo. Yo soy Aries: una persona muy aventurera y a la que le gusta mucho meterse en sitios abandonados. Me encanta el riesgo y jugármela a siempre cosas divertidas. Entonces claro, la pared, al ser mucho más grande, es más amena a la hora de pintar.
Si no recuerdo mal, estuviste trabajando y pintando en Barcelona e Italia.
Sí. Estuve viviendo en Valencia. Fui cuando acabé Derecho, a intentar ganarme la vida pintando. Me empeñé en que podía vivir de eso y luego marché a Italia a vivir. Había estado en Roma gracias a una beca Erasmus y me abrió los ojos.
¿Regresaste porque creíste haber cerrado una etapa?
Regresé a Murcia por temas familiares. Mi padre estaba enfermo y tuve que volver; y cuando falleció decidí quedarme aquí. Pero también lo hice por mi madre. Tiempo atrás estuve viviendo en Barcelona e hice una exposición individual que para mí era muy importante. Era para una galería muy buena y fue muy bien, vendí bastantes obras y con ese dinero monté el estudio. Sentía que podía invertir en montar mi propio estudio de ilustración. Chiribiri es lo más parecido a mi sueño.
Los murales sirvieron para buscarte y reconocerte en ti misma.
Totalmente. Me sirvieron para madurar como artista y a ver que podía conseguir lo que tenía en mente. Cuando terminaba, para mí cada mural era un logro, tanto en el aspecto artístico como en el emocional. Lo dejé porque es como el amor, cuando te vas desenamorando... A día de hoy echo de menos la vida de artista urbana por el hecho de viajar y conocer artistas. Los artistas son muy personajes y gente increíble.
¿Chiribiri fue un proyecto que tú tenías meditado?
No estaba meditado. Fui recogiendo muchas de las ideas que he ido acumulando con mi trabajo y comencé a hacer talleres, a juntarme con gente que hacía trabajos parecidos a los míos, organizar conciertos, presentaciones de revistas o lo que surgiera. Siempre he creído mucho en lo colectivo. También ha ayudado el hecho de haber estado fuera y ver cómo pequeños locales funcionan en otras ciudades. Parece que poco a poco se está consiguiendo en Murcia.
Leyendo la entrevista que te hizo Ana Andújar en «Dare to be One of us, Girl», definía Chiribiri como una experiencia «castiza, habanera y tropical». ¿Era la intención?
Sí. Me gustan mucho los colores alegres, los sitios alegres, y los ambientes castizos también. Era la intención porque pienso que Murcia es una ciudad que ha destruido casi todo su patrimonio cultural. Entonces, cualquier ápice de autenticidad murciana me parece increíble.
¿De quién es la culpa? ¿Poderes públicos o también de los propios murcianos?
Por ambas partes seguro. Por un lado: los poderes públicos lo han echado todo a perder; y por el otro, la gente en Murcia considero que tiene muy poca autoestima y no ha cuidado su patrimonio. Pienso que el murciano se conforma mucho con disfrutar de los pequeños momentos, pero al final no cree en sí mismo y en su cultura
Hay mucho miedo al progreso.
Miedo e ignorancia porque ni siquiera se fijan en lo que se hace en otras ciudades. Les da igual.
¿Toda esa ignorancia la has experimentado cuando empezaste con Chiribiri?
Muchísimo. El problema que he tenido yo muchas veces es la propia mentalidad del cliente. Por un lado, tengo clientes que sí saben lo que se hace en Chiribiri y lo valoran mucho, pero por otro lado están los que no saben qué es Chiribiri y, además, no valoran nada el trabajo artesanal. Para mí es una lucha.
Trabajas con mensajes muy alegres. ¿Son necesarios hoy en día, sobre todo cuando las cosas parecen cada vez más oscuras?
Sí. Yo es que aparte de vivir con una eterna desilusión, tiendo mucho a intentar ser positiva con mis amigos. Siempre les animo a que hagan algo que les ilusione. Ésa es mi misión.
Hemos interiorizado la idea de que hay que estar siempre triste y enfadado cuando la alegría también es rebeldía.
Sí. También piensa que el artista siempre tiende a mostrar su frustración porque se siente incomprendido. Entonces busca que los demás lo entiendan. La mayoría de artistas son personas incomprendidas.
¿Te sientes incomprendida tú?
Bueno… [Reflexiona, lanza un suspiro y sonríe levemente] un poco sí. Aunque tengo amistades que brillan y a las que me agarro. Pero sí, me siento incomprendida y ahora mismo yo estoy en Murcia porque siento amor por esta tierra. Le estoy dando la oportunidad porque mi padre nació aquí, y por eso intento encontrar motivos por los que estar aquí.
¿Lo de tatuar era también era un sueño que tenías por cumplir?
Me he animado ahora porque estoy empezando a desenamorarme de Murcia y busco motivos para seguir queriéndola. Entonces he decidido inventarme otra cosa. Y sí, en breve empezaré a tatuar.
La finalidad de Chiribiri es la de dar voz a artistas que en otras circunstancias no tendrían repercusión cuando uno entra al taller.
Sí. Lo que me gusta de todo esto es hacer ver a la gente a través de los cristales, que esto puede existir. Ésa es la finalidad para mí. El hecho de decir que lo estamos consiguiendo y está pasando en Murcia.
Y romper con el elitismo.
Sí, pero con la puerta abierta, ¿eh? Intento no cerrarme y mucho menos marginar a nadie. De hecho, muchas veces hacemos cosas de convocatoria abierta. No tengo prejuicios. Quiero hacerle ver a los vecinos que aquí se pueden hacer cosas diferentes e interesantes. Que haya un contrabajo sonando o exposiciones. ¿Por qué no?
¿Qué encargo no aceptarías nunca?
Creo que aceptaría casi todos. También te digo que dentro de mi trabajo no suelo encontrarme con encargos que me obliguen a tener dilemas morales. Tampoco creo que vaya a venir alguien a Chiribiri a encargarme algo que implique una contradicción con mis creencias. Aquí hay un filtro.
¿Te gustaría que Chiribiri se expandiera?
Sí, claro que me gustaría. Me encantaría que fuese una fábrica. Lo he pensado muchas veces, además. Tengo amigos para todos los sectores. Pero no me veo de jefa. Me falta más seguridad para ello.
¿Qué opinas del auge que está experimentando la mujer artista y emprendedora en Murcia? Hay un poder femenino en Murcia y en todo el mundo. Pienso que la mujer hoy día tiene mucha más iniciativa que el hombre. Y si te fijas, la gran mayoría de proyectos interesantes están liderados por mujeres en Murcia. ¿Por qué? Veo muy cómodos a los tíos. Les falta iniciativa. Sin embargo, las tías tienen mucha fuerza aquí.
¿Has experimentando el machismo en tu trabajo?
Claro que lo he sentido. Tú piensa que una chica de veintitantos años que pinta en la calle, es un trozo de carne para muchos. No lo he vivido respecto de otras personas de mi mismo sector sino al contrario: creo que me ha beneficiado ser mujer, de hecho. Pero sí lo he sufrido con el cliente, por ejemplo. Pero me ha estimulado más. Todo esto te hace crecer.
El Retal, Chiribiri, La Postiza o El Carril de las Palmeras y vosotros estáis formando un grupo de gente que hace cosas al margen de las instituciones públicas..
Es mucho mejor trabajar al margen de las entidades públicas. Si lo consigues vale el doble porque, encima de haber llevado a cabo tu labor, lo has sin ayuda de nadie. Desde que abrí Chiribiri, cero ayudas, menciones o invitaciones a charlas. No me han dicho absolutamente nada.
Por ejemplo, ahora para el WAM tengo conocimiento de que han invitado a gente de diferentes locales, como tiendas de ropa, a hacer cosas; sin embargo, a nosotros, que somos un sitio en el que hacemos exposiciones y conciertos ni nos mencionan. Es extraño. No me gusta ser «conspiranoica», pero me extraña que no inviten a Chiribiri.
En España nunca se ha valorado la meritocracia.
Para mí la meritocracia es fundamental. Pero no la veo en Murcia. Creo que debe de haber un movimiento de personas que confíen en todo esto. Eso hace que tenga esperanza hoy día.
¿Y cómo mantener la ilusión?
Reinventándote y probando cosas nuevas, porque si no, imposible. Yo he probado a hacer tela, coser, pintar, trabajar con madera y con millones de soportes. Cada cierto tiempo uno tiene que cambiar porque si no acabas desencantándote.
¿Te ha llegado a obsesionar el no tener nada que expresar en tu trabajo?
Hasta ahora no. De momento mis ideas fluyen. Al tener la cabeza siempre trabajando acabo teniendo alguna idea que desarrollar.
¿Intentas plasmar la música en tus trabajos? Sé que es fundamental para ti.
En algunos trabajos sí puedo porque se corresponden con la música. Lo intento dejándome llevar por el sonido, la frescura de la música…
De hecho, vas a montar un grupo de música. Cuéntame.
¡Sí! Tenemos la idea de montarlo. Se va a llamar Lutos Urgentes. El nombre apareció en un rótulo que tengo en el taller, muy antiguo y que estaba antes de que montase el local. Me parecía un nombre brutal, muy potente y que define mucho nuestra actitud ante la vida.
Rollo Parálisis Permanente y Golpes Bajos [Risas].
Es ese rollo. Solo que el concepto de Lutos Urgentes es porque Chiribiri antes era una tintorería y entonces la gente, cuando se moría alguien, traía toda su ropa y rápidamente se la teñían de negro. Me pareció muy divertido desde el primer momento. Somos cuatro amigas y nos falta una quinta, que será la guitarrista. ¿La idea?: letras divertidas y que reflejen la actitud que tenemos las treintañeras ahora mismo de desencanto, pero expresadas de forma ácida, que es lo que nos gusta.
¿De todas las iniciativas culturales que hay en Murcia, con cuál te sientes más identificada?
Seguramente con El Carril de las Palmeras y con Chusa porque es la más auténtica. Le veo mucha frescura y para mí ella es como Lola Flores. Vende autenticidad y tiene ideas muy disparatadas. Y eso me encanta.
¿Consideras que el arte tenga que ser subversivo?
Sí. Yo creo que el artista tiene que buscar ser subversivo. Tiene que hacer ver a los demás que la vida no es sólo como la tienen delante, sino que existen otras posibilidades y formas de vida que el ser humano aún no se ha atrevido a explorar. Ésa es su misión para mí.
La subversión puede venir desde cualquier tipo de ámbito.
Y el arte puede ser cualquier cosa. Yo soy fan de los artesanos. Para mí la artesanía es un arte. Un carpintero montando una silla lo veo como algo espectacular. No tiene por qué ser sólo pintura. Desde mi punto de vista, cualquiera puede ser artista.
¿Qué proyectos tienes a corto plazo con Chiribiri?
Pues de aquí hasta verano, aprovechar al máximo el tiempo porque en verano desaparece todo el mundo en la ciudad. En mayo y junio queremos hacer varias actividades.
¿Por ejemplo?
Pues vamos a hacer el sábado 29 de abril dos fanzines, una fiesta por el cumpleaños de Chiribiri y en mayo una exposición individual de Doctor Zombie. Algún evento más habrá antes de que acabe el curso, eso seguro.
¿Cuál ha sido el proyecto que más te ha logrado a lo largo de tu vida profesional?
Las Navidades de hace dos años en el anterior local, por ejemplo. Me sentí muy feliz porque hicimos un mercadillo y la gente que participó estaba muy contenta. Acabamos agotados pero felices. Ver esa ilusión me encantó. Incluso la gente pedía otro mercadillo al día siguiente.
El tema de la «gentrificacion» está afectando a muchos barrios obreros. ¿No te produce pena desde el punto de vista artístico en Murcia?
Por supuesto. La belleza de Murcia se concentra en tres calles; el resto está completamente abandonado y claro que me produce mucha pena, porque hay barrios chulísimos como el de San Pedro. De hecho, cuando pensé en trasladar la tienda a otro lugar, barajé la opción de hacerlo allí. Tiene unos pequeños destellos de autenticidad que me encantan.
¿Cómo has evolucionado en lo que a dibujar se refiere?
Pues han sido varios años de dibujar todos los días. A mí se me daba muy bien la pintura y dominaba cómo utilizar el color y mezclarlos. Yo el dibujo no lo dominaba y a base de trabajo he podido. Y por eso empecé a tatuar: quiero arriesgarme a hacer algo que no controlo.
¿Qué te falta por hacer a ti en la vida? Jurista, diseñadora, pintora, ilustradora, tatuadora…
También tengo otro sueño: montar una librería cooperativa. Las librerías en Murcia están dominadas por unas pocas manos y, la verdad, es que me encantaría montar una alternativa, dividida en sectores especializados, que lo llevaran diferentes personas y yo encargarme de la parte de ilustración y diseño. De hecho, es de los pocos caprichos que tengo con el dinero que gano. Pero con lo del grupo sí que cumpliría un sueño.
El sueño de que Lutos Urgentes toque en el WAM en un futuro con Lori Meyers [Risas].
¡Ya ves! [Risas].