'Leer el presente' es un espacio que dedicamos a libros desde eldiario.es/murcia. Del mundo a la página y viceversa. Coordina José Daniel Espejo.
Por dónde se va a la ciudad: una lectura de 'La ciudad de los cuidados' de Izaskun Chinchilla
La realidad actual nos ha hecho reflexionar mucho más sobre el espacio inmediato que habitamos: la ciudad. Es una cuestión que lleva años en un debate constante frente a una ciudad cada vez más deshumanizada, buscar un espacio de vida.
Izaskun Chinchilla describe la ciudad del siglo XX, marcada por los proyectos de planificación urbana cuyo objetivo era la zonificación de usos (industriales, habitacionales, etc.) o de circulación. Elementos que tienen tras de sí el concepto de rentabilidad del capital, pero que está muy lejos de pensar la ciudad desde un sentido biológico.
En este sentido de la rentabilidad del capital poco se tiene en cuenta ser mujer, madre, tener movilidad reducida o a la infancia. Ciudades entendidas desde la lejanía de la necesidad de una vida y habitabilidad donde los cuidados y el equilibrio con el medio sea posible.
Con esta idea de los cuidados en el centro, Izaskun nos muestra una serie de proyectos que nos dicen que otra ciudad es posible. Es el caso del proyecto participativo “Biking to school” llevado a cabo en Londres en Somers Town (Candem), basado en una ruta escolar segura en la que niños y niñas puedan caminar e ir en bicicleta desde casa al colegio.
Un proyecto que nace de la vocación de entender la arquitectura como una disciplina participativa, preocupada por la percepción y la visión de la ciudad de la infancia y la familia por medio del trabajo en talleres con ambos colectivos. Esto fue uno de los núcleos del proyecto londinense, pues una de las características fundamentales para la construcción de una ciudad vivida es que se estudien la experiencia, no sólo en sus dimensiones individuales, sino como construcción social.
Pero ¿cómo transformar la ciudad? Izaskun nos da una serie de ideas marco para cambiar la estructura inmediata de la ciudad, como desterrar el juego infantil como algo marginal y reglado, para entender los espacios que posibiliten el juego libre y abierto. Posibilitar la movilidad no basada en el vehículo privado, que nos permite ahorrar energía, reducir la contaminación del aire y acústica, además de ganar espacio para la socialización. Ganar espacio para el peatón y plantación de arbolado que tiene un efecto positivo en la renovación de oxígeno en la ciudad. Frente a la ciudad individualista y con aporofobia, que ha desarrollado el cambio en el mobiliario urbano para invisibilizar la pobreza y excluir aún más a las personas sin hogar con la implantación en distintas ciudades de bancos que impiden tumbarse. Izaskun recoge el proyecto “Hogar sin casa” que propusieron Antonio Abellán y ella para la ciudad de Murcia. El mismo se basaba en permitir el uso de la Huerta como espacio pedagógico y recreativo, evitando la construcción de segundas residencias de forma incontrolada, buscando la conservación del entorno de la Huerta. Nos presenta aparcamientos en zonas estratégicas para combinar con el uso de transporte eléctrico y la incorporación de vegetación, cocinas compartidas que cambien el diálogo de la ciudad con su entorno natural inmediato.
Las consecuencias de la propia crisis sanitaria actual y medioambiental nos ubica en la necesidad de incorporar estas ideas, que nos ofrece desde una visión de la arquitectura más humana y se concreten en la redacción de una declaración de derechos, donde la movilidad ecológica, el derecho a la calidad del aire y accesibilidad igualitaria, el derecho al descanso, es decir, a poder vivir con dignidad y libremente las ciudades siempre desde el diálogo, la cooperación, actividades participativas, el conocimiento y la resiliencia.
Si hay que pensar un futuro este debe ser caminando sobre estos pasos y no sobre los ya dados, que no responden a la realidad que vivimos, ni al mundo finito que habitamos, pese a que para muchos la idea de ciudad sigue basándose en la exclusión y lo insostenible, aunque se disfrace de luces de neón que sólo apagan la oportunidad de construir un futuro vivible.
La realidad actual nos ha hecho reflexionar mucho más sobre el espacio inmediato que habitamos: la ciudad. Es una cuestión que lleva años en un debate constante frente a una ciudad cada vez más deshumanizada, buscar un espacio de vida.
Izaskun Chinchilla describe la ciudad del siglo XX, marcada por los proyectos de planificación urbana cuyo objetivo era la zonificación de usos (industriales, habitacionales, etc.) o de circulación. Elementos que tienen tras de sí el concepto de rentabilidad del capital, pero que está muy lejos de pensar la ciudad desde un sentido biológico.