A menos de tres meses de que finalice el plazo para presentar las 500.000 firmas que permitirán llevar al Parlamento la proposición de ley para dotar al Mar Menor de derechos, la plataforma SOS Mar Menor no se rinde y se moviliza aún más durante el verano. “Estamos consiguiendo ahora más de lo que hemos conseguido en siete meses. Llevamos menos de la mitad de las firmas necesarias (228.180), pero estamos avanzando muy rápidamente durante las vacaciones y creo que vamos a poder sembrar un precedente en Europa en materia de protección ambiental”, augura Rocío García, una de las promotoras.
La iniciativa popular, que reniega de que “ningún político se cuelgue las medallas y la politice”, está luchando sin descanso para que el día 25 de octubre se pueda debatir si la laguna salada más grande de Europa debe tener personalidad jurídica. “Necesitamos que si alguien le ocasiona algún perjuicio tenga que responder por ello. Esto ya se ha hecho en lugares como México o Nueva Zelanda e interesa a muchos diputados europeos”, comenta García.
Desde la plataforma SOS Mar Menor, llevan desde septiembre del año pasado tratando de sacar adelante el proyecto, aunque la pandemia no se lo haya puesto nada fácil. “Ahora hemos asentado más de 400 puntos físicos donde la gente puede ir a firmar siempre, lo que es mucho más útil cuando hay restricciones, porque muchas veces no nos dejaban instalar las mesas”, confirma García. Esta joven murciana es optimista con el resultado de la iniciativa, aun cuando faltan 271.820 firmas por recoger. “Estamos dándolo todo, nos estamos haciendo eco a través de muchas plataformas y cada vez es más gente la que nos llama y se ofrece voluntaria para colaborar en distintas ciudades. Además, casi todos a los que les ofrecemos firmar lo hacen”.
El reto solidario Pedaleando por el Mar Menor, creado por un grupo de amigos que se niegan a que sus hijos no puedan recordar el Mar Menor como cuando ellos eran niños, ha querido “aportar un granito de arena” a la causa, realizando del 2 al 5 de agosto 550 kilómetros de recorrido en bicicleta desde Madrid hasta La Manga. A través de esta iniciativa se ha tratado de dar visibilidad a la recogida de firmas para dar personalidad jurídica a la laguna y se han destinado los fondos recaudados a las asociaciones Anse (Asociación de Naturalistas del Sureste) e Hippocampus (asociación dedicada al estudio y conservación del Mar Menor en general y del caballito de mar en particular). Jorge Rodríguez, uno de los ciclistas participantes, asegura que ha sido una “experiencia espectacular” que le ha permitido a él y a su grupo de amigos “con los que veraneaba juntos desde siempre” hacer de un reto físico una “pequeña contribución” para “concienciar y recuperar el Mar Menor”. “Cada año nos gusta proponernos un objetivo juntos, otro año fuimos nadando a la Isla Grossa, pero este creímos que podíamos intentar recaudar algo de dinero para las asociaciones y ayudar, en la medida de lo posible, al Mar Menor”.
Un ecosistema en peligro
En la actualidad, el Mar Menor se enfrenta a diario a numerosos vertidos, según la promotora que a su vez, estudia y trabaja como ingeniera química industrial. “Corremos el riesgo de volver a tener una sopa verde, es vergonzosa la cantidad de nutrientes procedentes de la agricultura y la ganadería que llegan de forma continua a la laguna y cómo se invierte dinero en medidas ineficientes para paliar los daños, en vez de cortar la entrada de vertidos de raíz”, critica García. La joven cree que “se está acabando con el ecosistema” de la zona sin que se intervenga “como se debe”. “No ponen soluciones, solo parches. Desde los 50 con Tomás Maestre, no se ha hecho más que romper este enclave”.
García critica que se hayan llevado a cabo aperturas como la de la gola del Norte de Veneziola durante el confinamiento que “no hacen más que mediterraneizar el Mar Menor”. “Al abrir esa zona, han disminuido los niveles de salinidad y aumentado los de clorofila. Están jugando con la vida marina de la laguna, porque estas modificaciones han provocado la entrada de anémonas que son urticantes y de los cangrejos azules, una especie invasora”, explica la promotora.
Una de las medidas que se llevarán a cabo, según García, y que “no hará más que agravar la situación de otras zonas”, es la colocación de dos montículos que llevará a cabo la Confederación Hidrográfica del Segura para evitar la inundación de Los Alcázares, pero que “solo desviará millones de litros de agua dulce, cargada de nitratos y fosfatos al espacio natural protegido de la Hita y a Las Loma del Rame, además de arrastrar la contaminación de las carreteras” a esos parajes.
García confía en que, con la probación de la ley que otorgaría derechos a la laguna, no puedan continuar cometiéndose este tipo de “acciones que están destruyendo el ecosistema del Mar Menor”. “Creo que vamos por buen camino y que los políticos están interesados en que se lleve a cabo. Nos aceptaron la proposición de la recogida de firmas rápidamente para lo lentos que suelen ser esos procedimientos y nos concedieron después la prórroga de tres meses por las dificultades que encontramos con la pandemia. El medioambiente está cobrando importancia en la política poco a poco”, celebra.