Concienciar sobre el derecho de los jóvenes a acceder a información completa y fiable, y reconocer la labor de los trabajadores de la información juvenil es el motivo de la campaña #MiYoDigital que ha lanzado en esta edición la Agencia Europea de Información y Asesoramiento Juvenil (ERYICA) en el Día Europeo de la Información Juvenil, que se celebra anualmente el 17 de abril.
Esta campaña tiene como objetivo dotar a los jóvenes de herramientas clave para ser más conocedores del impacto de los medios sociales, y más alfabetizados en el manejo de información. El foco se centra en proporcionarles herramientas para identificar las actividades maliciosas en línea y los recursos necesarios para mitigar este peligro. Fomentando así una ciudadanía digital consciente y responsable, colmando las lagunas que tienen en materia de ciberseguridad.
Este evento que circulará por las redes sociales en toda Europa, nos invita a reflexionar también sobre el amplio recorrido que hemos atravesado en el Centro Informajoven del Ayuntamiento de Murcia, desde hace más de cuarenta años de existencia como servicio público. Y cómo se ha transformado sucesivamente nuestra atención desde los años 80 del siglo pasado, donde el cara a cara con la juventud componía el contexto de nuestro trabajo, a esta época donde las pantallas y el espacio virtual constituyen el principal escenario de intervención.
El filósofo de la ciencia Michel Serres decía en 1995 que “la singularidad de nuestro siglo reside en que las redes de comunicación hacen realidad los espacios virtuales que en otros tiempos estuvieron reservados a los sueños y a las representaciones”. Esta peculiaridad que también enmarcó sustancialmente la primera década de este siglo XXI destacaba las bondades que, sin duda, ofrecen las tecnologías de comunicación, con las que aspiramos prosperar en la sociedad de la información, pero nos hemos dado de bruces con la cruda materialidad de nuevas vías de manipulación y de explotación de la conducta humana. La encrucijada que se nos plantea en nuestra vida cotidiana, más expresamente entre los jóvenes y adolescentes, es que el sentido del manejo de estas tecnologías que nos seducen y someten, es lo que determina las posibilidades de superación positiva de aquéllos sueños.
En nuestra labor con la juventud, ese tránsito desde la comprensión de sus voces que se acompañaban de gestos en sus rostros, hace cuarenta años, hasta ahora donde prima la interpretación rápida de preguntas escritas junto a emoticones, o de algunos mensajes fluctuantes, que recogemos hoy en nuestros medios sociales; junto a ese paso de aquellos boletines mecanografiados entonces en papel, a la divulgación actual con la web, las redes sociales, TikTok y Twitch, y los sistemas de mensajería digital, ha supuesto un proceso tan inevitable como apasionante. Nuestro uso intensivo de estos medios sociales nos ha permitido llegar a una cantidad enorme de jóvenes. Pero aún comprobamos que muchos adolescentes no acceden a los recursos y a los contenidos que les ofrecemos.
El efecto de las burbujas sociales o filtros digitales, que inundan nuestras vidas en la red, limita notablemente las vías de conocimiento alternativas a lo que construimos como un hábito de consumo en lo cotidiano. Ello reduce nuestra capacidad para el debate y para el intercambio de ideas. La potencialidad que nos evocaba en sus primeros años el amplio acceso a Internet, se ha convertido en un cerco de asuntos tan personalizados mecánicamente, que a la mayoría le cuesta abrirse a otras fuentes e interlocutores posibles. Esta evidencia. que nos afecta a todos, influye en el progreso de la sociedad, y se convierte en una traba muy grave en el desarrollo personal de la juventud. Un motivo que nos exige esforzarnos en irradiar mejor nuestro servicio de información juvenil, de forma destacada entre aquéllos jóvenes más vulnerables.
En estos años de atención al público joven nos hemos cuidado de mantener una escucha activa, evitando los posicionamientos paternalistas y moralistas. Una cosa es conocer y manejar los lenguajes al uso de las diversas generaciones de jóvenes que nos han visitado, y otra muy distinta es afrontar las respuestas con infantilismo. La empatía que nos exige cada usuario no ha impedido nuestro abordaje objetivo y serio tratando asuntos de muy diverso calado. Tanta importancia otorgamos a dar señas sobre actividades de tiempo libre, como indicar los recursos para atender un problema de drogadicción, ofrecer opciones para continuar unos estudios y las oportunidades de acceso a un empleo; o bien, las ayudas para conseguir una vivienda.
La esencia de nuestra labor reside en la convicción profesional de que cualquiera de las respuestas a las diferentes consultas que pueda plantear una persona joven puede ser determinante para su toma de decisiones y, por ello, para su futuro como ciudadano/a.
El abanico de preguntas de la juventud es inabarcable. Recibimos demandas concretas que intentamos responder con eficacia, gracias a un trabajo constante de registro de fuentes diversas sobre aspectos que afectan a la condición juvenil. Pero a veces nos hemos encontrado con situaciones en las cuales los jóvenes se mostraban inmersos en un mar de dudas redundantes, como en un círculo vicioso, con dificultad para formular adecuadamente sus propias preguntas; o bien con unas cuestiones iniciales que no correspondían a su necesidad latente. Y mediante un proceso de aproximación y adaptación sucesiva a sus problemas y vacilaciones, hemos abierto una espiral de aclaraciones necesarias según su contenido, con sus palabras, sin abandonar francamente la gravedad de su inquietud.
Fuera del ámbito educativo, al conjunto de la sociedad le cuesta aceptar esta clase de circunstancias que ocurren en la vida diaria de los jóvenes. Las inevitables fases de incertidumbre de la adolescencia se superan convirtiendo aquéllos círculos atorados de cuestiones sin respuesta, en espirales facilitadoras de conocimiento y de crecimiento personal. Y estas acciones de geometría variable que adoptamos en nuestra intervención social no fluyen, lamentablemente, en el entorno social de la juventud de manera natural.
Esta escucha activa que hemos intentado mantener durante más de cuarenta años se apoya en la obligación de una conversación abierta con los jóvenes, tolerando sus incoherencias y sinrazones; las cuales, si no se expresan y contrastan con la realidad, difícilmente serán superadas por ellos mismos. El buen humor que se les procura mostrar está ligado a la seriedad en el abordaje de cada tema. Y la mejor manera de comprobar la utilidad de estas informaciones y orientaciones se vive en experiencias presenciales con otros jóvenes. De ahí la importancia fundamental de que se amplíen los Espacios Jóvenes (las antiguas Casa de Juventud) como lugares destacados para la participación juvenil, de socialización y de educación informal. Los encuentros regulares que realizamos con los y las corresponsales de los puntos de información juvenil constituyen una prueba relevante del valor del intercambio de ideas y propuestas emergentes entre los propios jóvenes. Y su papel como actores en la mediación de la información es fundamental.
Lograr una acertada síntesis de estos 40 años de servicio del Informajoven de Murcia a los jóvenes nos tarea fácil. La cantidad y variedad de experiencias es inmensa. Pero en todo caso las vivencias con las diversas generaciones de jóvenes que han utilizado nuestro centro han sido enriquecedoras, y en agradecimiento a todas ellas hemos lanzado nuestra campaña del 40 Aniversario, con la versión del “Forever Young” que podéis ver en la web: informajoven.org. El éxito y los aciertos conseguidos es gracias a todas las personas que trabajan o han dedicado antes parte de su vida profesional a desempeñar su labor en nuestro centro. Mi aprecio absoluto a todas ellas, pues gracias a sus propuestas, a sus debates, a su compromiso con la función de la información juvenil, han dejado una huella indeleble en la imagen del Informajoven como servicio público.
Por otra parte, no puedo evitar mi menosprecio por aquellos responsables políticos que no han aportado nada al desarrollo de las Políticas Públicas de Juventud, desconocedores de la importancia que la Unión Europea y el Consejo de Europa han otorgado, desde hace décadas, a las acciones de información juvenil y de participación con los jóvenes, mediante informes y dictámenes en los que se señalaba el papel esencial de las administraciones locales en este ámbito. O el desdén hacia aquellos funcionarios o supuestos expertos en recursos humanos que por ignorancia o corta de miras intencionada han concebido la función pública de los servicios de juventud como, si me permiten el simil, simples actividades festivas con cascaruja.
Más allá de lo limitado y miope de esas perspectivas, la evolución futura de las políticas públicas de juventud está constreñida por un “adultocentrismo” motivado por múltiples razones. Entre ellas señalaremos: la circunstancia de que los efectos de las acciones públicas hacia la juventud son mayoritariamente a largo plazo; el hecho de que el voto de los jóvenes es bastante volátil, o bien cae en la abstención por su desafección con las instituciones públicas; la disminución en los últimos años de la proporción de población juvenil. Los graves problemas que muestran últimamente muchos jóvenes relativos al déficit de bienestar social y mental, la percepción afianzada en ellos de falta de futuro, de confusión social, de vulnerabilidad como generación, pueden llegar a explotar en un contexto social desconcertante. La celebración de este Día Europeo de Información Juvenil y la evocación de estos cuarenta años de trabajo con jóvenes debería hacernos reflexionar, además, sobre el necesario papel de estas políticas públicas.