El próximo domingo se celebrará en Murcia el XXII festival taurino a beneficio de la Asociación Española Contra el Cáncer. Siete toreros -Sergio Galán, Enrique Ponce, El Cordobés, El Fandi, López Simón, Antonio Puerta y el novillero Filiberto- para una causa, reza el cartel.
Y ahora es cuando yo me pregunto, ¿qué causa? ¿De verdad la recaudación de esa corrida ayudará de una manera cierta y eficaz a la asociación a desarrollar su labor? ¿A cuántos enfermos de cáncer beneficiará el derramamiento de la sangre de siete bovinos? ¿Hasta dónde alcanzará el dinero pagado por ver la tortura y muerte pública de siete animales a impulsar la investigación sobre el cáncer?
Desde hace algunos años, tan tradicional como el festival taurino que menciono lo es un artículo parecido a este en el que se repite: no, señoras y señores, esta no es la vía correcta porque la solidaridad, si se mancha de sangre aunque ésta sea la de animales supuestamente nacidos para ello -argumento de cabecera de aquellos que defienden la mal llamada “fiesta nacional”-, pierde todo su sentido.
No, señoras y señores, el tratamiento y cura de esta enfermedad tiene que venir de la mano de la necesaria inversión pública en recursos. Nuestras políticas y políticos deberían entender que el recorte en las partidas destinadas a este fin mata como mata el estoque; y, sin embargo, lejos de eso y desoyendo a personal sanitario, asociaciones de defensa de la sanidad y a la ciudadanía en general, no les tiembla el pulso a la hora de detraer fondos de ellas para dedicarlos a otros menesteres que entienden más necesarios. Eso sí, las sonrisas que lucen en la foto de presentación del evento son de lujo.
No me entiendan mal, me parece encomiable la labor que lleva a cabo la asociación y, sin embargo, al llegar este momento siempre me he preguntado cómo es posible que personas tan cercanas al sufrimiento, dolor y, en muchas ocasiones, terribles efectos secundarios que provoca esta enfermedad a quienes la padecen, pueden estar tan alejados de la empatía al sufrimiento sin sentido de inocentes animales. Al final la única respuesta que encuentro es que esto es Murcia y en Murcia, y en según que materias, no se avanza porque no interesa avanzar.
En Murcia, la Región con más personas en riesgo de pobreza -siendo los niñas y niños el grupo de edad más afectado-, en el Pleno del Ayuntamiento de la capital que tuvo lugar el pasado mes de julio, los votos en contra de Partido Popular y Ciudadanos evitaron que saliera adelante una moción presentada por la formación Cambiemos Murcia para lograr que se eliminaran las subvenciones a la tauromaquia en favor de un mayor gasto social. Y es que lo que no pueden consentir es que la rancia burguesía murciana acompañada de políticas y políticos con aires afectados de compadres se queden sin su evento de abril.
¿El toro sufre? ¿Y? Estos personajes que todavía siguen dominando la vida social y política de nuestra ciudad no verán cómo, antes de salir al ruedo, le clavarán la divisa (un doble arpón de 8 centímetros), no oirán el chasquido de su cráneo al golpearse contra el estribo del picador, no atenderán a su respiración agitada por el castigo, no sabrán si las banderillas se han colocado de forma correcta o no aumentando el sufrimiento del animal, no olerán su sangre cuando mane a borbotones, ni oirán su débiles bramidos de dolor e incluso, me consta, girarán la cabeza cuando llegue el momento de que el estoque atraviese el cuerpo del animal con lo que no se enterarán de si la agonía, con suerte porque no suele ser lo usual, ha sido corta o por el contrario una estocada muy anterior, posterior o incluso de las que hacen guardia llevará al animal al paroxismo del dolor haciendo necesario el descabello y la puntilla.
Refiere el informe de AVATMA (Asociación de Veterinarios Abolicionistas de la Tauromaquia y el Maltrato Animal) que desde la colocación de la divisa hasta la aplicación de la puntilla todos los estímulos que perciben los animales lidiados les suponen dolor y sufrimiento.
Entonces, ¿qué es lo realmente importante del 17 de abril? Entiendo que en este evento lo importante, como he comentado, es que el macabro ritual de muerte se cumpla con todos los tradicionales elementos que conlleva: gente luciendo sus mejores galas, 'catering' corriendo por las gradas, sonrisas por aquí, un 'no me digas' por allá, pañuelos cuando toque, aplausos cuando sea necesario e incluso, posiblemente, algún que otro negocio que se cerrará entre pasteles de carne y botas de vino o latas de cerveza. En fin, una gran fiesta social a la que incluso llevarán a sus niñas y niños para que se vayan curtiendo pese a las recomendaciones de la ONU de mantener a la infancia alejada de cualquier forma de violencia.
Señoras y señores directivos de la Asociación, políticas y políticos, insistimos en que no es la vía y, en todo caso, si fuera necesario acudir a otras fuentes que no sean las públicas para recaudar fondos, Murcia puede ofrecer una amplia y variada oferta lúdica y cultural que cumpliría esos objetivos.
Estoy absolutamente convencida de que cuanto mayor sea el respeto por los más débiles, sean o no humanos, mayor será la capacidad de una sociedad para construir formas de relaciones que fortalezcan unas estructuras de paz y solidaridad dentro de las misma y, por eso, ni yo ni los que son capaces de ampliar el círculo de la solidaridad y empatía a los animales nos cansaremos de repetir: No, la muerte y tortura de inocentes no es la vía.
Toñi Gómez Navarro es presidenta de la Sociedad por los Derechos de los Animales de la Región de Murcia
El próximo domingo se celebrará en Murcia el XXII festival taurino a beneficio de la Asociación Española Contra el Cáncer. Siete toreros -Sergio Galán, Enrique Ponce, El Cordobés, El Fandi, López Simón, Antonio Puerta y el novillero Filiberto- para una causa, reza el cartel.
Y ahora es cuando yo me pregunto, ¿qué causa? ¿De verdad la recaudación de esa corrida ayudará de una manera cierta y eficaz a la asociación a desarrollar su labor? ¿A cuántos enfermos de cáncer beneficiará el derramamiento de la sangre de siete bovinos? ¿Hasta dónde alcanzará el dinero pagado por ver la tortura y muerte pública de siete animales a impulsar la investigación sobre el cáncer?