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Aulas de violencia

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Hoy es viernes y escribo sobre educación. Es 25 de noviembre también, día en el que las personas de bien nos citamos para protestar contra la violencia machista. Bien. Es un buen día para contar algunas historias sobre lo que pasa en las aulas, y sobre lo que debería pasar y no pasa. Historias de violencia. Por motivos obvios voy a omitir fechas, nombres y lugares. Solo cosas vividas en primera persona en las aulas. Añado unos cuantos rombos, que esto va en crudo. Lectora sobre aviso. 

Llevo muchos años como docente y he visto mucho. Empezamos por la más fuerte. En el centro un grupo de alumnos y alumnas la tenía tomada con una cría. Un día se la llevan por las inmediaciones con un engaño, le dan una paliza, la desnudan entera, le meten medio taco de billar por el ano, y tiran su ropa por el puente de la autovía. El mismo centro otro año, una alumna muy brillante de ESO. Embarazada. No quería tenerlo, pero su padre y su hermana decidieron que “un niño siempre es una bendición”. Estaba la ley del PP así que se acabó estudiar.  Otra más mayor también está embarazada, me dicen aterrados ella y el novio, en secreto; saben que fue durante la noche de la fiesta de graduación, porque rompieron condón, y han tenido que prepararse la selectividad así, “con eso”, y sacar nota alta porque hay mucha presión familiar. Pero tienen miedo de contárselo a sus padres, porque son muy conservadores, y no saben qué hacer. 

Sigo, otro centro. Una alumna me dice que su ex tiene vídeos de ella y la está chantajeando y no sabe qué hacer. Otra, que está en una casa de acogida, sabemos que tiene redes de prostitución encima queriendo llevársela. Otra se tiene que ir de su casa, a vivir con una tía, porque el novio de su madre la toca y la madre ha dispuesto eso. A otra la acosa un alumno, que ha ido a quejarse de que la cría viste muy corto y “enseña mucho” en educación física, y él “lo pasa mal”; y la de religión va, por su cuenta, y llama al padre… de ella. Una persona en crisis con su identidad sexual y de género está aún más abandonada. Lo que es no tener quién te ayude o te hable elevado a la máxima expresión. Opta por ponerme en el examen, sabiendo que ahí lo leería solo yo, pero que lo leería, cosas muy tristes sobre mutilación genital.  Ya me está costando seguir. Paquete de pañuelos, que estas historias son heridas. Cuánto dolor he visto entre las alumnas, madre mía. 

Voy pasando centros y años sin más. Entro ahora en clase de valores éticos durante la pandemia, casi todo el alumnado de origen migrante. Ahí a veces a las alumnas les cuesta hablar según qué chicos tengan delante. Yo estaba muy dolido, viendo que el Gobierno Regional nos abandonaba en lo peor. Me sale una clase sobre cómo la pandemia está agravando brechas de género en las aulas. ¿No son valores éticos? Pues toma. Trato de despertarles la mirada. Termino y veo tres o cuatro crías con las lágrimas cayendo por la cara. Ya les da igual que las oigan los amigos de sus hermanos en el aula. Llorando, una que había suspendido casi todas: “Es que no es justo, es que yo quiero estudiar, si yo quiero, pero es que en mi familia mis hermanos y mis primos no hacen nunca nada, y son muchos, y a todo el mundo le parece bien, y yo tengo que hacer todo en la casa y no puedo hacer los deberes”. Criatura. Los deberes. Voces que me vienen. Aún duelen. 

La pandemia ha vuelto el ya de por sí derruido y torcido sistema público regional inhabitable. Desahucio por abandono. Al fin y al cabo no somos médicos. Aparco el registro personal. Tengo más, mucho más. Pero no puedo más. Esto ya es memoria colectiva. 9 de febrero de 2022. Totana. A Claudia, de 17 años, del IES Juan de la Cierva, la asesina otro chaval. 57 puñaladas. Abandono total y absoluto por parte del Gobierno Regional. La Consejera dice que no sabe si es violencia de género. Horrible sí, pero de género no. Aquí qué se va a educar. Lo que sea cuesta dinero, así que nada. Y así con todo. No hacen nada, no gastan nada. Dejarlo todo caer. Allí tuvieron que ir 14 psicólogas voluntarias porque si no nada. 

Necesitamos personal e inversión para afrontar una crisis de salud mental que cae sobre todo esto que ya pasaba. Una docente no puede tener 35 alumnas en un aula. Las alumnas no están para ser 35 en el aula. Las docentes necesitan tiempo para trabajar, no vivir en una yincana de papeles. De la ratio de orientadoras por cada tantas alumnas ya ni hablamos. Casi cualquier atención medianamente individualizada es físicamente imposible. Da igual lo que diga la LOMLOE. Las leyes de la física están por encima. 

Lo que he contado antes son historias de desinversión educativa y violencia de género. Una dura cotidianidad, a veces más brutal, otras más “micro”. Está por todas partes esa violencia. Necesitamos personal con tiempo de trabajo de calidad, para que el servicio público eduque y ampare a las niñas y las adolescentes. Ayer jueves paraban las docentes. La protesta va creciendo en los centros como un rumor exasperado y neurótico. Toda esa depresión que hay en las aulas, toda esa ira volcada hacia el interior, está por salir hacia fuera. Las maestras y las profesoras se quieren enfrentar al gobierno grosero de López Miras, que solo se esfuerza en intentar silenciarlas mediante abusos de derecho. Su violencia presupuestaria con la escuela pública lo es también hacia todas esas adolescentes que no nos quieren dejar educar. No importa. La verdadera educación, para las mujeres, es siempre autodefensa. 

Hoy es viernes y escribo sobre educación. Es 25 de noviembre también, día en el que las personas de bien nos citamos para protestar contra la violencia machista. Bien. Es un buen día para contar algunas historias sobre lo que pasa en las aulas, y sobre lo que debería pasar y no pasa. Historias de violencia. Por motivos obvios voy a omitir fechas, nombres y lugares. Solo cosas vividas en primera persona en las aulas. Añado unos cuantos rombos, que esto va en crudo. Lectora sobre aviso. 

Llevo muchos años como docente y he visto mucho. Empezamos por la más fuerte. En el centro un grupo de alumnos y alumnas la tenía tomada con una cría. Un día se la llevan por las inmediaciones con un engaño, le dan una paliza, la desnudan entera, le meten medio taco de billar por el ano, y tiran su ropa por el puente de la autovía. El mismo centro otro año, una alumna muy brillante de ESO. Embarazada. No quería tenerlo, pero su padre y su hermana decidieron que “un niño siempre es una bendición”. Estaba la ley del PP así que se acabó estudiar.  Otra más mayor también está embarazada, me dicen aterrados ella y el novio, en secreto; saben que fue durante la noche de la fiesta de graduación, porque rompieron condón, y han tenido que prepararse la selectividad así, “con eso”, y sacar nota alta porque hay mucha presión familiar. Pero tienen miedo de contárselo a sus padres, porque son muy conservadores, y no saben qué hacer.