El buenismo navideño que nos anega y ahoga hace que el caso del expresidente Pedro 'Auditorio' Sánchez haya pasado casi a la posteridad, tras su 'absolución' en el caso Pasarelas por obra y gracia del Tribunal Superior de Justicia y de la legislación reformada que nos dejó el nunca bien ponderado Mariano Rajoy, cuya alargada sombra amenaza con seguir presente en todo el Estado a pesar de su probada ineficacia para resolver cualquier problema que tuviera planteado.
Así que el muchacho que heredamos de Valcárcel se habrá tomado el navideño turrón tan pancho, mientras unos cuantos no acabamos de salir de nuestra tremenda perplejidad. Y brindará con el mejor champán para darle la bienvenida al nuevo año dentro de unos días sin que se le haya pasado el gozo de verse exculpado, junto a su arquitecto de cabecera, Martín Lejarraga, en uno de los tres casos por los que se ha sentado o se sentará en el banquillo de los acusados.
Mientras, y al parecer, la sentencia del TSJ ha provocado, dicen los enterados, gran controversia entre jueces, fiscales, abogados defensores y acusadores por haber señalado la indolencia de algunos de ellos como origen de la 'obligación' de absolver a los acusados Sánchez y Lejarraga. Pero poco se repara en que lo chocante del asunto no es, solamente, el hecho en sí mismo, sino también que el partido del expresidente heredero ––ese que unos llaman 'popular' y otros 'podrido'–– la sostiene y no la enmienda, aferrado parlamentariamente como está a la defensa del legado de Rajoy.
A tener en cuenta es que en ese empeño de impedir parlamentariamente nada menos que 58 (sí, cincuenta y ocho) veces una iniciativa de Unidos Podemos para la derogación de lo que Rajoy nos dejó, el partido 'popular' ha sido ayudado eficazmente por el regenerador (¡) Ciudadanos. Lo cuento para que nadie se llame a engaño de lo que nos puede deparar el futuro electoral.
Tampoco parece acordarse (casi) nadie de que el propio ex-acusado y ahora inocente, mientras no se demuestre lo contrario, dejó un rastro más que reseñable durante la larga época en que rigió los destinos de su pueblo natal, ya ungido como sucesor de Valcárcel quien, además, canalizaba desde San Esteban financiación sin cuento para que su hijo político bien amado recorriera triunfante el camino que lleva de Puerto Lumbreras a la capital de la Región.
Aquellos millones a espuertas enviados por el gran líder de antaño no sirvieron para que el muchacho dejara su pueblo convertido en la joya de la corona popular murciana, mientras en algún lugar cercano, como Lorca sin ir más lejos, alucinaban en aquella época viendo pasar los millones que enviaban desde Murcia por encima de sus cabezas y aterrizar unos pocos kilómetros más al suroeste. Concretamente, en Puerto Lumbreras. Igual de esto hasta se acuerda el actual mandatario regional, lorquino de pro.
¿Y qué decir del compañero de fatigas del sucesor designado por Valcárcel, que le acompaña, como buena esposa, en lo bueno y en lo malo, en la salud y en la enfermedad, en el banquillo y en la exculpación? No hay que olvidar a ese ya citado maestro de arquitectos, a juzgar por el gran éxito que cosechó su participación en unas cuantas obras públicas regionales durante la mejor etapa del partido aún gobernante en la Región. Y digo que mejor recordar, porque el ínclito Martín Lejarraga acompañará al presidente del Auditorio en el banquillo del caso por el que ambos dieron el salto a la fama. Veremos si, para entonces, la “indolencia” vuelve a imponerse a la Justicia. Vale.
El buenismo navideño que nos anega y ahoga hace que el caso del expresidente Pedro 'Auditorio' Sánchez haya pasado casi a la posteridad, tras su 'absolución' en el caso Pasarelas por obra y gracia del Tribunal Superior de Justicia y de la legislación reformada que nos dejó el nunca bien ponderado Mariano Rajoy, cuya alargada sombra amenaza con seguir presente en todo el Estado a pesar de su probada ineficacia para resolver cualquier problema que tuviera planteado.
Así que el muchacho que heredamos de Valcárcel se habrá tomado el navideño turrón tan pancho, mientras unos cuantos no acabamos de salir de nuestra tremenda perplejidad. Y brindará con el mejor champán para darle la bienvenida al nuevo año dentro de unos días sin que se le haya pasado el gozo de verse exculpado, junto a su arquitecto de cabecera, Martín Lejarraga, en uno de los tres casos por los que se ha sentado o se sentará en el banquillo de los acusados.