La historia de “la chica del tranvía” ha traído a mi mente un texto cuya autoría se atribuye a John Lennon: “Nos hicieron creer que cada uno de nosotros es la mitad de una naranja, y que la vida sólo tiene sentido cuando encontramos la otra mitad. No nos contaron que ya nacemos enteros, que nadie merece cargar en las espaldas con lo que nos falta. Nos hicieron creer en una fórmula llamada `dos en uno´: dos personas pensando igual, actuando igual, y que eso era lo que funcionaba. No nos contaron que eso tiene un nombre: anulación…”
Recientemente nos asaltaba la noticia de cómo un chico de Blanca, de tan solo 23 años, Ingeniero Informático, pegaba carteles por toda Murcia para intentar localizar a una chica de la que supuestamente se enamoró, mientras viajaba en el tranvía la noche del Bando de la Huerta, `la chica del tranvía´ la llamaba.
Diversos medios se hicieron eco de la anécdota y como si del cuento de `La Princesa del Fuego´ se tratara, publicaron cómo este chico iniciaba la búsqueda de su amada para poder ser capaz de derretir su corazón y ser felices para siempre. Artículos, entrevistas, entre otros, nos acercaban a murcianos y murcianas a sentir esta bella historia como propia y solicitaban nuestra ayuda para localizar a la deseada damisela.
La pervivencia del mito del amor romántico en pleno siglo XXI tras años de lucha por una educación en igualdad y la prevención de la violencia machista, no deja de sorprendernos cada día. Esta construcción social de imágenes idealizadas dificulta el establecimiento de relaciones sanas en igualdad y da pie a comportamientos de dominancia, y la dominancia no es saludable, pues para que alguien domine, otro debe ser dominado, como para que alguien oprima debe haber oprimidos.
Sergio, así se llama el chico, afirmaba a los medios de comunicación, al parecer, que “ella era la mujer de su vida” tras haberla visto unos instantes en el tranvía. Grupos de mitos de amor romántico, el amor verdadero predestinado, la media naranja, la creencia ancestral de que sólo hay un amor verdadero en la vida, el mito de la complementariedad, la creencia de que una sola persona es capaz de colmar todas tus aspiraciones, sentimientos y necesidades, en definitiva, el perfecto caldo de cultivo para la debilidad, la inseguridad, la baja autoestima combinada con el dominio físico y verbal para ellas y la creencia de poder tomar el control, el poder en todo momento para ellos.
En su búsqueda, Sergio, daba datos sobre la estatura, forma y color de pelo de ella y de alguna de sus amigas, edad aproximada, vestimenta completa, recorrido, donde subía y donde bajaba la chica del tranvía. Esto se llama acoso. La chica no quiso bajar con él del tranvía, no, no quiso salir con él, no. Ese debía haber sido el final del cuento. Su Princesa de Fuego convertida en Daenerys Targaryen.
Resulta increíble cómo a estas alturas, con 34 mujeres ya asesinadas solo en los cuatro meses que llevamos de 2017, sigamos en los medios de comunicación exaltando estas historias ñoñas que fomentan la cultura de la violencia machista, subordinando a la mujer al `superior´ deseo masculino. ¿Alguien se ha preguntado qué pensará ella?, ¿alguien se ha preguntado qué sentirá cuando vea Murcia empapelada con su descripción hecha por un desconocido? No importa, ella no cuenta, no tiene voz, solo es `la chica del tranvía´.
El `amor eterno´, el `amor exclusivo´, el `amor incondicional´ o el `amor sacrificado´ de los cuentos Disney no deberían tener cabida en la vida real. El amor romántico que exacerba los roles sexistas es una de las principales causas de violencia machista.
La coeducación en las etapas de la adolescencia, donde arrancan la mayoría de las primeras experiencias de pareja debería ser obligatoria para promover la libertad y el respeto entre iguales, sin subordinaciones, haciendo hincapié en una educación afectivo sexual con enfoque de género.
En este caso es imperativo decir que desde los partidos políticos y desde las instituciones tenemos la obligación de impulsar políticas de igualdad reales que fomenten el pensamiento crítico, el respeto al otro, desechando modelos androcéntricos preconcebidos y estereotipos sexistas como los que nos han grabado a fuego desde la infancia……y colorín colorado….
*María Marín es secretaria de Igualdad en Podemos RM