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Tres concursos y un sarcófago

¿A alguien le gusta la plaza de Europa? ¿Cree usted que eso es una zona verde? Pues eso es lo que pone el Plan General de Ordenación Urbana que es este espacio urbano, en pleno centro histórico de la ciudad de Murcia. Pero lo que realmente nos encontramos si nos acercamos a la antigua sede de la extinta Gerencia de Urbanismo es un espacio en altura, un cajón de hormigón a cota elevada sobre las calles del entorno, una zona que dejó de ser de paso para convertirse en espacio de terrazas de cafeterías y, más recientemente, en soporte para los elementos “decorativos” del equipo de gobierno de la Glorieta, que han mantenido durante meses flores secas dando una imagen que más que de ornato urbano, es de abandono y dejadez.

Si prospera el actual concurso arquitectónico para lo que fue el jardín de San Esteban, lo que nos encontraremos en este lugar es una gran losa de hormigón, elevada sobre la cota de las calles de este espacio con múltiple protección como Bien de Interés Cultural (yacimiento, iglesia, palacio y centro histórico). Una nueva plaza de Europa, con hendiduras laterales para asomarse al yacimiento del arrabal andalusí de la Arrixaca Nueva, perdiendo la contemplación en altura y extensión de esta página viva de la historia de Murcia, un gran yacimiento urbano muestra de una trama de calles única.

Los que allá por el año 2009 nos movilizamos en su defensa, vimos como las administraciones murcianas querían borrar de un plumazo este legado vivo de la Murcia medieval para seguir metiendo coches en el centro histórico de la capital del Segura, con un gran aparcamiento subterráneo que, eso sí, tenía varias zonas reservadas para las propias administraciones, para una extinta caja, y para algunas superficies comerciales.

Aquel movimiento en defensa de nuestro patrimonio, con el impulso de algunas asociaciones y la movilización civil, además de la acción administrativa y judicial, logró salvar el yacimiento, y su posterior protección como BIC, pero las administraciones siguieron sin querer entender su valor, abandonándolo durante años sin terminar de excavar ni consolidar sus muros, y dejándolo sin amparo ante las inclemencias meteorológicas, más allá de un caducado geotextil y las toneladas de piedras que se vertieron sobre él.

En una década hemos visto tres concursos de ideas para la “puesta en valor” del yacimiento de San Esteban, acumulando expedientes, moviendo “papeles”, vendiendo infografías y diseños gráficos, pero la única intervención real sobre el yacimiento ha sido una excavación reducida a una pequeña parte del yacimiento, financiada precariamente, y sin concurso previo para la elección de los equipos intervinientes. Más allá de los reducidos espacios intervenidos en los últimos años, la imagen del yacimiento es la de la suciedad, la caída de muros, la proliferación de vegetación y las inundaciones reiteradas. Cualquiera que se asome al yacimiento lo puede ver, y si lo hace desde la zona de la restaurada iglesia de San Esteban, la imagen es simplemente vergonzosa.

El primer concurso de ideas, promovido por la CARM, quedó en nada, tras la exposición de los diseños seleccionados, a cuyos equipos nunca se ha tenido en cuenta tras aquella iniciativa, que más bien parecía un movimiento forzado por las circunstancias. Años después, tras reconocer el ayuntamiento su intención de construir un bosque de columnas sobre el yacimiento, con el concurso para un “Plan Director” se insistía en la tramposa idea de “recuperar el jardín”, prescindiendo de la tozuda realidad de que lo que hay allí es un yacimiento arqueológico protegido como “BIC”, una “mina de oro” en palabras de José María Luzón, pero si se empeñan en no mostrarla en extensión, e quedará constreñida en un sarcófago de hormigón que la sepultará por otros cuantos siglos.

La búsqueda de nuestra historia no es una operación clandestina, decía el propio Luzón, y mostrarla tampoco debe serlo. La solución como “plaza histórica”, integrando en el entorno, debe ir más allá de plantar una losa de hormigón encima, y cuenta con espacios físicos en las calles y plazas del entorno para generar accesos, la zona de centro de interpretación y los servicios necesarios. Hay otros espacios en el barrio para plantar palmeras, juegos infantiles y espacios llanos para ferias y eventos, pero el yacimiento es un BIC único, que debe primar en cualquier intervención. En el tercer concurso, convocado y financiado ahora también por el gobierno central, se vuelve a insistir en recuperar el jardín, en vez de centrar la intervención en la recuperación del yacimiento andalusí. ¿Por qué no se buscan soluciones para ubicar esa plaza – espacio verde junto a la Fábrica de la Pólvora? ¿Por qué no una solución abierta, con cubiertas móviles y permitiendo la contemplación del conjunto?

En Cartagena han sabido aprovechar el potencial de sus monumentos y yacimientos, promoviendo recursos turístico-culturales de primer nivel, diseñando parques arqueológicos, y cuando han hecho falta cubriciones, diseñando elementos livianos, con las sujeciones mínimas y siendo reversibles.

¿Por qué en Murcia se empeñan en gastar millones y millones de euros en columnas y losas de hormigón? ¿Por qué ese empecinamiento en levantar una plaza? ¿Tendremos en unos años una nueva plaza de Europa, encajonando el yacimiento y permitiendo a algunos, montar sus fiestas, eventos y parterres efímeros sobre esta mina de oro? Y, por último, ¿por qué no se aprovechan los espacios ya existentes, como la Iglesia y el Palacio de San Esteban para ubicar los espacios de investigación, interpretación y difusión del yacimiento?

Hoy, como hace 10 años, ¡salvemos San Esteban!

¿A alguien le gusta la plaza de Europa? ¿Cree usted que eso es una zona verde? Pues eso es lo que pone el Plan General de Ordenación Urbana que es este espacio urbano, en pleno centro histórico de la ciudad de Murcia. Pero lo que realmente nos encontramos si nos acercamos a la antigua sede de la extinta Gerencia de Urbanismo es un espacio en altura, un cajón de hormigón a cota elevada sobre las calles del entorno, una zona que dejó de ser de paso para convertirse en espacio de terrazas de cafeterías y, más recientemente, en soporte para los elementos “decorativos” del equipo de gobierno de la Glorieta, que han mantenido durante meses flores secas dando una imagen que más que de ornato urbano, es de abandono y dejadez.

Si prospera el actual concurso arquitectónico para lo que fue el jardín de San Esteban, lo que nos encontraremos en este lugar es una gran losa de hormigón, elevada sobre la cota de las calles de este espacio con múltiple protección como Bien de Interés Cultural (yacimiento, iglesia, palacio y centro histórico). Una nueva plaza de Europa, con hendiduras laterales para asomarse al yacimiento del arrabal andalusí de la Arrixaca Nueva, perdiendo la contemplación en altura y extensión de esta página viva de la historia de Murcia, un gran yacimiento urbano muestra de una trama de calles única.