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¿Crisis? ¿Qué crisis?

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En 1975, el grupo británico Supertramp publicó un álbum titulado 'Crisis What Crisis?', con una portada en la que aparece un turista que se tuesta al sol junto a una sombrilla, ajeno a una serie de chimeneas que escupen humo y chabolas miserables que se vislumbran a su espalda. Aunque este disco surgió tras la crisis del petróleo de 1973, es perfectamente aplicable a la situación actual, con la crisis climática y la desigualdad social que se acentúa año tras año.

En nuestro país hay una serie de partidos políticos y grandes empresas que actúan como el turista de esta mítica portada, como si el calentamiento global, la situación de pobreza de un sector de la población o la invasión de Ucrania por parte de Putin no existieran. Sin hablar de la ultraderecha, que son negacionistas por sistema, contradiciendo todos los informes científicos y demostrando una ignorancia supina, la derecha española hace tiempo que ha decidido ir en la dirección contraria a lo que la situación aconseja, a pesar del cambio de líder de la oposición, cuya supuesta “moderación” se ha visto rebatida por la realidad de sus declaraciones.

Así, frente a la necesidad de potenciar las energías renovables, el PP apuesta por la energía nuclear y las plantas de carbón, aunque está demostrado que la energía nuclear no es neutra en cuanto a las emisiones de CO2, que la construcción de nuevas plantas exigiría de 10 a 15 años de construcción e inversiones multimillonarias, que se dependería del suministro de uranio, un tercio del cual proviene de Rusia, además de que la situación de sequía y elevación de la temperatura de los ríos dificulta su función como refrigerante de los reactores. Pero sin duda una de las razones más poderosas para rechazar su uso es que, incluso triplicando la capacidad nuclear mundial, únicamente daría lugar a un 6% de reducción de las emisiones de carbono, según la Agencia Internacional de la Energía.

Ajenos a la situación precaria a la que se enfrentan millones de españoles, el PP ha votado sistemáticamente en contra de todas las medidas que puedan aliviar esa circunstancia, como el aumento del SMI, la reforma laboral que ha permitido el aumento de la contratación indefinida, los ERTE, las ayudas a las familias o la gratuidad en el transporte público, entre otras medidas anticrisis. A pesar de presentarse como “defensores de España”, lo cierto es que no defienden los intereses de la mayoría de los españoles, sino solamente el del 5% más rico.

¿Y qué decir de las grandes empresas? Tanto los bancos como las empresas energéticas, aunque defienden legítimamente los intereses de sus accionistas, olvidan que en 2011 se rescató con 60.000 millones de euros de todos y todas a los bancos, esos mismos bancos que, en 2021, en esta situación de crisis, consiguieron unos beneficios de 20.000 millones, el mayor beneficio en la última década. También las grandes energéticas españolas han aumentado sus beneficios; las energéticas del Ibex 35 cuadriplicaron su beneficio en 2021 con respecto al año anterior y este año han mejorado las cifras en los seis primeros meses con respecto al mismo periodo de 2021. Además, en España, el número de millonarios se incrementó el año pasado en un 4,4%, hasta alcanzar las 246.500 personas. Son 10.400 más que en 2020, que vieron incrementada su riqueza en un 5,3%.

Mientras la mayoría de la población sufre la subida de los precios, la inflación, la precariedad, y somos testigos directos de las consecuencias de la emergencia climática, con olas de calor, incendios, granizadas violentas, inundaciones, hay un pequeño sector privilegiado que se pregunta '¿Crisis? ¿Qué crisis?', como aquel consejero madrileño que no veía pobres por las calles o la estrella del fútbol francés y su entrenador que se reían ante la sugerencia de usar el tren en vez de los jets privados. Lo peor es la ceguera de la derecha política española y su postura de defender esos privilegios.

La crisis ecológica, económica y social por la que atravesamos requiere de decisiones valientes y de un cambio de paradigma si no queremos estrellarnos contra el muro del colapso de aquí a unas pocas décadas, y esas decisiones se deberán tomar a pesar de la actitud negacionista de ese pequeño sector privilegiado.

En 1975, el grupo británico Supertramp publicó un álbum titulado 'Crisis What Crisis?', con una portada en la que aparece un turista que se tuesta al sol junto a una sombrilla, ajeno a una serie de chimeneas que escupen humo y chabolas miserables que se vislumbran a su espalda. Aunque este disco surgió tras la crisis del petróleo de 1973, es perfectamente aplicable a la situación actual, con la crisis climática y la desigualdad social que se acentúa año tras año.

En nuestro país hay una serie de partidos políticos y grandes empresas que actúan como el turista de esta mítica portada, como si el calentamiento global, la situación de pobreza de un sector de la población o la invasión de Ucrania por parte de Putin no existieran. Sin hablar de la ultraderecha, que son negacionistas por sistema, contradiciendo todos los informes científicos y demostrando una ignorancia supina, la derecha española hace tiempo que ha decidido ir en la dirección contraria a lo que la situación aconseja, a pesar del cambio de líder de la oposición, cuya supuesta “moderación” se ha visto rebatida por la realidad de sus declaraciones.