Nombramiento en diferido y con ecos franquistas

Elisa Reche

4 de abril de 2021 06:00 h

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El pasado 18 de marzo, el mismo día que fracasó la moción de censura contra el PP en el Gobierno regional, se produjo la primera filtración al periódico regional La Verdad: a cambio de su 'no' en la votación en el Parlamento murciano el PP habría ofrecido a los 'díscolos' de Vox la Consejería de Educación y Cultura. El responsable de prensa del grupo parlamentario de Vox en la Asamblea reconoció que se había filtrado esta información a la prensa con cierta tribulación. El PP empezó a testar el experimento de integrar a los tránsfugas del partido de Vox en un Gobierno regional por primera vez en el país. El nombramiento ha sucedido a cámara lenta y con el mayor disimulo.

Sólo un día más tarde CCOO organizó en la puerta de San Esteban una manifestación contra el posible nombramiento de Mabel Campuzano como consejera; a los seis días intelectuales y figuras de la cultura firmaron una carta al presidente López Miras expresando también su rechazo; la Marea Verde volvió a concentrarse en Murcia y Cartagena en contra de este nombramiento el pasado 25 de marzo.

Mientras que para el portavoz de los exVox en la Asamblea Regional, Juan José Liarte, protestaron “los cuatro de siempre”, el pasado jueves se hizo tendencia en Twitter el hashtag #SomosMasDeCuatro impulsado por el profesor universitario y exconsejero de Cultura Pedro Alberto Cruz para mostrar que “somos miles y miles” los profesionales de la educación y la cultura de la Región de Murcia “nos oponemos a caer en manos de la ultraderecha” que se convirtió en otra convocatoria en San Esteban el pasado sábado por la mañana. Por la tarde se produciría el nombramiento sin ni siquiera hacer un 'streaming' del evento en la página web de la CARM, donde se muestran constantemente las ruedas de prensa del Gobierno regional.

En todo caso, el PP de la Región ha estado atento a las respuestas de ambos sectores en este proceso de designación en diferido de una política de ultraderecha para la Consejería de Educación y Cultura en medio de unos tiempos veloces y convulsos. Que la confirmación del nombramiento se produjera finalmente el Jueves Santo y la designación en sí misma el sábado por la tarde de Semana Santa no deja lugar a dudas de la estrategia comunicativa de lentitud y disimulo del Partido Popular para ir desactivando el rechazo en la sociedad.

Todo para poder seguir manteniendo el poder en un Gobierno decadente conformado por cinco tránsfugas y no ser desalojado por la moción de censura de PSOE y Ciudadanos. Otra cuestión será si López Miras podrá reformar finalmente la Ley del Presidente que le permitiría presentarse a unas nuevas elecciones, aunque la entrada del exalcalde popular de Yecla Marcos Ortuño al Gobierno regional parece configurar ya un posible recambio en caso de que los planes 'no salgan bien'.

El eco que trae el nombramiento de una representante de la ultraderecha como consejera de Educación y Cultura, nada más ni nada menos, en la Región de Murcia es escalofriante si miramos nuestra Historia. Durante el franquismo se abrieron más de medio millón de expedientes de depuración a maestros. Cientos de intelectuales, creadores y catedráticos de las universidades fueron fusilados, depurados o tuvieron que exiliarse por ser “simpatizantes de las izquierdas”. La censura y el analfabetismo nos acompañaron durante décadas y nos aíslaron de Europa y del resto del mundo. Pensar, crear y enseñar ha costado muy caro en este país. Cualquier aproximación de volver a esa educación “nacional-católica”, ahora sin fusilamientos ni exilio, es de una gravedad extrema.