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Juan de la Cierva: aviador, inventor y golpista
Y ahora se pretende, al parecer, poner su nombre al aeropuerto de Corvera (como si la idea y la construcción del mismo no hubieran traído ya suficiente polémica). El nombre de un golpista no puede ser ensalzado de esta manera
Pepa Martínez
Cuando hablamos del aviador Juan De la Cierva y Codorniú solemos referirnos a su condición de inventor, de inventor del autogiro, concretamente, dejando de lado su papel como colaborador necesario en el golpe de Estado del 36. Olvidamos que De la Cierva ayudó a las fuerzas sublevadas para que éstas consiguieran el avión De Havilland DH.89 Dragón Rapide en el que el general Franco voló desde Gando (Canarias) a Tetuán (Marruecos español) para tomar el mando del ejército del norte de África.
El también golpista Yagüe había planeado con Francisco Herrera, enlace entre los conspiradores de España y los de Marruecos, trasladar a Franco en un avión desde Canarias, y Mola aceptó la idea, a pesar de las dificultades que implicaba conseguir un avión en tan corto plazo.
Juan March, en entrevista con Herrera el 4 de julio (9 días antes del asesinato de Calvo Sotelo) en Biarritz, ofreció el dinero necesario y El marqués de Luca de Tena, propietario del periódico Abc, telefoneó a Luis Bolín, su corresponsal en Inglaterra, y le dio instrucciones para que alquilara un avión.
¿A quién recurrió Bolín para conseguirlo? A Juan De la Cierva, el aviador español residente en Londres, buen conocedor de la aviación privada inglesa, por cuya recomendación alquiló un bimotor Havilland Dragon Rapide al Olley Air Services de Croydon. El avión despegó a primera hora de la mañana del día 11 de julio, dos días antes del asesinato de Calvo Sotelo, y llegó a Casablanca al día siguiente después de escalas en Portugal. El aparato elegido por De la Cierva, matriculado G-ACYR, pertenecía a la Olley Air Service Ltd. A su piloto, Cecil Bebb, se le hizo creer que iba a transportar a un líder rebelde del Rif, dispuesto a organizar un levantamiento en Marruecos.
“Todo estaba orquestado: el General Emilio Mola dio luz verde al viaje; Juan March puso el dinero; Juan Ignacio Luca de Tena, director de ABC, estuvo encargado de la tarea de desinformación previa al golpe; Juan de la Cierva, inventor del autogiro, elegiría el avión; Luis Bolín, corresponsal de ABC, en Londres, organizaría los contactos técnicos; El Duque de Alba, con poderosas amistades en Londres, se haría cargo del seguro, de 10.000 libras esterlinas, y el Marqués de Mérito, tapadera aristocrática del viaje”.
Pero ¿cómo quedó la ciencia tras el golpe de estado franquista? , según Manuel Ansede el golpe de Estado de 1936 y la Guerra Civil barrieron el progreso que suponía para la ciencia en España la Junta para Ampliación de Estudios (JAE), una institución que pagaba a los mejores científicos españoles estancias en las grandes universidades europeas y americanas, y que contribuyó al florecimiento de la Edad de Plata de las letras y las ciencias en España durante el primer tercio del siglo XX.
En el mismo artículo se menciona a los historiadores Manuel Castillo y Juan Luis Rubio, catedrático emérito y profesor respectivamente de la Universidad de Sevilla y autores del libro `Enseñanza, ciencia e ideología en España (1890-1950)´ donde recuerdan que José Ibáñez Martín, ministro de Educación entre 1939 y 1951, asumió la decisión de “recristianizar la sociedad” y cuya represión supuso un gran vacio en la universidad: de los 580 catedráticos que había, 20 fueron asesinados, 150 expulsados y 195 se exiliaron. Ministro franquista que, por otra parte, para vergüenza de los murcianos con sensibilidad democrática, tienen que soportar aún que un Instituto de Enseñanza Secundaria en Lorca lleve su nombre.
Sobre las cenizas del JAE, y bajo la batuta de José María Albareda, miembro del Opus Dei, más tarde ordenado sacerdote, se creó en 1939 el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), que nació para intentar “la restauración de la clásica y cristiana unidad de las ciencias destruida en el siglo XVIII”, según la ley que lo creó el 24 de noviembre de 1939.
Con ello se adelantó decenas de años a la corriente creacionista tan en boga hoy en algunas universidades norteamericanas que afinan la inventiva para introducir sus teorías como avaladas por la ciencia“, ironizaba Manuel Castillo. ”La falta de libertad de pensamiento y de expresión durante casi 40 años taró al país y lo convirtió en uno de los más subdesarrollados del continente en ciencia y en cultura general“, sentencia el catedrático emérito.
Recuerda el mismo periodista en un artículo fechado el 30/05/2016 como los ganadores de la Guerra Civil “desmantelaron” el legado de Ramón y Cajal en España. “Los que estaban al mando del nuevo Estado creyeron necesario llevar a cabo una limpieza política que purgara el Instituto de sus indeseables connotaciones, pero sin renunciar a los beneficios del prestigio internacional que Cajal y su escuela habían cosechado”, La dictadura recién nacida en 1939 gaseó el instituto. Grandes investigadores en neurología y psiquiatría se exiliaron (como Dionisio Nieto que huyó a México o Miguel Prados Such exiliado en Canadá), otros como Gonzalo Rodríguez Lafora, jefe del laboratorio de Fisiología experimental del Sistema Nervioso creado por Cajal, fue condenado por el Tribunal de Responsabilidades Políticas a ocho años de inhabilitación especial para ejercicio de cargos públicos y al pago de una multa de 50.000 pesetas, finalmente tuvo que exiliarse en México.
“Otros discípulos de Cajal permanecieron en la España de Franco y fueron sometidos a procesos de depuración”, relata Rafael Huertas en su libro `La destrucción de la ciencia en España: depuración universitaria en el franquismo´. El Instituto Cajal se vació de cerebros, en consonancia con el resto de España.
Entonces, ¿cuál es el legado de De la Cierva? ¿la invención del autogiro exclusivamente? ¿hay que recordarlo sólo por eso? ¿qué hizo, además, por la ciencia? ¿hay qué olvidar que fue una pieza fundamental en el engranaje del golpe franquista que trajo, entre otros desastres, un monumental retraso en la cultura, la investigación y la enseñanza?
No debemos olvidar nunca que fue uno de los responsables de que Franco pudiese hacerse cargo de la sanguinaria Legión y de los Regulares Marroquíes que atravesaron el Estrecho, generando con ello la atrocidad más grande de nuestra Historia más reciente No puede haber ningún mérito anterior o posterior que pueda justificar el comportamiento del aviador.
Y ahora se pretende, al parecer, poner su nombre al aeropuerto de Corvera (como si la idea y la construcción del mismo no hubieran traído ya suficiente polémica). El nombre de un golpista no puede ser ensalzado de esta manera. Esto supondría un nuevo enaltecimiento del régimen franquista, una nueva vulneración de la Ley de la Memoria Histórica, un insulto imperdonable para las víctimas del terrorismo franquista (que, a la postre, somos todos).
No se puede homenajear con el nombre de Juan de la Cierva ninguna calle, plaza, construcción o lugar público, independientemente de sus méritos como inventor, que no discutimos, olvidando todo lo demás. La hipotética apertura del aeropuerto de Corvera no puede realizarse de ninguna de las maneras, en un Estado de Derecho, o con pretensiones de ser democrático, con la denominación de quien favoreciera un golpe de Estado a un régimen democrático para instaurar, tras ello, un régimen fascista.
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