A vueltas del revuelo generado en Murcia en torno a la moción “laicista” del grupo municipal Cambiemos y la respuesta que ello ha generado en el mundo cofrade y otros ámbitos de las tradiciones religiosas de la ciudad, me gustaría anotar una serie de apreciaciones que podrían pasar desapercibidas en momentos de polémica desatada como el actual.
La primera de todas es mi opinión estrictamente personal de que en este “calentón” cuaresmal, las dos partes en liza han cometido sendos “pecados” de planteamiento y forma.
Está claro que desde Cambiemos (cuya moción no menciona la Semana Santa) no han contado con el don de la oportunidad, presentándola en unas fechas en donde iba a generar una polvareda innecesaria que perjudica precisamente la “reflexión” que piden en su texto. Además, tampoco han adaptado su propuesta a la realidad de una ciudad con unas tradiciones (religiosas o no) de las que el ayuntamiento no puede desentenderse como garante del patrimonio cultural y etnográfico secular de nuestro municipio (sobre todo en lo que se refiere a la financiación que merecen).
Sin embargo, el Cabildo de Cofradías ha caído en una sobreactuación igualmente innecesaria. Una moción similar presentada en el Ayuntamiento de Sevilla el pasado febrero por IU provocó de la misma manera una manifestación de cofrades a las puertas del consistorio andaluz, con la importante diferencia de que ésta no fue convocada por el Consejo de Hermandades como ha ocurrido en Murcia. Allí supieron mantenerse al margen de la política.
Y es que basta comprobar la utilización del asunto que el PP está haciendo esta semana para intuir que lo que aquí se cuece es política pura y dura. Como las declaraciones del concejal Jesús Pacheco en la SER insinuando que todo comenzó cuando la oposición en bloque (por iniciativa de C’s) votó en contra de las tribunas de la Plaza del Cardenal Belluga.
Mal precedente está sentando un Cabildo que, como muchas otras asociaciones y colegios profesionales de la ciudad, se significa demasiado con un partido en concreto. Sólo así se entiende que este mismo año le hayan concedido un galardón a Miguel Ángel Cámara, estando imputado y a punto de sentarse ante el juez. Por mucho que durante sus 20 años de mandato apoyara a las cofradías o por más que sea nazareno de toda la vida, no resulta “estético”.
Este partidismo perjudica a la Semana Santa tanto o más que la moción de Cambiemos. La Semana Santa, así como cualquier tradición murciana, debe de estar por encima del debate político y no utilizarse como arma arrojadiza bajo ningún concepto.
A vueltas del revuelo generado en Murcia en torno a la moción “laicista” del grupo municipal Cambiemos y la respuesta que ello ha generado en el mundo cofrade y otros ámbitos de las tradiciones religiosas de la ciudad, me gustaría anotar una serie de apreciaciones que podrían pasar desapercibidas en momentos de polémica desatada como el actual.
La primera de todas es mi opinión estrictamente personal de que en este “calentón” cuaresmal, las dos partes en liza han cometido sendos “pecados” de planteamiento y forma.