Soy padre de dos hijas estudiosas y responsables. Sus progenitores somos docentes implicados en los grandes retos de nuestra educación pública y hemos procurado que ambas tengan un sentido constructivo de su rol social. La menor, de 26 años, acaba de aprobar una plaza de EIR (Enfermería) y le toca buscar destino para dos años por los hospitales españoles, tras haber pasado una temporada de exilio laboral en Inglaterra. Estamos contentos, por supuesto.
La mayor, de 29 años, ha sido siempre una alumna académicamente brillante, que descubrió su vocación por el magisterio a los 18 años. Al entrar en la universidad pública de Murcia (UMU), en octubre de 2008, le convencieron para cursar estudios por la opción del futuro, el Plan Bolonia, que suponía la entrada en el Espacio Europeo de Educación Superior (EEES). En el curso 2010-11 todas las universidades deberían tener adaptados sus títulos a dicho espacio y sus requerimientos, por lo que parecía lo más conveniente.
Era entonces una experiencia piloto en la UMU, y suponía una formación mucho más completa y de progreso, con metodología participativa en grupos de trabajo, evaluación continua, atención individualizada del profesor, y sobre todo, un título de Grado exigido en el futuro inmediato a nivel europeo. Así, realizó con entusiasmo y buenas calificaciones los cursos de primero y segundo del “nuevo Magisterio” según el EEES, a pesar de ciertas resistencias de parte del profesorado al cambio de metodología.
El primer gran y sorprendente “bluf” fue comprobar en octubre de 2010 que la UMU suspendía oficialmente, argumentando falta de medios, la opción B (Plan Bolonia) en el tercer curso de Magisterio. Mi hija tuvo que volver al plan antiguo, abandonar la metodología activa aprendida y dar por buenas las evaluaciones multitudinaria, todo para recortar horas lectivas del profesorado.
El siguiente “bluf” fue que al terminar el tercer curso no podía continuar estudios para obtener el prometido título de Grado. Se truncó su formación europea recibiendo el antiguo diploma de Magisterio. La universidad no sabía oficialmente cuándo se podría sacar ese título europeo, al menos en Murcia. Como ella, había cientos de alumnos a quienes se les había estado “vendiendo” durante años las bondades del Plan Bolonia y que se quedaban con la miel en los labios.
Prosiguió entonces sus estudios de inglés (B2) a la espera de la convocatoria de oposiciones y del curso de adaptación al Grado. Pero ahí no quedó la cosa, porque tiempo después llegó un nuevo “bluf” al enterarse -por casualidad- de que la UMU había ofertado sin apenas publicidad y dando un breve plazo, 40 únicas plazas para sacar el Grado de Magisterio. Cuando llegó a la Secretaría, el acceso ya estaba cerrado y, además, no sabían si se volvería a ofertar otro curso igual. Sólo entraron los “allegados” de la Facultad.
La única oferta de la Secretaría de la Facultad de Educación era presentarse a las escasas plazas de acceso a primer curso para pedir la convalidación de cursos, con el perjuicio de que su nota de selectividad (sobre 10) debía competir en desventaja clara con la nueva forma de baremación (sobre 14).
La “cruzada formativa” de mi hija continuó durante los siguientes años preparándose a fondo las oposiciones de Magisterio junto a miles de aspirantes, y viendo cómo se desconvocaban en marzo de 2017, sólo tres meses antes de la celebración de las pruebas (otro nuevo bluf del sistema).
Actualmente, está realizando un “curso de adaptación al Grado” por una universidad privada a distancia, que estamos pagando generosamente, a la par que realiza trabajos docentes varios en actividades y campamentos bilingües, atención a la diversidad en programas de ocio Inclusivo, clases particulares, etc…
Su capacidad y “gen docente” están fuera de toda duda. Lo que necesita ella (y muchos otros jóvenes estudiantes creativos y bien preparados) es que el sistema universitario y de oposiciones docentes sea riguroso y no siga defraudando sus expectativas y esfuerzos, mientras que presuntamente regala máster “bluf” a presuntas estudiantes de élite.
*Álvaro de Verástegui Alburquerque es maestro de la Escuela Pública y vocal de Cambiemos Murcia en La Alberca