Todos sabemos que la sanidad murciana se encuentra en una situación precaria. Todos, menos el Gobierno regional.
Desgraciadamente, hemos tenido que sufrir una pandemia para que se haya puesto de manifiesto que la sanidad pública regional necesita ingresar en la UCI, al carecer de los necesarios recursos humanos y materiales, gracias a los recortes que, año tras año, se le están aplicando en beneficio de la sanidad privada.
La pandemia ha demostrado que esta no es la sanidad pública que necesitan los murcianos. Demoras para consultas de especialidades, demoras para intervenciones quirúrgicas y, lo que es más grave, demoras en Atención Primaria.
Necesitamos una sanidad en la que, cuando un especialista nos diagnostique y paute un tratamiento y nos indique una revisión en seis meses, no tenga que poner en el informe que esa revisión no sea “demorable”. La realidad actual de nuestra sanidad es que, tras ser vistos por el especialista e indicar dicha revisión, pasa a una lista de espera donde un administrativo solo le podrá decir: “ya le llamaremos, pues no hay citas libres en la agenda”.
Necesitamos una sanidad que, cuando nos encontremos enfermos y llamemos a nuestro médico de atención primaria, nos pueda atender antes de 48 horas, evitando de esa forma la visita a urgencias en busca de un médico que nos resuelva problemas de carácter no prioritario, provocando que hagamos un mal uso de los servicios sanitarios.
Necesitamos una sanidad capaz de realizar en un tiempo prudencial las pruebas complementarias para conocer nuestro diagnóstico, impidiendo una preocupación excesiva por la espera y la incertidumbre de los resultados. Esto provoca la aparición de estados de ansiedad que, en ocasiones, requieren de tratamientos con ansiolíticos, creando así un nuevo problema en el paciente.
Necesitamos una sanidad en la que haya unas listas de espera quirúrgicas coherentes, sin las eternas demoras actuales que, algunas veces, provocan que una cirugía menor se convierta en un problema más complicado o en un ingreso urgente que puede ser evitado con una cirugía realizada en su momento
Necesitamos un sistema sanitario centrado en la atención a la enfermedad y a su prevención, fortaleciendo los servicios sanitarios, tanto en Atención Primaria, como especializada y hospitalaria.
Necesitamos un sistema sanitario que conciba que una buena gestión de los presupuestos es suficiente para dar un mayor rendimiento de los recursos. A veces, no se trata de incrementar el presupuesto, si no de saber gestionarlo.
Necesitamos una sanidad pública de calidad, enfocada a objetivos de calidad de vida, seguimiento de pacientes crónicos, atención domiciliaria, prevención y educación en la escuela, potenciación de los Consejos de Salud y participación de las distintas asociaciones de enfermos.
Necesitamos un sistema sanitario que aborde de manera integral y eficaz la salud mental, aportando todos los recursos necesarios para cubrir la demanda y seguimiento de los pacientes que necesitan esta asistencia.
La sanidad del siglo XXI tiene que luchar con grandes problemas de fondo como la desigualdad social, la pobreza de una clase media que ha perdido su poder adquisitivo, autónomos que no pueden competir con grandes multinacionales, inmigrantes, familias monoparentales, jóvenes con empleos precarios o ancianos con bajas pensiones.
Es necesario mejorar la condición de vida de la ciudadanía, porque con ello, sin ninguna duda, mejoraremos su salud.
En resumen, necesitamos y merecemos un sistema sanitario que no sea hospitalocentrista, enfocado a una Atención Primaria integral, y que sepa aplicar medidas socio-sanitarias en las que intervenga no solo la Consejería de Salud, sino también las de Servicios Sociales, Educación, Urbanismo y Economía.
Es imprescindible promocionar la educación en la salud potenciando acciones intersectoriales, mirando siempre a esos determinantes sociales que afectan de forma importante a la salud de los ciudadanos y que, por ello, precisan de soluciones sociales, distribución de recursos y acciones para disminuir las desigualdades en sanidad. Necesitamos de una gran dosis de equidad y de unas políticas sociales reales que den solución a la tasa de pobreza tan lamentable en nuestra Región
Así, nuestra sanidad del siglo XXI no la determinará el código postal, el barrio donde vives o la renta de tu familia. En la sanidad del Siglo XXI tiene que primar la equidad y la calidad.